“De momento, aparte de andar con bastón, estoy bien”. Alain Delon, entonces de 85 años, actualizaba en julio pasado su estado de salud en diálogo con TV5 Monde, medio al que concedió una de sus últimas entrevistas televisivas.
En esa conversación también se refirió a la escasez de herederos de su legado –descartando a Jean Dujardin y Omar Sy, dos de las mayores figuras actuales del cine francés– y afirmaba que le quedaba combustible para seguir trabajando. “Estaré activo antes de morir, porque tengo la intención de hacer una última película”, señalaba. “Tendrá que ser excepcional, y dirigida por un director excepcional”, prometía el actor de títulos como La piscina (1969) y El Gatopardo (1963).
Tras sufrir dos derrames cerebrales en 2019, el intérprete, una de las mayores estrellas galas de la historia, lucía un aspecto sano que tornaba plausible que eventualmente brindara su rol final en la pantalla grande. Pero ese proyecto no se volverá una realidad.
Su hijo, el también actor Anthony Delon, expresó en entrevista con la cadena RTL que le solicitó que iniciara los trámites de su eutanasia. Un procedimiento que es legal en Suiza, país en el que la estrella de Borsalino (1970) reside y que le otorgó la nacionalidad en 1999. “Sí, es verdad, él me pidió”, indicó a la televisión el segundo de sus retoños.
Sin detallar el deterioro físico o mental de su padre, el intérprete ahondó en el duro golpe que significó la muerte de su mamá, Nathalie Delon, en enero de 2021. La actriz, de la que Alain se divorció en 1969, solicitó la muerte asistida en Francia, pero le fue negada porque la legislación local no lo estipula.
“Después del accidente de mi padre, su derrame cerebral, tres meses después a mi madre le diagnosticaron un cáncer fatal, un cáncer de páncreas. Sentí en los meses que siguieron a esa época, un vacío por dentro, una angustia, un miedo”, explicaba Anthony en una conversación realizada en el marco del lanzamiento de su autobiografía, Entre chien et loup (Entre el perro y el lobo).
Acto seguido, el astro del cine francés, actualmente de 86 años, publicó una carta en que detallaba su último deseo: “Me gustaría dar las gracias a todos los que me han acompañado a lo largo de los años y me han brindado un gran apoyo. Espero que los futuros actores puedan encontrar en mí un ejemplo no solo en el lugar de trabajo, sino en la vida cotidiana, entre victorias y derrotas. Gracias, Alain Delon”.
Palabras en sintonía con la opinión que expresó durante el año pasado: “La eutanasia es lo más lógico y natural. A partir de cierta edad y en cierto momento, tienes derecho a dejar este mundo tranquilamente sin la ayuda de un hospital o soporte vital”.
Durante su periodo más reciente había sufrido otro episodio catastrófico: la muerte, en septiembre pasado, a los 88 años, de Jean-Paul Belmondo, su amigo, socio y eterna competencia por la cúspide del cine de Francia.
“Estoy completamente devastado. Voy a intentar aguantar para no hacer lo mismo en cinco horas. No estaría mal que nos fuéramos los dos juntos. Es una parte de mi vida, empezamos juntos hace 60 años”, planteó a la cadena francesa CNews, desconsolado con la partida de quien fuera su dupla fuera y dentro de la pantalla grande, y por última vez en la comedia de acción Los profesionales (1998).
Descrito como “el actor más bello del mundo”, Delon alcanzó la gloria junto a cineastas como Luchino Visconti, Michelangelo Antonioni, Jacques Deray y Jean-Pierre Melville. Su último papel lo realizó en 2019 junto a su compatriota Michel Denisote, en la película Disclaimer, luego de una interrumpida actividad durante los 2000. Como Belmondo, es parte de una cepa de actores que enaltecieron el oficio en la segunda mitad del siglo XXI y que resulta irreemplazable e irrepetible. No es de extrañar que Delon no reconozca sucesores ni en su país ni en Hollywood. Delon sólo hay uno.