Crítica de discos de Marcelo Contreras: aciertos de Meshuggah y Father John Misty, Jack White sólo cumple

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Las guitarras cruzan las novedades discográficas de esta semana, aunque en distintos acentos, amplificando diversos lenguajes y con resultados dispares.


Meshuggah - Immutable

Una de las premisas de este regreso de la banda de metal más compleja de las últimas décadas, apunta al ser humano cometiendo los mismos errores una y otra vez. Otra señala la creación de una órbita propia. La trayectoria de Meshuggah, ajena a influencias y difícil de imitar, refleja esa condición de estrella solitaria.

La composición de este noveno álbum del quinteto se concentra entre el baterista Tomas Haake, el guitarrista Mårten Hagström y el bajista Dick Lövgren, siguiendo el patrón histórico del conjunto de diseñar la música en computadora. Jens Kidman puso la voz y el guitarrista fundador Fredrik Thordendal se encargó exclusivamente de los solos. El sonido resulta mucho más denso y claustrofóbico que en The Violent sleep of reason (2016), empujando hasta el límite la tonalidad gruesa característica de Meshuggah sin perder resolución. Las canciones con máxima calificación abundan, entre ellas las cadenciosas Phantoms y Ligature marks, lo mismo God he sees in mirrors con fenomenal solo de Thordendal, y el extenso instrumental The move below, con un fantasmagórico remate de guitarras. Con 30 años de lanzamientos oficiales, Meshuggah exhibe una consistencia propia de una nave acorazada de rumbo contínuo, sin escolta ni rivales.

Jack White - Fear of the dawn

Sinceremos. La discografía solista de Jack White contando este cuarto álbum, sigue palideciendo ante la obra de The White Stripes. The Raconteurs y The Dead Weather, las bandas donde participa con notoria huella, tampoco están a la altura del cancionero que el cantante y multi instrumentista de Detroit compuso para el dúo integrado por la vilipendiada Meg White. La química resultó irrepetible, y el enfoque se mantuvo en el formato canción.

Boarding house reach (2018), lo último de White en solitario, contenía ingredientes sónicos interesantes pero desarticulados por una creciente vibra exagerada, como si el músico no pudiera gobernar las energías y dar curso a las ideas. Guitarras, baterías, teclados y voz pueden sonar increíbles, pero aburrir pronto si sólo se repiten bocetos y ejercicios.

Fear of the dawn comparte intenciones con el álbum previo -experimentos en la mezcla, salir de la zona de confort- con mejor fortuna, pero nuevamente sin canciones como tal. Es un disco ácido recargado desde el primer minuto. El corte que da nombre al álbum huele a Black Sabbath; en otros pasajes -What’s the trick por ejemplo- asoma la crispación de The Jon Spencer Blues Explosion. Jack White se recupera, pero no mucho más.

Father John Misty - Chloë and the Next 20th Century

Josh Tillman (40) registra uno de los virajes más dramáticos y exitosos de la canción de autor de los últimos años. Durante largo tiempo fue un cantante bajo su verdadero nombre con una extensa discografía y tocó batería para Fleet Foxes, hasta que hace una década se convirtió en Father John Misty, un personaje carismático ondero hipster pelilargo y barbudo perfecto para una película de Wes Anderson, proveniente directo del soft rock de los 70. Su anterior álbum God’s favorite customer (2018) es uno de los mejores títulos de la década pasada, tal como su debut en el teatro Teletón califica como uno de los shows definitivos del último lustro en Santiago.

En Chloë and the next 20th century, Father John Misty amplía la reversa. Las estacas musicales quedan entre las décadas 30 y 60. Desfilan orquestas de entreguerras con vientos en sordina y plumillas, reverencias a Harry Nilsson al borde del plagio como sucede en la hermosa Goodbye Mr. Blue, con evidente link al clásico Everybody ‘s talkin’, bossa nova de salón en Olvidado (otro momento), y magnífico pop de cámara de los 60 incluyendo clavicordio en Q4. La prédica de Father John Misty sigue convirtiendo.

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