Lo digital ha ocupado un lugar importante en las cavilaciones del filósofo surcoreano Byung-Chul Han. Para el pensador, el avance arrollador del mundo digital en la vida cotidiana de nuestros tiempos no solo invade la dimensión individual, también se cuela en la estructura completa de la sociedad.
“Se ha apoderado también de la esfera política y está provocando distorsiones y trastornos masivos en el proceso democrático”, comenta en su nuevo libro, porque la influencia de lo binario está causando un nuevo fenómeno: “La democracia está degenerando en infocracia”.
Y justamente Infocracia es el título del nuevo libro del destacado pensador, y que se encuentra en nuestro país en castellano a través del sello Taurus, sucediendo a No-Cosas, que publicó en Chile el 2021. Como en todos sus libros, Han escribe de modo ameno, accesible. Es parte de lo que ha sustentado su popularidad como uno de los pensadores pop de nuestro tiempo, junto al esloveno Slavoj Žižek.
A grosso modo, para sustentar su planteamiento, Han sostiene que actualmente vivimos en lo que denomina “Régimen de la información”. Es decir, una avalancha de datos que, en su forma de pensar, sostiene un dominio a nivel social. “Llamamos ‘régimen de la información’ a la forma de dominio en la que la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan de modo decisivo los procesos sociales, económicos y políticos”.
Tomando lo planteado por Michel Foucault, Han señala que en este modelo de Régimen de la información, lo que se domina es algo completamente diferente a lo que había sido hasta ahora. “A diferencia del régimen de la disciplina, no se explotan cuerpos y energías, sino información y datos...”.
Y como se explota información y datos, crea, en resultado un tipo de sujeto diferente. “En el régimen de la disciplina, los seres humanos son entrenados para convertirse en ganado laboral...el sujeto del régimen de la información no es dócil ni obediente. Más bien se cree libre, auténtico y creativo. Se produce y se realiza a sí mismo”.
Por esta sensación de libertad y realización, las personas, dice Han, “se esfuerzan por alcanzar la visibilidad por sí mismas”; lo cual se expresa en los likes que obtienen en sus fotos de Instagram junto a las mascotas, el asado familiar, o las amistades en un carrete en Bellavista. “Se colocan de manera voluntaria ante el foco, incluso desean hacerlo”, agrega.
Esto, ocurre porque finalmente, lo digital ocupa los aspectos básicos de la vida. “En el régimen de la información, el dominio se oculta fusionándose por completo con la vida cotidiana”, asegura Han. Por ello, en este sistema de información, likes y follow me, surgen unas nuevas deidades: los influencers. “Son venerados como modelos a los que seguir...hacen que los productos de consumo parezcan utensilios de autorrealización”.
Democracia e infocracia
Como plantéabamos arriba, para Han, este fenómeno de lo digital, de la era de exposición permanente a las pantallas está también permeando en la esfera política, y por ello, se genera un nuevo fenómeno que él denomina infocracia.
Uno de sus rasgos principales, es que a diferencia de las democracias occidentales, sustentadas en la tradición de la Ilustración y el libro como soporte clave, los medios digitales han sustituido ese pilar por otro. “Debido a su estructura anfiteatral, los receptores están condenados a la pasividad”. ¿Y qué es lo que quiere ver la gente en su pantalla? Diversión.
Para Han, ese concepto es clave, porque la política de alguna forma se vuelve un espectáculo. “En los debates televisivos entre contrincantes, lo que cuenta ahora no son los argumentos, sino la performance...el discurso degenera en espectáculo y publicidad”, asegura. Todo esto, necesita intervalos cortos de tiempo, porque vive del “atractivo de la sorpresa”. Por consiguiente, “por su reducido intervalo de actualidad, la información atomiza el tiempo”.
De este modo, para Han las discusiones racionales se pierden en estas nuevas infocracias, porque se necesitan tiempo para digerir argumentos. “El cortoplacismo general de la sociedad de la información no favorece la democracia. El discurso tiene una temporalidad intrínseca que no es compatible con una comunicación acelerada”.
Así, el cortoplacismo, genera un terreno fértil para la proliferación de un hecho que marca nuestra era. “Las fake news concitan más atención que los hechos”. Y lo ejemplifica en los bots, las cuentas falsas en redes sociales que generan flujo y fake news. “Generan voces masivas con un coste marginal cero que infunden determinados sentimientos”. Ello trae como consecuencia, para Han que “distorsionan masivamente los debates políticos”.
Todo esto, en palabras de Han, genera el fin de la interacción con un otro (el fin de la acción comunicativa, como le llama). Es decir, que ya no es necesario el intercambio de ideas, más bien, las redes se prestan para cada usuario/grupo político solo se escuche a sí mismo. “La expulsión del otro refuerza la compulsión autopropagandística de adoctrinarse con las propias ideas”.
Esta anulación del debate, para Han, la poca empatía y la incapacidad de escuchar, a su juicio es lo que provoca la “crisis de la democracia”. Además, también genera que el efecto de las fake news y el “Régimen de la información” sea que de alguna forma se pierda la creencia en los hechos verdaderos. “La información circula ahora, completamente desconectada de la realidad, en un espacio hiperreal. Se pierde la creencia en la facticidad”.
El libro Infocracia ya se encuentra en las principales librerías del país.