Spiritualized - Everything was beautiful
Jason Pierce (56) vuelve sobre sus pasos y lo hace con gracia incuestionable. El noveno álbum de Spiritualized es un compendio de sus fortalezas en una dosis justa de siete canciones encajadas en 44 minutos, con el desfile de sus amores y obsesiones. El espíritu de Phil Spector ronda de principio a fin en murallones sónicos, los afanes litúrgicos, los encuadres cinematográficos sugiriendo viajes interestelares y psicodelia, las guitarras lánguidas conectadas con parajes country, sonidos de trenes, mantos corales y fundidos in crescendo.
Pierce, un cantante discreto que jamás se complica, funciona perfecto para estas pequeñas sinfonías como The a song (laid in your arms), un festival de guitarras ácidas superpuestas, y I’m coming home again, una canción que se va agigantando hasta captar las dimensiones de una catedral floydiana con cuerdas, vientos, redobles y voces de plegaria. El arranque con Always together with you conecta con ese final: despega cuando la voz de Pierce se une a un coro femenino en medio de castañuelas y violines, como si Spector estuviera en la consola a cargo de una magnificente mezcla estéreo. Perfecto para reclinarse, calzar los audífonos, cerrar los ojos y volar.
Jorge Drexler - Tinta y tiempo
A cinco años del excelente Salvavidas de hielo, el artista uruguayo de 57 años ganador del Oscar vuelve con su toque quirúrgico, el ánimo de la perfección bien llevado, el buen ojo para las alianzas musicales, los versos precisos que quedan circulando en la memoria.
Tinta y tiempo parte con calificación máxima en El Plan maestro, donde de pronto se cruza Rubén Blades insertando una canción distinta y a la vez funcional. Los invitados son de lujo: C.Tangana en tercera colaboración con Drexler para la sugerente Tocarte -”quiero lamer la sal que traes de la playa”-, la cantante pop israelí Noga Erez en la juguetona ¡Oh algoritmo!, y el uruguayo Martín Buscaglia en el grato pop rock de Bendito desconcierto. Las canciones mantienen una apariencia tranquila, pero están colmadas de detalles y lujitos: el cambio de marcha en Corazón impar, las ornamentaciones de Cinturón blanco, la cadencia charrúa de Tinta y tiempo con tonalidad reflexiva y retoques electrónicos, los sutiles giros escénicos de El día que estrenaste el mundo, y el suave arrullo de Duermevela, mediante una mezcla que acerca y aleja la trama instrumental. Una larga espera que, como siempre sucede con Drexler, vale la pena.
Rammstein - Zeit
Con foto de portada a cargo de Bryan Adams, captada en el monumento Trudelturm de Berlín, la monumental banda alemana presenta su octavo trabajo, un álbum fuera de guión. Los planes originales consistían en un largo tour de tres a cuatro años para promocionar Untitled (2019), pero la pandemia dictaminó el encierro, aprovechado por el sexteto para nuevas canciones.
Así, el ánimo predominante de Zeit es crepuscular, melancólico y dramático desde el inicio con Arme der Tristen. La canción que da nombre al disco arranca como balada gótica, hasta tomar pulso con un murallón de guitarras. La amenazante Zick Zack invita al cabeceo, lo mismo la acelerada OK. Meine Tränen exhibe algunos de los riffs más densos, alternados con el protagonismo del bajo. La machacona Angst es uno de los puntos altos: silencios, quiebres, teclados como una sinfonía conducente a la locura. Dicke Titten funde metal y pop con espectacularidad. Las dos últimas -Lügen y Adieu- subrayan magníficamente el carácter lúgubre de Zeit, una obra sin vacilaciones ni rellenos. Es Rammstein en plenitud de sus facultades, recordándonos que cuando se trata de las mejores bandas de metal de las últimas décadas, su nombre es obligatorio.