“Uy, volveré en unos minutos”, dijo el manager de Jimi Hendrix al contemplar la escena en medio de la habitación del hotel Conrad Hilton en Chicago a comienzos de 1968, en la previa de un concierto en el Civic Opera House de la ciudad del viento. Desnudo de la cintura hacia abajo, ataviado sólo con sombrero gaucho y polera, tres chicas rodean al dios de la guitarra eléctrica, cada una en una labor específica.
La primera intenta tomar notas ocultando sin éxito la expresión de asombro: nunca ha visto un pene en su vida.
La segunda sostiene materiales para hacer un molde de los genitales del guitarrista. Se llama Cynthia Albritton, y empuja un proyecto artístico empeñado en inmortalizar las vergas de las más grandes estrellas de rock.
La tercera practica una felación.
Apenas un rato antes, Jimi había sido abordado en la calle por las chicas. “¡Somos The Plaster Casters de Chicago y queremos hacer un molde de yeso de tu Hampton Wick!”, gritaron, portando un maletín negro con los elementos de trabajo.
“Ohhh, si. He oído hablar de tí por alguien del cosmos”, respondió Hendrix, invitando a la comitiva a su habitación.
El zurdo incendiario fue un conejillo de indias en el naciente arte de Cynthia y sus socias. Ese día, en una maniobra que se extendió por casi una hora, la joven aprendió que era necesario lubricar la zona. “El pubis se atascó en el molde. Tuvo mucha paciencia mientras yo sacaba cada vello uno por uno, para no hacerle daño”.
Cynthia cometió otros errores en la experiencia con Hendrix. Se apresuró a desmontar la pieza que terminó fracturada en tres partes, nada que un buen pegamento no pudiera solucionar.
Respecto de Dianne, la amiga encargada de la faceta oral, Cynthia recuerda que “tenía mucho trabajo por delante”. No era tanto la extensión, sino el grosor del miembro del músico, el más dotado en aquella peculiaridad anatómica de su extensa galería.
La chica que tomaba notas abandonó el planeta groupie para convertirse dos años más tarde en furibunda cristiana. Dianne, reputada por sus fellatios, fue una de las cuatro asistentes que tuvo Cynthia durante su trayectoria.
Inspirada en el arte seriado de Andy Warhol, Cynthia Plaster Caster moldeó unos 60 penes.
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“¿Por qué no mato dos pájaros de un tiro?”, pensó Cynthia mientras un profesor dictaba una tarea en la Universidad de Illinois, donde estudiaba arte. “Nos pidió que hiciéramos un molde de yeso de algo que pudiera conservar su forma”.
Nacida el 24 de mayo de 1947 en Chicago, provenía de una familia conservadora. El padre murió sin conocer sus andanzas, mientras la devota madre era constantemente distraída con trucos, como llamarla por teléfono a la misma hora en que la televisión emitía un reportaje sobre su causa artístico-groupie.
“Yo era virgen, y de formación católica. Pero también era una chica muy tonta”, declaró. “Era muy tímida y estaba muy interesada en estas estrellas de rock británicas, y necesitaba alguna forma de aligerar el escenario en la habitación del hotel mientras estaba en presencia de estos semidioses. Algo que me hiciera reír y les hiciera reír a ellos, y que hiciera que todo el mundo se lo pasara bien”.
Pero no todo era la búsqueda de alegría para distender ambientes ante la presencia de una estrella de rock. “También me fascinaban esos misteriosos bultos detrás de las cremalleras de los pantalones de los hombres que nunca había visto”, reconoció. “Cada vez me ponía más cachonda y sentía más curiosidad por el sexo”.
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Cynthia se inició como fan todo terreno en 1964 en la primera visita de The Rolling Stones a EE.UU., cuando grabaron las sesiones conocidas como 12 x 5 en Chicago. “Eso fue realmente lo que me hizo entrar en la onda de las groupies o de las aspirantes a groupies. Fue muy fácil. Averigüé en qué hotel se alojaban y me presenté en el hotel. Me quedé fuera con otras cuatro o cinco chicas y esperé a que llegaran y allí estaban, caminando. No podía creerlo. Estaban en un taxi. Ni siquiera tenían una limusina”.
El acceso expedito a los rockstars se complicó rápidamente. Mucha competencia, interminables filas y la condición virginal, precipitaron la decisión de Cynthia de convertir el trabajo de arte en un boleto a la élite del rock. Sus primeros elegidos fueron Paul Revere and The Raiders, una banda cuya característica era vestir trajes de soldados de la independencia estadounidense. Sin embargo, las instrucciones académicas que sugerían probar con agua, arena y un molde, resultaron inútiles para los fines de Cynthia. O casi, gracias a los encantos del vocalista Mark Lindsey.
“Aunque todavía no sabía demasiado sobre penes, tenía la sensación de que no podría mantenerse sólido en la arena y el agua. Así que en su lugar perdí la virginidad”.
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Cynthia reclutó inicialmente a su mejor amiga Pest para la faceta oral del proyecto, compró el maletín y pegó un adhesivo ovalado con el nombre The Plaster Casters. Se presentaban extendiendo tarjetas.
“Pensamos que teníamos que hacer esto aún más absurdo, pareciendo vendedoras ambulantes”.
Persiguiendo a Cream con la intención de convencer a Eric Clapton, “Mano lenta” aceptó en un comienzo, pero después aseguró tener un amigo aún más interesado en el asunto.
“Era Frank Zappa. Vino la noche siguiente a la habitación de hotel de Eric, y nos hizo algunas preguntas (...)”, recordaría Cynthia. “Estaba muy interesado en lo que hacíamos porque estaba escribiendo un artículo para la revista Life sobre la nueva cultura pop. Y le contamos lo que yo soñaba: hacer una exposición y escribir diarios y hacer dibujos. Volvió a Chicago y dijo ‘estaba pensando en lo que hacen y me gustaría ayudarlas’”.
Ni Clapton ni Zappa fueron modelos de las Plaster Casters, pero este último, dispuesto incluso al aporte monetario de la causa, condujo a una conexión fatal. Tras un robo sufrido por Cynthia en un departamento en Hollywood a comienzos de los 70 el manager de Zappa, Herb Cohen, guardó la colección fálica como medida de seguridad y por décadas se negó a devolverla, argumentando líos financieros con su artista. Cynthia fue a juicio en 1991 y ganó la causa en 1994 recuperando las piezas, algunas con daños.
“Lo que ocurre aquí no es sólo una lucha por el arte”, declaró la artista en medio del juicio. “Es más bien una batalla por la custodia de los hijos. Estas cosas no son sólo piezas de yeso para mí, son como mis hijos. Cada uno guarda recuerdos preciosos para mí”.
La groupie más legendaria de todas, Pamela Des Barres aseguró a la prensa antes de testificar a favor de su amiga, que la trayectoria de la líder de The Plaster Casters “forma parte de la historia del rock tanto como lo que hizo cualquier productor, ingeniero o mánager”.
“Dentro de cien años, cuando la gente recuerde los años 60″, continuó, “Cynthia será recordada como una importante artista pop”.
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Las entrevistas a Cynthia solían conducir a preguntas por los personajes dotados y los discretos. “No soy una reina del tamaño, así que no busco penes grandes”, respondía. “Sólo estoy interesada en capturar los penes de gente talentosa, creativa y súper heroica que ha hecho mi vida mejor, que es realmente genial de una manera u otra”.
Entre las conclusiones de Cynthia, que con el correr de los años se desdobló practicando ella misma el sexo oral junto con manipular la moldura (cuyo material definitivo resultó la pasta utilizada por los dentistas), fue la escasa diferencia entre los miembros cincuncidados y los que no. “No tengo ninguna preferencia. (... ) parecen casi idénticos cuando están duros”.
Negó que las dimensiones de Jello Biafra de The Dead Kennedys fueran memorables como se rumoreaba, y reconoció que Wayne Kramer de MC5 era más bien modesto, aunque con una salvedad. “Sólo capturé su cabeza porque él y (el baterista) Dennis Thompson insistieron en ser hechos simultáneamente (...) Wayne perdió y Dennis realmente... brilló”.
Por razones no del todo claras -dimensiones o manipulación-, Eric Burdon de The Animals y Pete Shelley de The Buzzcocks rompieron el molde. Un roadie de The Who prometió la participación de Roger Daltrey, pero primero debían probar con él. El vocalista observó y se escabulló.
Curiosamente la canción Plaster Caster de Kiss -”el yeso se está poniendo más duro, y mi amor es la perfección, una muestra de mi amor, para su colección”-, no es más que una fantasía. Ningún miembro del pintarrajeado grupo fue convocado a la experiencia. “Parecía que Gene Simmons había escrito la canción para hacer creer a la gente que había sido enyesado, algo que sin duda nunca ocurrió”, aseveró Cynthia. “Pero años más tarde, cuando la banda de Evan Dando, los Lemonheads, la versionaron, empecé a darme cuenta de lo pegadiza que era la melodía. Hoy en día, la canción me parece bien. No me encanta, pero me gusta”.
Sobre su oficio como groupie, Cynthia sentía orgullo. “No creo que haya nada extraño u oscuro en desear hombres con talento, de buen aspecto, frecuentemente ingeniosos y con los que sea divertido estar de forma casual”, argumentó. “No creo que haya nada de zorra en ello. Pero lo he buscado en el diccionario Random House y dice que es una chica joven que sigue a las bandas. No soy joven, y todavía lo hago”.
Por otro lado, las orgías no eran lo suyo. “Aprendí que no me gustaban”, dictaminó. También reveló que su peor experiencia como groupie sucedió con algunos miembros de Led Zeppelin, legendarios por sus brutalidades en la carretera.
Aunque fue señalada como un ícono de género, Cynthia Plaster Caster se consideraba fuera de la categoría. “Descubrí mi feminismo de diferentes maneras. Nunca lo hice para darle la vuelta a la tortilla o estar por encima o algo así”, declaró. “En cierto modo, me sentía como si estuviera en la presencia exaltada de un ser supremo, y esto podía hacer que bajaran al mismo nivel, a la misma página. Pero no era una cosa de empoderamiento”.