Columna de Daniela Lagos: The Staircase, la fascinación de las interrogantes
The staircase no es una serie perfecta. Tiene momentos que se alargan demasiado y otros en que lo gráfico de las escenas parece innecesario, pero que logra tomar un caso que ha fascinado a muchos por décadas y lo transforma en una interesante y atrapante historia para la televisión.
“Quiero hacer un documental sobre la justicia, pero sobre cómo es realmente. Con la defensa, la fiscalía, el juez… todos diciendo cosas diferentes sobre el mismo crimen”, dice el actor Vincent Vermignon en el segundo episodio de la miniserie The staircase (La Escalera, por HBO Max).
Jean-Xavier de Lestrade es el personaje que interpreta, un realizador francés que quiere hacer una serie documental sobre un caso que está siendo investigado en Estados Unidos, donde un escritor y candidato a concejal ha sido acusado de asesinar a su esposa, mientras él afirma que se trató de un accidente; que ella se cayó por las escaleras y eso precipitó el fatal desenlace.
Todo esto -el caso y también el documental- son cosas que ocurrieron realmente a inicios de los años 2000, y que transformaron la muerte de esta mujer en una de las más comentadas, discutidas y revisitadas por los fanáticos del género true crime. Y luego de estar al centro de una serie documental, episodios de diferentes programas de televisión y también podcasts e infinitas discusiones en línea, ahora vuelve a las luces con una plataforma más grande que nunca: una miniserie con nombres estelares en su elenco.
Colin Firth protagoniza en el rol del acusado, mientras Toni Collette aparece en flashbacks, videos familiares y fotos de autopsia interpretando a su fallecida esposa. Y mientras Collette logra, como siempre, una buena actuación, es Firth el que se lleva el mayor peso interpretando a Michael Peterson, un hombre lleno de contradicciones y con el que es difícil empatizar.
La actuación de Firth es sólo uno de los puntos altos de una serie que, tal como lo adelanta el personaje del documentalista, encuentra en el proceso judicial, de fiscalía y defensa, otro de sus mecanismos de enganche. El espectador no sabe la verdad absoluta, sino que es invitado a participar de la construcción de un caso, con todas las concesiones y pasadas por alto de ambos lados que eso implica: con la defensa llevando media docena de expertos forenses a ver la escena del crimen no para buscar la verdad, sino para ver cómo generan un relato que se corresponda con la teoría del accidente; la fiscalía asegurando que saben cuál fue el arma usada aunque no pueden encontrarla; el equipo del documental a la caza de su toma perfecta. Las verdades que se van revelando lentamente, las preguntas que a veces sólo generan más preguntas.
Con todo esto, The staircase no es una serie perfecta. Tiene momentos que se alargan demasiado y otros en que lo gráfico de las escenas parece innecesario, pero que logra tomar un caso que ha fascinado a muchos por décadas y lo transforma en una interesante y atrapante historia para la televisión.
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