Una vez que concluyeron las tres primeras semanas de juicio, Amber Heard despidió a la empresa de relaciones públicas a la que había contratado. Según se reportó a inicios de mayo pasado, la actriz estaba “frustrada porque su historia no se estaba contando de manera efectiva” y puso fin a su vínculo con Precision Strategies, una reputada compañía cofundada por la consultora política Stephanie Cutter, exasesora y subdirectora de campaña de Barack Obama.

Ese sorpresivo anuncio materializó que no todo estaba saliendo bien en Fairfax County, Virginia, donde el 11 de abril había comenzado el juicio por difamación entre la actriz y su exesposo, Johnny Depp, quien exigía US$ 50 millones en daños a raíz de que la intérprete se había descrito a sí misma como una “figura pública que representa el abuso doméstico” en un artículo que publicó en The Washington Post en diciembre de 2018. Heard contrademandó por US$ 100 millones debido a que el equipo del actor señaló que sus acusaciones eran un “engaño” y una “falsificación”.

Es el mismo juicio que, contra su voluntad, se transmitió a diario por streaming y la convirtió en foco de memes, videos de TikTok y teorías que intentaban desmontar su versión. Primero testificó él y luego, tras despedir a la firma con la que trabajaba, fue el turno de ella. Pero el ruido mediático siempre fue abrumadoramente en una dirección, un zumbido permanente encabezado por quienes siguen desde hace años la carrera del actor de Piratas del Caribe.

Foto: REUTERS/Tom Brenner

Este miércoles 1, el jurado compuesto por siete personas, cinco hombres y dos mujeres, presentó un fallo que ha sido descrito como mixto: Heard deberá pagarle US$ 10,4 millones por daños y perjuicios, porque se consideró que actuó con “malicia” en la publicación del texto, mientras que ella recibirá US$ 2 millones a modo de indemnización por ganar un punto de su contrademanda, correspondiente a la difamación de la que fue víctima a través de uno de los abogados de Depp.

Sin embargo, a todas luces la gran derrotada es la actriz de Aquaman y quien sale triunfal es el protagonista de El joven manos de tijera, quien venía de perder en noviembre de 2020 otro juicio por difamación, esa vez en Reino Unido, donde supuestamente es más simple ganar ese tipo de casos. En aquella ocasión se enfrentó con el periódico The Sun, quien lo llamó “golpeador de esposas”, sentencia considerada “sustancialmente cierta” por el juez.

“El extraño, ilógico e injusto fallo tiene el efecto de sancionar el presunto abuso de Heard por parte de Depp y de castigar a Heard por hablar de ello. Esto tendrá un efecto devastador en los sobrevivientes, quienes serán silenciados, ahora, con el conocimiento de que no pueden hablar sobre sus experiencias violentas a manos de los hombres sin la amenaza de una ruinosa demanda por difamación”, escribió ayer Moira Donegan, columnista del periódico The Guardian, agregando que “en ese sentido, el discurso de las mujeres se volvió mucho menos libre”.

Aunque la actriz nunca se volvió una de las figuras más visibles del movimiento, la sentencia emitida en Fairfax County se ha considerado un remezón para el #MeToo y es hoy el gran debate que se está dando en la prensa estadounidense: quienes desestiman las acusaciones de Heard afirman que es ella quien ha dañado al colectivo por supuestamente hacer denuncias “falsas”, y quienes creen en su testimonios y pruebas ven con preocupación el futuro impacto que pueda existir en otros casos similares.

Foto: REUTERS/Elizabeth Frantz/Pool

Aunque no hay que esperar demasiado para apreciar un efecto concreto: un reportaje de la revista Rolling Stone detalla los coletazos que han experimentado durante las últimas semanas distintas organizaciones que brindan apoyo a sobrevivientes de violencia doméstica.

Este se ha traducido en mensajes agresivos a través de redes sociales, pero también en algo mayor: la Dra. Jessica Taylor, psicóloga y autora de libros sobre misoginia y abuso, especificó al medio que “cientos” de personas que han sufrido abusos la han contactado con la idea de retractarse de sus declaraciones públicas en contra de sus victimarios o abandonar los casos judiciales. ¿La razón? Heard ni siquiera mencionó a Depp en su artículo en The Washington Post y no detalló las presuntas agresiones, aunque se entendía como algo tácito que apuntaba en todo momento a quien fuera su esposo entre 2015 y 2016.

“La gente debe saber y tener cuidado: cuando opinan en Facebook e Instagram y creen que se están desahogando con sus amigos, hay exposición allí”, advirtió a ese medio Cici Van Tine, exfiscal de distrito y abogada de divorcios en Massachusetts. “Esto es básicamente el final de MeToo”, indicó Taylor. “Es la muerte de todo el movimiento”.

Algo similar propuso Michelle Goldberg en una columna para The New York Times titulada Amber Heard y la muerte del #MeToo. “La volátil actriz, que en ocasiones fue violenta con Depp y que nunca cumplió su promesa de donar todo el acuerdo de divorcio a la caridad, está muy lejos de ser una víctima perfecta. Eso la convirtió en el objeto perfecto de una reacción violenta de #MeToo”, indicó en una pieza publicada a mediados de mayo, antes de que el jurado entregara su veredicto.

“Si Depp de alguna manera gana, uno puede esperar demandas similares contra otras mujeres que dicen haber sobrevivido al abuso”, anticipaba, citando el caso del músico Marilyn Manson, quien en marzo pasado demandó por difamación a la actriz Evan Rachel Wood, una de las varias mujeres que lo acusan de violencia sexual.

Las fans de Johnny Depp. Foto: REUTERS/Evelyn Hockstein

En otra vereda aparece la columnista Jessica Winter, quien en un artículo para The New Yorker titula: “El veredicto de Depp-Heard es escalofriante”, para luego profundizar en que “muchas víctimas de violencia doméstica que vieron este juicio probablemente concluirán que, si comparten sus experiencias, no les creerán, se avergonzarán y serán condenadas al ostracismo”.

“En resumen, el juicio convirtió el artículo de opinión de 2018 en un uróboro: lo que pretendía ser un testimonio de #MeToo sobre mujeres castigadas por nombrar sus experiencias, se convirtió en un instrumento de #MeToo para castigar a una mujer que nombró sus experiencias”.

“Y sin embargo, ella perdió. Perdió a pesar de los viles mensajes de texto de Depp, generando violentas fantasías de violación y asesinato. Perdió a pesar de fotografía tras fotografía de cortes, moretones e hinchazón. Perdió a pesar de las grabaciones de audio de Depp abusando verbalmente de ella. Perdió a pesar de que su hermana, varios amigos, un maquillador y un consejero de parejas dieron fe de haber visto sus heridas. Y perdió a pesar de enfrentarse al jurado y contar episodios gráficos y dolorosos de supuesta violencia física y sexual. Es cierto que Heard no estuvo bien en el estrado durante el interrogatorio directo: lloraba mucho sin lágrimas y, a menudo, parecía estar interpretando su dolor en lugar de revivirlo”, reza el texto.

El realizador y actor Alex Winter escribió en su cuenta de Twitter: “Hablando personalmente como víctima masculina de abuso, el veredicto no es una ‘victoria para los hombres abusados’, sino un precedente escalofriante que llevará a los abusadores a silenciar y castigar a los sobrevivientes en demandas por difamación. Los hombres y niños abusados ya estaban ganando dentro del #MeToo”.

En Chile también han surgido reacciones al respecto.

La periodista cultural, académica y exdirectora de FEMCINE, Antonella Estévez, dice: “Este caso deja en evidencia que, a pesar de todos los avances del feminismo, tanto en el juicio legal como en el de la opinión pública hombres y mujeres seguimos siendo medidos con diferentes varas. Hay una predisposición cultural –reforzada por siglos de entrenamiento cultural– que hace que una mujer denunciante caiga inmediatamente bajo sospecha. Por siglos a las mujeres que no han querido seguir con los mandatos de sumisión se las ha tildado de locas. La rebeldía ante la injusticia y la valentía para oponerse a ella, que a los hombres se les celebra y estimula, a las mujeres se les castiga. Más allá de que en este caso la impresión general es que la relación en sí misma era abusiva, el castigo mayor –tanto en términos legales como de prestigio– se lo lleva ella, lo que es un mensaje muy poderoso para cualquier mujer que quiera denunciar. Este caso se instala como un ejemplo aleccionador para las mujeres y eso es tremendamente preocupante y peligroso”.

En contraparte, la veterana abogada Lara Yeretsian, citada por el periódico Los Angeles Times, asegura que Heard fue “una testigo terrible” y agregó que “cuando una testigo empieza a embellecer una historia, exagera y dramatiza en exceso, ese testigo pierde credibilidad”.

“El jurado también envió un mensaje claro en este veredicto: ‘no hagas acusaciones falsas de violencia doméstica’. Si lo haces, ¡hay un alto precio que pagar”, remató en la nota.

Amber Heard y el movimiento ingresan de alguna manera en terreno inexplorado: luego de ser el foco de ataques y burlas en internet, y perder uno de los juicios más bullados de la historia de Hollywood, deberá intentar recomponer su vida personal y profesional, mientras intenta revertir el resultado del juicio mediante una apelación, según ratificó este jueves su abogada, Elaine Bredehoft.

En marzo del próximo año se estrena la segunda parte de Aquaman, donde repite su personaje de Mera, el interés romántico del protagonista. La petición para que Warner Bros. la elimine de la cinta acumula cerca de 4,5 millones de firmas en Change.org, una cifra que sigue al alza horas después de que se hiciera pública el fallo. Debido a que el rodaje del filme ya concluyó, parece improbable que la convocatoria tenga éxito, pero es un barómetro de cómo se acentuó el rechazo a su figura tras las seis semanas de juicio en Fairfax County, Virginia.

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