Columna de Daniela Lagos: Stranger Things y Obi-Wan Kenobi: corazones ñoños satisfechos
Dos estrenos vinculados a la ciencia ficción coincidieron en el streaming: la cuarta temporada de Stranger Things, en Netflix, y el debut de Obi-Wan Kenobi, en Disney+. ¿Qué resultados arrojaron?
De seguro fue sólo producto de una coincidencia, pero para muchos fanáticos de la ciencia ficción, el viernes 27 de mayo se convirtió en una especie de Navidad adelantada, con el estreno de dos producciones que si bien tienen historias y cargan pesos muy distintos, ambas generaban altísima expectación: la cuarta temporada de Stranger Things, en Netflix, y el debut de Obi-Wan Kenobi en Disney+.
En el caso del drama de los hermanos Duffer, era un regreso que tenía bastante que probar, luego de una tercera temporada que no había logrado la misma emoción que las dos anteriores. ¿Realmente podían sacar otro buen puñado de capítulos que no se sintieran como una estirada de chicle? ¿Cómo volverían a presentar a un elenco que ya no tiene nada de niños adorables sino que son derechamente adolescentes?
La respuesta llegó en forma de siete episodios (los dos últimos del ciclo se estrenarán el 1 de julio) que si bien no son perfectos, cumplen muy bien su labor. Con los protagonistas ya más crecidos, Stranger Things se la juega por un cambio de tono más oscuro, con imágenes más gráficas y más escenas de terror.
La historia se retoma meses después del final del tercer ciclo: Joyce Byers (Winona Ryder) y sus hijos se han ido a vivir a California, Hopper no está muerto pero sí prisionero en Rusia, y el resto del grupo sigue en Hawkins, tratando de sobrevivir a la rutina y los cambios que llegan con la entrada a la secundaria, y con ser los únicos que saben qué fue lo que realmente pasó en el centro comercial, mientras el resto del pueblo insiste en que sólo se trató de un desafortunado incendio. Eleven, por su parte, también ha partido con los Byers, y debe lidiar con ser el objeto de bullying en su nuevo colegio.
Pero por supuesto, esto es Stranger things, entonces rápidamente al drama adolescente se le suman monstruos que empiezan a cobrar vidas.
Con todo, la cuarta temporada se siente renovada sin perder su encanto, y más adulta sin dejar de lograr la conexión emocional con los personajes. Es un Stranger Things 2.0 que entusiasma, asusta, emociona y engancha (a pesar de que la larguísima duración de los episodios a veces sí se hace sentir), a la espera de los últimos capítulos de la temporada, que dejarán el plato servido para el quinto y final ciclo.
Pero si hablamos de altas expectativas y de una fanaticada lista para ver, disectar y tener fuertes opiniones, la apuesta más alta del súper viernes estaba en Disney+, con el estreno de su tercera serie descolgada del universo Star Wars.
Ewan McGregor retoma su papel de Obi-Wan Kenobi, ahora en una miniserie donde es el protagonista. Ha pasado una década desde los eventos de La venganza de los Sith, los jedi han sido cazados y están prácticamente extintos, y Obi-Wan lleva una vida de bajo perfil en Tatooine, manteniendo un ojo puesto en Luke Skywalker. Esto hasta que debe volver a la acción cuando la pequeña Leia es secuestrada, justamente con el fin de sacarlo de su escondite para cazarlo.
Siendo una serie sobre Obi-Wan Kenobi, este drama tenía mucho que demostrar, o perder. Porque a diferencia de El mandaloriano y El libro de Boba Fett, que presentan historias paralelas a la línea de tiempo principal de la saga, estos seis episodios tienen la responsabilidad de llenar un vacío entre el Episodio III y el IV y traen de vuelta no sólo a Kenobi, sino que también a Luke, Leia y Darth Vader.
Con todo este peso la serie responde, presentando una historia que se mueve con soltura en esa línea entre la nostalgia y lo novedoso, y que presenta una trama simple y entretenida, elevando nuevos personajes a la altura de los ya tan queridos por muchos. Una entrega que, al menos en sus primeros episodios, se pone a tono con una de las franquicias mayúsculas de la cultura pop.