Julieta Venegas (51) estaba agotada y necesitaba levantar bandera blanca para implorar una tregua.
“Realmente se me quitaron las ganas de estar de gira o estar tocando. No sé, estaba muy saturada. Tenía mucha ansiedad. En un momento, cuando paré, tenía un alto nivel de ansiedad que yo no entendía de dónde venía; después me di cuenta que era porque necesitaba aterrizar y poner los pies en la tierra”, admite la cantautora, en conversación con Culto y en recuerdo de la vida que vino después de su última gran gira, aquella que promocionó su álbum Algo sucede (2015), donde las 117 fechas que durante dos años la llevaron a recorrer numerosas latitudes estaban en rigor en sincronía con una figura que ha escrito capítulos distintivos de la cantautoría en español de las últimas décadas.
Pese a ello, Venegas ya no dio más y cambió su carrera -y su destino- de un plumazo. Desarmó todo el equipo con el que venía trabajando, se apartó de quienes habían manejado su trayectoria hasta ese entonces y dejó México para mudarse junto a su hija Simona a Buenos Aires, donde reside hasta hoy. Un giro radical, un cambio de piel sin ataduras nostálgicas.
“Fue un desgaste en muchos sentidos. Por eso, hace un par de años desarmé todo el equipo que había armado, todo el equipo de management, mi estudio, mi banda, todo. Me mudé de país, empecé otra vez haciendo shows yo sola, hice una gira que se llamó Íntimo y eso fue empezar otra vez a sentir una solidez y una conexión total con mi proceso artístico, porque a veces en la onda de gira, disco, gira, disco, eso se me empezó a ir un poco. Fue como ‘hey, espérame, pausa, necesito volver a llegar a mi casa y que se me antoje tocar el piano y no pensar en otra cosa’”.
-¿Qué sentía que se había desgastado?
Pues se había desgastado mucho, o sea, estuvimos años de gira en ese último disco, en Algo sucede, y en medio pasaron muchas cosas que me fueron agotando, en donde sentía que mucha gente estaba empezando a hablar por mí. Supongo que es natural cuando empiezas a delegar cosas. Necesitaba volver a hacer todo esto mío y después ver hacia dónde lo delego.
-¿Sintió que había perdido el control de su carrera?
Es que no sé si llamarlo control, pero sí, puede ser, porque yo estaba gran parte del tiempo de gira, entonces no tenía mucho tiempo para pensar en otra cosa. Yo llevaba mucho tiempo de viaje. Llegaba a mi casa y en lo que me recuperaba ya estaba empezando otra cosa, y pues mi hija es chica todavía. Ahorita tiene once, pero en ese momento estaba de seis años y lo último que yo quería era estar yéndome tanto tiempo. No podía balancear mi vida con mi trabajo, o sea, tenía que haber una manera. O me pongo a la parrilla completamente y tengo que abandonar mi vida, o abandono mi carrera. Era un poco eso lo que surgió, ese tipo de preguntas. Como que en un momento me di cuenta que simplemente no quería seguir haciendo nada, quería parar completamente y para eso tuve que soltar todo, y fue un buen ejercicio, la verdad.
-¿Alguna vez sintió presión por repetir los éxitos de los discos Sí o Limón y sal, la obligación de nuevamente tener un álbum multiventas o una etapa muy expuesta?
Más que nada como que las giras eran muy extensas. Nadie te está diciendo que tienes que hacer las cosas, nadie te presiona, no creo que exista la presión de la industria, yo creo que siempre nos presionamos nosotros mismos. Yo siento que mi vida cambió mucho cuando me quedé embarazada y tuve a mi hija, y en ese sentido como que tomé una decisión de tomar un camino en vez de otro, como que decidí que mi prioridad iba por otro lado. Ya no era mi carrera mi prioridad. Sí me importa y me importa cuidarla y me importa hacer música, pero lo principal es disfrutarlo, y para disfrutarlo tengo que saber que mi vida personal está bien, y eso también significa que mi hija está bien.
“Yo a todas mis amigas cantantes les digo: salgan mucho de gira y hagan todo mientras no tienen hijos porque una vez que tienes hijos...no es porque, digamos, el mundo te obliga a ser madre de una manera o de otra. Pero si vas a tener un hijo y vas a irte de gira, entonces qué sentido, ¿no? Está bueno disfrutarlo también porque es como que en un segundo ya (tu hijo) es una persona que sí le afectó que yo me fuera de gira.
En un momento me di cuenta que simplemente no quería seguir haciendo nada, quería parar completamente y para eso tuve que soltar todo, y fue un buen ejercicio, la verdad”.
“Ahora digo que sí valió la pena todos los cambios que hice, todas las decisiones que tomé valieron la pena, porque nunca he sido una loca irresponsable que dice ‘ahora mando todo a la mierda y listo’. No, realmente hago las cosas con cierta seriedad. Para mí la música siempre ha sido algo serio, algo necesario, algo que sí me tomo en serio, porque no lo veo como ‘ay, listo, lo puedo tirar a la basura, no importa’. Para nada. Cuido la necesidad mía de escribir canciones”.
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Por lo mismo, cuando en 2020 irrumpió la pandemia y el mundo de los músicos se paralizó por obligación, la mexicana se puso manos a la obra. Por ejemplo, colaboró a distancia con la estrella planetaria del momento, Bad Bunny, en el tema Lo siento BB:/, una alianza bajo el pulso martilleante de la música urbana y a cargo del productor puertorriqueño-dominicano Tainy.
“Yo ya venía escuchando a Bad Bunny en la pandemia y su disco nuevo me gustó mucho, porque siento que ya no es sólo un artista de reggaetón. Incluso, su discurso dentro de sus canciones me interesa un montón, porque las mujeres que él plantea en sus canciones son mujeres pensantes, sintientes, que quieren perrear pero a lo mejor no quieren hacerlo con un hombre, y si no te hacen caso, pues te aguantas. Me gusta mucho la figura de la mujer en sus canciones. Soy fan de Bad Bunny. Y se me hace muy general decir que la música urbana es machista, porque me parece que es un mundo muy amplio de música”.
En el confinamiento también empezó a dar cuerpo a sus propias composiciones y, cuando ya tenía un puñado, contactó al cantautor chileno Álex Anwandter, de quien se declara fanática. “Le dije: oye Álex, me gustaría que me dijeras si realmente estoy lista, si tengo canciones o si nada qué ver. Un día me gustaban mucho todas y al otro me parecían horribles. Y al final con Álex nos juntamos y terminamos haciendo un disco”.
De hecho, el ex Teleradio Donoso será el productor de su próximo título, con estreno para este año, justo en una temporada donde también pasará por Chile, cuando el 28 de agosto se presente en el Teatro Municipal de Santiago. Como adelanto de su próximo álbum, ya salieron los singles Mismo amor y, recién esta semana, Caminar sola, track donde describe la inseguridad que la mayoría de las mujeres siente al transitar sola por una calle durante la noche, sugiriéndole a los hombres que se pongan en ese lugar.
“Hablo del miedo que siento como mujer de caminar sola en la noche y cómo me parece una locura que sea algo aceptado, que hayamos construido una sociedad donde eso se da como normal. Siempre que salimos de fiesta, las mujeres le decimos a una amiga: ‘avísame cuando llegues, por favor’. Es algo que no debería ser tan habitual y siempre tenemos que volver sobre esta conversación”.
-¿Qué solución puede existir para que esos temas dejen de estar normalizados?
Claramente no hay ninguna solución. Hay la posibilidad de seguir regresando al tema, insistiendo sobre él y reflexionado sobre él. Soy de las feministas que cree que, para pensar en cambios posibles, tenemos que llegar a los hombres también. Entonces, en esa canción invito a una figura que llamo mi hermano, pero puede ser cualquier hombre de mi vida, y le digo “bueno, ponte en mi cuerpo, mira con mi cuerpo y con mis temores, directo a los ojos de lo que me suelo encontrar”.
-¿Y cómo lo ve? ¿Los hombres integran esta clase de temas a sus vidas?
Definitivamente. Sí, hombres que tienen mujeres en su vida y que son pensantes y sintientes, sensibles, van a introducirse en esos temas. Si no existe ese cambio, nunca vamos a llegar a ningún lado. Pero todos los hombres están conectados a alguna mujer, ya sea su mamá, su hermana, sus hijas, su novia, su pareja. Todo el mundo tenemos hombres y mujeres. No podemos pensar que el mundo se puede separar y se mueve por un lado las mujeres y por otro los hombres. Hay una escritora que yo admiro, que es Rita Segato, una antropóloga argentina, que dice que la idea no es tumbar el patriarcado, porque yo creo que todo el mundo crecimos bajo un velo del patriarcado y todo el mundo crecimos ahí y aceptamos un montón de cosas. Pero ella dice: “no podemos tumbarlo, pero se puede erosionar”, que me gusta mucho la palabra. “Vamos erosionándolo”, vamos poco a poco, un poco más amable, vamos insistiendo.
-¿Cómo se erosiona?
Yo lo tomo como una cuestión más suave, como “vamos a seguir hablando del tema, volver a tocar el tema, otra vez volvamos al tema”. Yo creo que hay temas que no podemos soltar.
-¿Qué debería mejorar el feminismo o en qué aspectos podría cambiar?
Es que no creo en un feminismo nada más. Creo que hay muchos feminismos. O sea, yo me considero feminista porque siento que el tema de las mujeres es importante y también es político, pero no me considero feminista en el sentido de que no sé cómo explicarlo. Yo creo que no hay una sola rama. Es importante que las mujeres también nos comuniquemos, leamos mucho, tengamos más contacto con la temática femenina, pero no creo que haya una sola manera de ser feminista. Para nada creo que haya una manera correcta de serlo. Hay que aprender un montón de cosas todavía, hay que cuestionar mucho lo que vemos porque también los medios de comunicación nos tiran un montón de información que a veces no ayuda a la construcción que tenemos de nuestra propia identidad, de lo que somos nosotras. Yo me doy cuenta, a pesar de todo lo que he hecho en mi vida, de todos los discos, de toda la música, que a mí me costó mucho trabajo creerme lo que soy artísticamente. Siempre me sentí como con el síndrome del impostor. Sentía que estaba ocupando un lugar que no merecía. Todo el tiempo.
-¿Nunca se sintió discriminada en ámbitos más rockeros?
Jamás. Siempre me trataron con todo respeto. Yo abriéndole a Molotov, la gente, a lo mejor era mi acordeón que los descolocaba un poquito al principio, que era como “guau ¿y esta?”, pero siempre fue muy lindo, siempre sentí respeto, buena onda. Jamás me sentí discriminada. Nunca hubo una situación en la que yo dijera “uy, me descalificaron, qué mal”.
Siempre me sentí como con el síndrome del impostor. Sentía que estaba ocupando un lugar que no merecía”
-Cuando piensa en su trayectoria de aquí a 20 años, ¿a la carrera de quién le gustaría asemejarse?
Siempre Caetano Veloso. O sea, yo siento que él siempre a través de su larga trayectoria ha encontrado maneras en donde sus decisiones son artísticas y acertadas. Yo soy muy fan, él y Marisa Monte son ídolos. Me parece muy inspirador.
-Colaboró con ella, de hecho.
Sí, con Marisa colaboré. Con Caetano lo intenté, pero me dijo que no, pero está bien.
-¿Por qué dijo que no?
Es Caetano, me puede decir que no. Además a mis amigas les decía: “mala noticia, me dijo que no; pero buena noticia, ¡tengo un mail que me mandó Caetano Veloso!”. Tengo un mail de Caetano Veloso. Listo. Además él sale mucho de gira. Era difícil.