“Creo que el tiempo ha pasado rápido haciendo lo que amo, tal vez demasiado rápido”, dice al teléfono desde Nashville la británica Joss Stone (35).
Habiendo editado su debut hace casi 20 años y a la edad de 16, asegura haber estado tan ocupada que el tiempo parece haberse ido sin notarlo. “Y me olvido de muchas cosas, de dónde he estado o a quién he conocido. Le comentaba hace poco a (mi novio) Cody que es demasiada la información y no puedo pensar realmente en la próxima semana o la que vendrá después, o en la semana anterior, y que estoy cien por ciento en el momento. Ya sea si hablo contigo, o si hago un disco, o si escribo una canción, pues eso es lo que hago. Es algo muy enfocado, solo que es una lástima olvidarme de cosas. Siento que veinte años es harto tiempo para estar haciendo algo, así que debería celebrarlo, porque no hubiera imaginado nunca tener una carrera así de larga, he tenido mucha suerte”.
Con aquella mentalidad, la gira Total World Tour, iniciada poco antes de la pandemia, le llevó a recorrer cada uno de los países del mundo, excepto uno. “En la última parada de la gira, en Irak, no me dejaron tocar. Ese fue el único, pero fue sorprendente poder llegar a visitar cada país que existe y hacer música en cada lugar. En algún momento tengo que volver, no sé cuándo ni si me dejaran entrar”, ríe.
Si algo ha aprendido Joss Stone llevando su música a literalmente todas partes es que “la música se trata de que la gente se sienta consolada. A la gente le gusta mucho el soul y el blues porque, aunque las canciones sean tristes, nadie quiere sentir soledad. Todos tenemos tristezas, todos nos enamoramos, todos tenemos nuestras pequeñas peleas, ya que simplemente somos humanos. Me di cuenta de que para eso es la música”.
-¿De qué forma haberse percatado de aquello influyó en su nuevo álbum Never forget my love?
En que al momento de hacerlo intenté conectar con la gente y ser lo más honesta que puedo con mis historias, ser lo más real que pueda porque sé que eso hará sentir bien a la gente y les hará emocionarse.
-¿Qué canciones tuvieron ese efecto en usted en su juventud?
Yo escuchaba mucho los discos de mis padres cuando era muy joven. Hay una canción de Linton Kwesi Johnson que se llama Sonny’s Lettah que es muy triste y se trata de dos hermanos que viajan a Inglaterra. Uno de ellos es asesinado y el otro le escribe a su madre contándole lo ocurrido. Verdaderamente sientes el dolor de la madre ahí. Puedes sentir amor y tristeza. Cuando yo era una pequeña niña esa música me impactó mucho. Hay canciones que provocan eso. No he podido olvidarla, se ha quedado conmigo y creo que es por lo que siente la madre. La otra canción es Tears in Heaven de Eric Clapton, que habla sobre cuando él perdió a su hijo. Mi padre me enseñaba de música, me decía ‘pon atención a las palabras, Joss, esto es sobre un hombre que perdió a su hijo pequeño, es algo que ocurrió de verdad’, y yo tenía como cinco años. Le acompañé a buscar a mi madre a karate -ella solía ir a clases para escapar de sus hijos (ríe)- y la íbamos escuchando. Yo estuve llorando por días. Mi madre le decía ‘¿qué le hiciste a Joss?’ Suena como un trauma, pero es algo humano. Una vez que sientes amor, eso se queda contigo aunque la persona ya no esté contigo. La música emociona porque somos humanos y no podemos apagar nuestros corazones, necesitan ser cultivados y alimentados, es como una terapia.
Agua para el alma
Desde el comienzo de su carrera, Joss Stone nunca se sintió muy cómoda con el aspecto banal del mundo del espectáculo.
Obligada por la disquera a aparecer en videos y fotos promocionales a temprana edad, logró zafarse en 2010 de EMI para tomar las riendas de su carrera. “Eran otros tiempos, supongo, pero la prensa era muy presionante conmigo y todo era incómodo y sin propósito. La idea de las entrevistas es que la gente se entere de que tengo nueva música y que vengan a mi show, no que se enteren de cómo me visto. Decidí dejar eso de lado para hacer música solo para mis verdaderos fans, y si perdía a muchos a los que no les gustaba, pues iba a estar bien. Costó años hacerlo, pero al fin tengo mi vida y puedo ir a comprar una caja de leche y todos actúan normales conmigo”, sentencia.
“Todo depende de cómo quieres que sea tu vida. En mi caso, el comienzo de este cambio fue salirme de la discográfica. Estuve tres años intentando que me dejaran salir, era muy joven y no sabía cómo zafar del trato, así que hacía las cosas más ridículas posibles y actuaba como una niña, hasta que al final llegó un nuevo dueño a EMI -que se estaba cayendo a pedazos, porque eran terribles- y me senté con Elio (Leoni-Sceti) a conversar. Él me decía ‘no vamos a dejarte ir, eso no va a pasar’, y le pregunté si alguna vez se había tomado el tiempo de escuchar mi música. Me dijo ‘no, no tengo interés en tu música, tú generas cierta cantidad de dinero para la compañía, es así de simple, y no voy a empantanar mi cerebro pensando si me gusta o no lo que haces’.
“Cuando lo escuché, pensé: eso es ser honesto y lo aprecio. Entonces le dije: ¿qué necesitas? ¿Quieres mi casa, quieres mi ropa? ¿Por qué no te llevas todo el dinero invertido de vuelta y sacas un poco más de los discos que yo haga en el futuro, lo que te sirva para que tus números cuadren, y para que yo pueda hacer lo que quiera? Y me dijo que OK. Es lo mejor que hice, y aunque él fue algo crudo y no estaba interesado en mi música, al menos fue honesto y me dio libertad. Fue un gran precio monetario por un costo bajo en mi vida”.
Gracias a aquella nueva libertad, Joss pudo embarcarse a llevar su música a cada rincón, “con gente hermosa y conociendo a los seres humanos más encantadores”, añade. “No hubiera podido hacer eso si hubiese tenido un contrato disquero, soy afortunada de haber salido de esa. Después de tantos años, me siento agradecida de que mis fans sigan conmigo, ya que ellos me permiten hacer esto, y lo hago para ellos”.
Entre los seres humanos encantadores que Joss ha conocido se cuenta Dave Stewart de Eurythmics, quien produjo su álbum LP1 hace una década y volvió recientemente a la silla de productor y co-autor en el flamante Never Forget My Love editado el 11 de febrero recién pasado. “Amo a Dave y lo que hace. (En 2011) me llamó para formar parte de una banda (SuperHeavy) y sabía que me estaba invitando a algo bueno, así que le dije que sí sin saber quién más estaba. Cuando supe que incluía a Damian Marley pensé ‘bien, estamos trabajando con leyendas’, pero al escuchar que estaba también Mick Jagger le dije ‘¿Y para qué me quieres ahí? ¡No puedo estar con esta gente!’ (Ríe) Estaba emocionada, fue muy genial trabajar con Mick, realmente lo mejor”.
*Las entradas para su concierto de este jueves 9 de junio en el Movistar Arena de Santiago, donde comparte cartel con Francisca Valenzuela (KT Tunstall canceló su venida), se pueden adquirir a través de Puntoticket.