A Dan Kwan y Daniel Scheinert les aterraba (y les aterra) el concepto del multiverso. De hecho, la dupla de directores –que se hace llamar Daniels– piensa que debería ser algo que inspire temor en general.
Por contradictorio que luzca, esa misma certeza es la que hace seis años los impulsó a empezar a escribir Todo en todas partes al mismo tiempo (Everything everywhere all at once), una de las películas estadounidenses que ha dominado la conversación en lo que va de año y que acaba de llegar con funciones de preestreno a salas chilenas (el jueves 23 en todos los cines).
Protagonizado por Michelle Yeoh, el filme presenta a Evelyn, una dueña de una lavandería que encara múltiples encrucijadas: el servicio de impuestos le persigue para que ordene los documentos del negocio, su esposo (Ke Huy Quan) se quiere separar de ella y mantiene una áspera relación con una hija a la que no entiende (Stephanie Hsu). Además, debe cumplir con los cuidados de un padre mayor con movilidad reducida (James Hong).
En ese momento se produce una ruptura interdimensional que altera la realidad y lanza a la protagonista a una aventura en que debe salvar el mundo, mientras asimila su vínculo con las infinitas versiones de sí misma en el multiverso.
Responsables de una película anterior que los hizo ganar un nombre en la industria (Swiss army man, 2016), además de videoclips para bandas como Foster the People y Tenacious D, los cineastas utilizan esa premisa para circular por un amplio abanico de géneros y emociones, sumergiendo al espectador en un desenfrenado viaje que progresivamente va exponiendo sus lógicas.
El resultado es su delirante respuesta a la mirada que ambos tienen del multiverso –antes explorado por títulos como la serie Rick and Morty y la superproducción Doctor Strange en el multiverso de la locura– y a su percepción del mundo actual.
“Creo que la vida siempre ha sido un caos, pero nunca habíamos estado tan cerca del caos. Está literalmente en nuestros bolsillos todos los días. Espero que esta película, de una manera extraña, por caótica que sea, conecte con el público porque reconozcan esta vida y a sí mismos en ella”, explicó Kwan a The Verge.
En ese sentido, los directores se propusieron responder a una interrogante. “¿Podemos crear una película multiverso que nos sostenga a todos juntos lo mejor posible, de una manera que sea unificadora? Porque ninguna de nuestras narrativas está haciendo eso”, señaló Kwan. “Todo se está cayendo a pedazos”, agregó en su análisis.
Aplicando su particular impronta, los realizadores amasan una cinta en que tienen espacio algunas de las secuencias de acción más inventivas y absurdas del cine reciente, donde se cruzan desde el humor escatológico hasta guiños a títulos como Ratatouille. También, con la misma naturalidad, introducen momentos que tocan la fibra y vuelven más compleja su inclasificable propuesta. “Siempre existe esta tensión entre ‘quiero que el público me ame’ y ‘no me importa si me amas’. Te voy a desafiar, pero por favor que te guste. Nuestro trabajo siempre ha estado tratando de luchar con eso, y en esta dijimos: ‘Quiero que me amen’”, plantearon.
“Combinamos lo increíblemente inmaduro y profano con la belleza realmente profunda e inspiradora, porque creo que así es como funciona el mundo”, definieron la pareja de directores.
En una de sus capas más interesantes, Todo en todas partes al mismo tiempo es un retrato de las fracturas que pueden separar a las distintas generaciones dentro de una misma familia. Un conflicto que se canaliza a través de la distancia de Evelyn con su hija, Joy.
“Creo que una de las cosas sobre el amor generacional a las que llegamos mientras hacíamos esto fue la empatía. Intentamos crear una historia empática sobre lo difícil que es para la generación de nuestros padres entender a nuestra generación”, afirmó Scheinert. La ironía es que, después de años de desarrollo y escritura, los cineastas se terminaron identificando más con el personaje de la protagonista que con la adolescente de la historia.
En última instancia, la cinta es un tributo a Matrix (1999), un clásico moderno del que ambos son admiradores, sellando una reflexión que cuestiona nuestra realidad y crea un universo deslumbrante tanto en la visualidad como en el plano de las ideas. “El hecho de que ciertas personas dejen el cine casi sintiéndose unidas a las personas que los rodean, porque todos emprendieron este viaje juntos, es tan profundo”, comentó Kwan sobre quienes han asistido a ver su filme en la pantalla grande.
Aunque la película ha sido un éxito en Estados Unidos –con US$ 61 millones, es la cinta con mayor recaudación del estudio A24–, luce improbable que generen algún tipo de secuela o continuación. Y luego de haber rechazado dirigir la primera temporada de la serie Loki (Disney+), tampoco está en el horizonte de la pareja ponerse detrás de las cámaras de una producción convencional. Su norte es trazar una ruta propia e imposible de predecir.