Fue en Valparaíso. En el puerto principal, con el ventarrón porteño de invitado, sus cerros, sus calles y sus niños, el poeta Augusto D’Halmar pidió la palabra y procedió a leer un poema conmovedor y a la vez sublime. Eran los días finales de 1936, en una velada fúnebre en homenaje a Federico García Lorca, muerto en agosto de ese año durante la Guerra Civil Española

El poema se llamaba Responso a García Lorca, y lo firmaba un joven rancagüino de 26 años, desconocido hasta ese momento. Óscar Castro. Con un perfecto octosílabo, Castro escribió: “No murió como un gitano / no murió de puñalada / Cinco fusiles buscaron / por cinco caminos su alma”.

“Esa fue su entrada en la poesía chilena”, comenta a Culto el escritor Ernesto Pfeiffer. Dos años después, ese poema apreció en su primer libro, Camino en el alba. Desde ahí, Óscar Castro despuntó como uno de los nombres esenciales de la poesía chilena de la primera mitad del siglo XX.

Su legado fueron otros dos libros de poesía: Viaje del alba a la noche (1938) y Reconquista del hombre (1944), más cuentos y novelas. Castro tuvo pocas publicaciones en vida, debido a su temprana muerte a los 37 años por tuberculosis. Su obra se siguió publicando de manera póstuma. Hoy, llega a las librerías un volumen editado por Ediciones Universidad de Valparaíso llamado Para que no me olvides. Antología de Óscar Castro, que rescata poemas, cuentos y cartas del rancagüino.

“Está pensado para las personas que no lo han leído -comenta Ernesto Pfeiffer, director de Ediciones UV-. Es una primera aproximación bastante completa, para que se puedan hacer una idea de la obra de él”.

Entre la técnica y lo social

La relevancia de Castro en la escena literaria chilena, está puesta en dos aspectos, señala Pfeiffer. El primero, tiene que ver con un aspecto de la técnica poética. “Tiene que ver con el dominio formal, con la forma en que él asimila la tradición española, la hace suya y la lleva al campo chileno, la zona central. Las filigranas, las formas de manejas las formas métricas, el verso, que lo hacen cercano a la canción. Él dio cuenta de la vida de la zona central a través del canto”.

Además, en su trabajo narrativo, e influenciado por la llamada Generación literaria del 38, la que incluía a Gonzalo Rojas, Francisco Coloane, Carlos Droguett o Nicomedes Guzman, Castro puso el pie en una mirada social. “Hay una mirada crítica de los latifundistas, del patrón, siempre mirando desde la óptica del trabajador, eso está en sus cuentos, y está también en sus poemas, donde se retratan infancias difíciles, precarias”, explica Pfeiffer.

“Incluso, hay otro elemento, de manera incipiente -agrega Pfeiffer-. En un poema llamado Descubrimiento de América, se acercó a una poesía americanista, que recuerda los primeros poemas del Canto General, de Neruda”.

Ya en los 60, como parte del neofolclor, surgió el grupo Los 4 de Chile, liderado por las voces de los actores Humberto y Héctor Duvauchelle (este último, hizo de relator en la Cantata de Santa María de Iquique, de Quilapayún). Ellos rescataron la obra poética de Óscar Castro a través de tonadas y canciones, lo cual le dio una especie de “segundo aire” a su obra. Entre otras, destacó la canción Para que no me olvides, que incluía unos versos inmortales: “Yo pintaré de rosa el horizonte y pintaré de azul los alelíes y doraré de luna tus cabellos para que no me olvides”.

Claridad contra el surrealismo

Castro se identificaba con lo que se llamó “Poesía de la claridad”. Una estética influenciada por Federico García Lorca y que además cultivaban Luis Oyarzún, Jorge Millas, Alberto Baeza Flores, en contraposición a la poesía de vanguardia, que llevaban a cabo Vicente Huidobro, Juan Emar, el Neruda de Residencia en la tierra o el grupo La Mandrágora, liderados por Braulio Arenas, Teófilo Cid y Enrique Gómez Correa. “Buscaba ser cristalina, diáfana, clara. Estaba al servicio de las personas que iban a escuchar más que a leer”, comenta Pfeiffer. Su búsqueda implicaba temáticas contingentes que entendiera la gente común.

En su Poema de la tierra, por ejemplo, escribió: “Tierra humilde y reseca del patio de la casa / pintada por la sombra de movedizas parras / Tierra sin horizontes, heredad que termina / junto a la vertical tierra de las murallas”.

Por ello, Pfeiffer destaca la poesía de Castro en su aspecto auditivo: “Hay una vitalidad, una fuerza en su poesía más allá del vocabulario, que nos puede parecer más artificioso, hay una potencia sonora, que lo hace ser un poeta sobresaliente, si uno lo lee en voz alta, se escucha y se siente”.

La antología Para que no me olvides. Antología de Óscar Castro, tendrá su lanzamiento este miércoles 15 de junio a las 12.00 horas en el Liceo Bicentenario Óscar Castro, de Rancagua.