“Paul fue uno de los bajistas más innovadores de la historia”, proclamó irrebatible John Lennon a la revista Playboy tres meses antes de morir. Siempre atento a las necesidades de la canción, en esquina contraria a la verborrea de contemporáneos como John Entwistle de The Who y Jack Bruce de Cream, McCartney angulaba melodías y ritmos con diversidad de recursos, ensamblados a la perfección con el resto del andamiaje instrumental.

Aunque en su carrera solista ha compuesto catedrales al bajo -el descomunal despliegue en Mrs Vandebilt, el pulso disco irresistible de Goodnight tonight-, repasamos algunos de sus mejores títulos en la especialidad junto a The Beatles.

While my guitar gently weeps (1968)

“Puedes controlar a la banda con el bajo”, confesó McCartney en el documental 3,2,1 (2021) junto a Rick Rubin, desmontando clásicos como este. Oficialmente se trata de una de las mejores contribuciones de George Harrison con Eric Clapton de invitado poniendo el alma en el solo, pero también es una demostración de protagonismo solapado de Paul. El bajo ronco y agresivo contrapesa el ambiente solemne de la pieza.

Rain (1966)

La canción favorita de Ringo Starr por su desempeño en batería, es también una de las composiciones más representativas de Paul como bajista interpretando líneas inesperadas y melódicas, mientras otras replican redobles y fills más generosos que de costumbre en manos de Ringo. En el estribillo de corte oriental, McCartney crea una secuencia de notas agudas que refuerzan la sensación de mantra.

Helter skelter (1968)

Mientras John, George y Ringo, apenas tuvieron oportunidad, se marcharon a la campiña, McCartney se quedó en la capital británica absorbiendo el “swinging London” y renovando ideas. En medio de ese feedback, se propuso superar el ruido y el caos orquestado de The Who en I can see for miles. El resultado fue Helter Skelter, con una ejecución completamente distinta a su habitual estilo melódico. El bajo impulsa líneas machacantes y una ligera distorsión que proviene del rudo ataque de las cuerdas. ¿Proto metal? Absolutamente.

Paperback writer (1966)

John quedó impresionado con el sonido del bajo en un tema de Wilson Pickett, alentando a emular esa presencia para uno de los mejores singles de The Beatles. El ingeniero Geoff Emerick capturó la textura del Rickenbacker que McCartney utilizó en la etapa experimental del cuarteto, mediante un parlante que actuó como micrófono. “Lo colocamos directamente delante del altavoz de bajos”, explicó Emerick, “y el diafragma móvil del segundo altavoz hizo la corriente eléctrica”.

Aunque las líneas son más bien sencillas, McCartney aplica una de sus características: aborda cada estrofa con sutiles cambios. Como resultado, rara vez toca dos veces lo mismo.

Taxman (1966)

La canción que Lennon reclamaba haber dado forma para un atribulado George que no sabía cómo terminarla, también ejemplifica a Paul asumiendo el mando desde el bajo para completar los espacios entre unos riffs cortantes, que por sí solos apenas esbozan el tema. Por si fuera poco, Macca aportó el sicodélico solo de guitarra.

Come together (1969)

Probablemente la quintaesencia de Paul McCartney como bajista en The Beatles con sus líneas más distintivas. Sólo en el estribillo las guitarras logran contrapesar medianamente la presencia de las cuatro cuerdas, gracias a una maciza frase elástica acoplada al elegante pase entre toms y hi hat de Ringo. La melodía de Paul aparenta sutileza entre soul y jazz, convocando misterio y cadencia.

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En el inicio solista, Paul McCartney lidió con los prejuicios de la crítica que insistía en encasillar su obra como propia de un compositor azucarado y más ligero que sus ex compañeros de The Beatles. John era el rockero, Harrison el místico liberado, en tanto Ringo sorprendió con un seguidilla de exitosos singles en el primer lustro post separación.

El tiempo puso las cosas en su lugar. Tal como en el cuarteto, donde era lejos el más versátil como autor, instrumentista y cantante, la trayectoria de Macca demostró capacidad para oscilar desde material íntimo, romántico y pop, a piezas complejas y endurecidas.

Maybe I’m amazed (1970)

McCartney está completamente abrumado por la separación de The Beatles, y a la vez sorprendido de cuánto apoyo necesita de la familia, en particular de su esposa Linda. En esta canción de amor y dudas, donde se cuestiona cómo responde al sentimiento de su pareja, entre otras reflexiones, transita desde el cantautor al piano hasta el rockero intenso de aires góspel, a cargo de todos los instrumentos.

Band on the run (1973)

Las canciones subdivididas como suite se integraron al lenguaje de McCartney desde A day in the life (1967), una de las primeras composiciones genuinamente progresivas de la historia. Paul perfeccionó la artesanía de las piezas enlazadas en Abbey road (1969), pero Band on the run no necesita más de cinco minutos para darnos un paseo por el soul, luego el hard rock con sintetizadores, seguido de un quiebre sinfónico que decanta en guitarras playeras. Fenomenal.

Jet (1973)

Sentado en una colina de su granja, Paul compuso esta canción en guitarra acústica. El nombre está tomado de un pony que poseía con Linda, también elegido porque calculó su efecto para corear en estadios. Nuevamente, se trata de un viaje intenso por diversos estilos encadenados con extraordinaria fluidez. De la fanfarria inicial apoyada en una guitarra reggae con gritos de fondo de Paul, clic a un ambiente sónico glam con una densa base de sintetizador Moog -una sola nota a cargo de Linda-, a un puente que recuerda los días de la beatlemanía, y el estribillo para levantar el puño. La letra descrita como críptica tiene un remitente: el suegro de McCartney.

Live and let die (1973)

Denny Seiwell, baterista de Wings entre 1972 y 1973, contó que cuando McCartney presentó la canción solicitada para Live and let die, la nueva aventura de James Bond en la era de Roger Moore, “fue algo que recordaré el resto de mi vida”. Paul despachó un sábado la novela homónima de Ian Fleming en un descanso de las sesiones del álbum Red Rose Speedway (1973), y al día siguiente dio forma al tema, recurriendo a su formato favorito de aquel periodo, la suite, con arreglos sinfónicos a cargo de George Martin.

Mull of Kintyre (1977)

Para los registros, 1977 es el año del punk británico, un puñetazo al rock progresivo y la élite musical de los 60, entre los que se contaba Macca. También es el año de este single en las antípodas de esa furia, un emotivo canto marinero que evoca el hogar con estribillo para levantar copas, mientras una banda de gaiteros impone un solemne ambiente. Fue un exitazo de aquella navidad y el sencillo más vendido de Inglaterra hasta 1984.

Let ‘em in (1976)

Una canción sencilla y memorable con escasas notas al bajo, de aire militar gracias a los redobles del guitarrista Denny Laine, eximido de labores con su instrumento en esta mano, engalanada por una melodía de vientos que replica a una banda de guerra. La letra es una invitación a dejar pasar a familiares y amigos a la casa, incluyendo a The Everly Brothers, influencia central en McCartney.

Let me roll it (1973)

Acusada de acto reflejo al estilo crudo de John Lennon por su reverberancia y guitarras afiladas -un recurso manido en aquel tiempo-, y como una señal de paz después de los arañazos mediante canciones y declaraciones entre ambos, Let me roll it es más bien una composición de emotivo estribillo que reitera la devoción de Paul por la marihuana, y el acto de enrollar cigarrillos.

Coming Up (1980)

Para ingresar a los 80 sin la compañía de Wings, Paul repitió el camino de su primer trabajo solista asumiendo todos los instrumentos, en este caso bajo, guitarra, sintetizador y batería. En una enésima demostración de versatilidad, McCartney recurre al funk ennegreciendo la voz, tratada con un efecto evocativo de las canciones populares de entreguerras, un periodo musical que abrazó por herencia familiar. Una de las razones de John Lennon para terminar con su ostracismo creativo y volver al estudio, fue esta canción.

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Las cuerdas vocales de Paul McCartney son dignas de análisis. De la misma garganta provienen los profundos bajos de The Girl is mine junto a Michael Jackson, como los agudos imposibles bordeando los gritos y la distorsión de Maybe I’m amazed y Oh! Darling.

Utiliza el generoso rango de cuatro octavas al igual que el bajo, como una manera de servir a la canción antes que una demostración de destreza, aunque es imposible no quedar boquiabierto ante sus capacidades de tenor. Su canto puede convocar caos y violencia -Helter Skelter-, o inspirar universalmente de manera magistral como lo hizo en Hey Jude y Let it be.

I’m down (1965)

Aunque pertenece al periodo de la beatlemanía en que todo el mundo, literalmente, creía que cada canción estaba firmada por Lennon y McCartney en partes iguales, esta composición de rock & roll clásico es autoría del bajista emulando al ídolo Little Richard, una de sus mayores inspiraciones cuando se trataba de aullar y gritar. De hecho, fue escrita para reemplazar a Long Tall Sally, una de las opciones del cuarteto para cerrar sus presentaciones. Aunque la estructura es más bien sencilla, la banda se luce por completo en sus respectivos instrumentos, pero la voz manda al punto que la canción arranca con McCartney vociferando sin acompañamiento.

Wanderlust (1982)

Otra composición de Paul McCartney con enlace a sus hábitos cannábicos. Wanderlust era el nombre de una nave en la que Wings navegó por las Islas Vírgenes en 1978, viaje interrumpido cuando el capitán advirtió que la banda estaba fumando hierba. En opinión de George Martin, este título engloba la mejor interpretación vocal de McCartney como solista.

Oh! Darling (1969)

Algo desdeñada por Lennon, seguro de haber cantado mejor si Paul cedía el micrófono, y también por Harrison, que la resumió como una típica composición de los 50 y 60, Oh! Darling es una de las más estremecedoras interpretaciones vocales de McCartney, trabajada durante una semana para imprimir una sensación de pasión y desgaste.

Sing the changes (2008)

The Fireman es un proyecto de McCartney junto a Youth, afamado productor y bajista de Killing Joke. Han lanzado tres álbumes combinando rock y electrónica. En el último, Electric arguments (2008), Paul despacha este tema de ambiente sideral perfecto para estadios, irradiando optimismo sin edulcorantes.

Why don’t we do it in the road (1968)

Tras ver la cópula de un par de monos en la India, Paul obtuvo la inspiración de una letra concisa y repetitiva expuesta como una súplica furibunda y pantanosa, de voz endurecida. Fue una enésima causa de conflicto y resentimiento con John, porque Paul grabó por su cuenta con la ayuda de Ringo.

Call me back again (1975)

Escrita en Beverly Hills y grabada en Nueva Orleans, tal como el resto del álbum Venus and Mars junto a Wings, esta canción refleja la poderosa influencia del soul y el R&B en McCartney, en una interpretación que logra transfigurar su voz, como si sangre del sur profundo corriera por sus venas.