Claudia Di Girolamo entre el teatro y la TV: “Aunque muchas veces uno escucha decir que la televisión es una basura, es indispensable que no muera”
La destacada actriz nacional dirige la obra No hay derecho, basada en el mito griego de Medea. Asegura que es una obra con un trasfondo feminista y que apunta a la igualdad de género. También se refirió a su participación en la exitosa serie de Netflix, 42 días en la oscuridad, y al rol de la TV abierta en tiempos del streaming.
Actriz, pero también dramaturga y directora teatral, Claudia Di Girolamo está de regreso en el mundo de las tablas, pero no sobre el escenario. Desde de 23 de junio y hasta el 10 de julio se presentará en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) la obra No hay derecho, escrita y dirigida por la intérprete.
El montaje es una adaptación del mito griego de Medea, la empoderada hechicera que vive un particular romance con Jasón. En esta oportunidad, Medea es interpretada por Francisca Gavilán (Violeta se fue a los cielos). El elenco lo completan Freddy Araya, como Jasón; y Francisca Medina como hija/hijo de ambos. Sobre esta obra y su presente en el streaming habló vía teléfono con Culto.
-¿Por qué le llamó la atención esa historia?
Siempre me ha fascinado mucho el personaje de Medea, creo que es uno de los personajes más relevantes en la historia del teatro. Fue una obra escrita primero por Eurípides, y luego por Séneca. De alguna manera nos ilumina acerca del rol de la mujer y la visión de un grupo de artistas -Eurípides y Séneca- sobre el rol que deber tener la mujer, en tanto igualdad de derechos y la potencia de su género. Yo hice Medea hace unos años dirigida por Rodrigo Pérez y es un personaje que va repitiendo y se va modernizando a lo largo de la historia, y se va incrustando dependiendo de la realidad social de cada país, de cada artista que la reescribe.
-¿Qué elementos tiene la historia de Medea que la hacen actual?
Yo hice una versión de 2 Medeas, aparte de textos míos. La de Eurípides, que tiene un gran monólogo que hoy podríamos decir que llama a la igualdad de género y podría ser vista como un discurso feminista, cuando ella sale de su cueva donde está exiliada y le habla a las mujeres de Corinto. Ahí les explica todo lo que una mujer tiene que soportar por parte no solo de un hombre, o marido, sino también por parte de toda la sociedad que la recluye a un solo espacio: la casa y los hijos.
-¿Siempre tuvo algún vínculo con la mitología griega?
Siempre me ha gustado mucho leer mitología griega, tengo varios diccionarios de mitología griega y romana. Creo que son lugares que se están revisitando constantemente, en términos de la literatura, el cine. Lars von Trier hizo una maravillosa Medea hace unos años (1988). Como que esos mitos renacen y renacen y por lo menos una dice ¿qué pasa aquí que esto no muere, no se acaba?, ¿cómo es posible que a cada trazo de la historia este personaje vuelve a renacer, a levantarse y a decir lo que piensa?
Usted desde hace años viene dirigiendo y escribiendo obras de teatro. ¿Cómo ha sentido el paso de actuar a dirigir?
Para mi fluyó bastante natural. En general, los actores y actrices en cada montaje -por lo menos los que yo he vivido- son bien opinantes. Somos personas estudiosas, concentradas, investigativas. Nos gusta la historia, nos gusta la filosofía, nos gusta la sicología, por lo tanto siempre estamos buscando aristas en los personajes y tenemos opinión sobre lo que encontramos, y eso se confronta con el director o con la directora. Por lo tanto, de pronto sentí la necesidad de opinar, de poner mi punto de vista en las obras que me interesaban hacer, con los temas que me interesan que en general son temas femeninos y ponerlos en el escenario o donde sea y profundizar sobre eso.
“Creo que es indispensable que no muera la TV abierta”
A Claudia Di Girolamo también la hemos visto en el streaming. Apareció en La Jauría 2, de Amazon Prime Video, donde retomó el rol de la implacable Francisca Izquierdo, pero sobre todo en 42 días en la oscuridad, la primera serie chilena de Netflix, donde interpretó a Cecilia Montes, la hermana de la desaparecida Verónica Montes (Aline Küppenheim), y cuya tragedia mantiene en vilo a toda la familia y a un país.
Verónica aparece muerta en su casa, tal como ocurrió en el caso real en que se basó la serie, el de Viviana Haeger. La ficción ha sido una de las producciones chilenas más exitosas del año, teniendo un alto número de visualizaciones y excelentes críticas.
¿Qué le parece la recepción que ha tenido la serie?
Por lo que he sabido, ha tenido una super buena recepción no solo aquí, sino que también en otros países. Eso de alguna manera confirma lo que nosotros pensábamos, que el femicidio es un tema que trasciende, es un tema tremendo que nos cruza como país. Teníamos la intuición de que iba a tener una recepción muy buena. Además, la serie tiene un final muy ambiguo y da una sensación de frustración que muchos sentimos en este país con respecto a tantos hechos donde no se hace justicia. Donde las personas que han sido demostradamente culpables salen libres, creo que eso es súper fuerte y nos aplasta como género, nos aplasta como sociedad. Damos un paso hacia adelante y diez hacia atrás en la evolución social, en la igualdad social. Creo que con eso la gente se siente muy identificada.
¿Hay algo que le llamara la atención del caso Haeger?
Llama la atención la falta de coherencia a la hora en que las instituciones comienzan la investigación. El relajo y los comentarios que degradan bastante a la víctima, suponer que tiene un amante, lo mismo que pasó en el norte con las chicas de Alto Hospicio, que desaparecieron y la policía lo primero que dijo es que deben estar en una fiesta o se arrancaron de la casa. Nadie toma muy en serio lo que ocurre de pronto con las mujeres, y eso es sumamente inquietante. Me llamó la atención eso, la falta de seriedad de las instituciones policiales y de la justicia, y evidentemente el hecho de que hubiera estado ahí todo el tiempo. Hay un vacío ahí, se suponen algunas cosas, que producen más inquietud todavía, pero no se ha podido demostrar nada tampoco. Hay cosas que inquietan, se habló de suicidio. Para mí es un caso no resuelto.
¿Cómo ve a la industria audiovisual chilena actualmente?
La veo súper emergente, hay muchas series, cortos, etc. Está Ondamedia, que es gratuito, que uno puede ingresar y ver una cantidad de documentales, historias de ficción, cortometrajes, animación, todo es producto chileno. Hay una enorme inquietud en los audiovisualistas más jóvenes que se están atreviendo, con arrojo, con valentía, con riesgo, que es lo que más necesita el cine chileno: un lenguaje propio, una marca propia, un lenguaje que sea diverso. En el cine se necesitan esos lenguajes diversos.
¿Considera que de alguna manera el streaming está tomando el rol de la TV abierta en la difusión de contenidos audiovisuales locales?
No se si reemplaza a la televisión abierta, creo que es una alternativa a la TV abierta más que otra cosa. Tengo entendido que la TV abierta no ha disminuido en ninguna parte del mundo, y para mí al menos también es parte de la cultura nacional. Los distintos canales son representativos de un espacio de contenido que acogen muchas audiencias. Creo que es indispensable que no muera la televisión abierta, que se creen más espacios dentro de esos canales. Que vuelvan las teleseries, por ejemplo, o series, o miniseries. Que exista un horario diurno y otro nocturno. Yo valoro mucho el trabajo de la TV abierta, los matinales, los noticieros, los programas de la tarde, los de concursos, son un retrato de lo que nosotros somos o vamos siendo día a día y creo que eso tiene que permanecer, aunque muchas veces uno escucha decir que la televisión es una basura, los programas son todos pésimos, pero hay algo que a mi me convoca a pensar que es necesario que exista, lo que es bueno o malo es tan subjetivo. Una misma de pronto se ve viendo programas de concursos porque quieres pasar el rato no más, porque no quieres sentarte a ver algo denso, complicado, tuviste un día pesado, quieres descansar, comer al mismo tiempo y te diviertes un rato con eso. Creo que es súper legítimo y súper necesario para la salud mental.
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