Crítica de discos de Marcelo Contreras: del rock zorrón de Imagine Dragons, al desafío de The Mars Volta y la épica de Journey
En el nuevo álbum de la banda de Dan Reynolds, la arquitectura de cada pieza gira irremediablemente en torno a la voz. Mientras que Omar Rodríguez-López y Cedric Bixler-Zavala confirman las intenciones de renovación total, concentrada sin artificios ni arranques verborreicos. En tanto, la banda ochentera entrega en su nuevo trabajo, tercero con el filipino Ariel Pineda, exactamente lo que espera el fan del periodo clásico cuando el vocalista era Steve Perry.
Imagine Dragons - Mercury - Acts 1 & 2
Imagine Dragons sigue abrazando el cielo y el infierno como un destino inevitable. Para la crítica y unos cuantos colegas afamados, contando Slipknot y The 1975, encarnan una especie de derrota cultural, una encarnación del rock vilipendiada por su raíz formulada, de impúdica ambición comercial. El líder del grupo de Las Vegas, Dan Reynolds, es sinónimo de la banda de la misma manera que Adam Levine encarna a Maroon 5. El resto de los músicos son indistinguibles y esa falta de protagonismo se refleja en la estructura de las canciones de este álbum doble, que en rigor complementa una primera parte lanzada en septiembre último.
Tal como sucede en el urbano, la arquitectura de cada pieza gira irremediablemente en torno a la voz. Reynolds canta sin pausa sobre inseguridades y problemas de salud mental, dejando mínimo espacio a la instrumentación. Cuando se trata de intensidad, el vocalista recurre a inflexiones crispadas, irritantes, como una parodia roquera. Resalta también una necesidad forzada por fabricar estribillos para estadios de líneas románticas. Si de constancia se trata, innegable la voluntad de Imagine Dragons por desarrollar un rock zorrón minúsculo de grandes pretensiones.
The Mars Volta - Blacklight shine / Graveyard love
Han pasado cuatro años desde que la banda de El Paso, Texas, que renovó el rock progresivo en los 2000, anunciara el regreso. La vuelta ha sido paulatina debido a que el guitarrista Omar Rodríguez-López y el cantante Cedric Bixler-Zavala estaban comprometidos con resucitar At the drive-in durante 2018. Al año siguiente, respondiendo a fans a través de Twitter, Bixler-Zavala confirmó la reactivación del proyecto sin novedades desde 2013. Desechó reclutar alguna alineación en particular, sino las ganas de cambiar integrantes y nueva música. Ahora figuran la bajista Eva Gardner, Willy Rodriguez Quiñones en batería y Marcel Rodríguez-López, hermano de Omar, que pasó de percusión a teclados, el único miembro antiguo.
En junio publicaron el single Blacklight shine, una pieza cadenciosa en espanglish que confirma las intenciones de renovación total, concentrada sin artificios ni arranques verborreicos, el talón de Aquiles del grupo. El segundo avance es Graveyard love. En apenas tres minutos ofrece una base electrónica, sampleos, un redoble que cobija la voz casi femenina de Bixler-Zavala, para rematar con guitarras funk y sintetizadores de vieja escuela. El cierre algo abrupto despierta el apetito por un disco completo.
Journey- Freedom
Journey es de esos portaaviones de los 80 que nunca tuvo intención de renovar el arsenal estilístico con el cual dominó el mundo por un tiempo hace 40 años. A falta de imagen, tal como ocurría con Toto y Styx, eran bandas que basaban su éxito en la competencia musical con alineaciones virtuosas, y una fórmula sonora convertida en sinónimo de su época. Freedom es el decimoquinto título de la agrupación fundada en San Francisco en 1973 con músicos destilados de Santana y Steve Miller Band, el primero desde Eclipse (2011), y el tercero con el filipino Ariel Pineda, el cantante que pasó de un grupo de covers a convertirse en la voz de una institución ochentera.
Freedom se empeña en entregar exactamente lo que espera el fan del periodo clásico cuando el vocalista era Steve Perry, canciones épicas más grandes que la vida y títulos dignos de campañas publicitarias como Don’t give up on us, Still believe in love, You got the best of me y Live to love again, con Pineda en su mejor encarnación del original, Neal Schon sacando chispas de su guitarra, y los teclados épicos de Jonathan Cain. Sobran canciones entre 15 títulos, pero lo mejor de Journey figura inapelable.
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