Su idea inicial fue grabarse cantando Love me tender, la balada de 1956 que acompañó el debut cinematográfico de Elvis Presley. Al ver el registro le pareció que estaba simplemente suplantando al personaje real. Si no le resultaba convincente a él, menos persuadiría a otros.
Después pensó que al irse a dormir se le ocurriría algo diferente. Pero en el sueño tuvo una pesadilla con su madre, fallecida en 2014, cuando tenía 23 años, la misma edad a la que Elvis perdió a la suya. Mientras descansaba la imaginó viva de nuevo, pero en sus últimos segundos antes de morir.
Envuelto en una bata de baño, Austin Butler (30) se levantó decidido a cantar otra canción popularizada por el Rey: Unchained melody, inmortal gracias a la versión que interpretó en vivo en junio de 1977, en un show en Rapid City, Dakota del Sur, dos meses antes de su deceso. El actor se sentó en el piano y dedicó ese tema de corte romántico a la memoria de su mamá.
Le compartió la grabación a su agente, este se la mandó a la directora de casting de la película, Denise Chamian, y ella se la hizo llegar al australiano Baz Luhrmann, el responsable de Moulin Rouge! (2001) y El Gran Gatsby (2013), y hombre a cargo del proyecto. “¿Fue una audición? ¿O él estaba teniendo un colapso?”, fue la reacción del realizador a la cinta que había llegado a sus manos. A la larga, esa grabación salpicada por un revoltijo de emociones pondría a Butler en carrera para ganarse el papel de sus sueños.
Terminado el duro proceso de selección, donde superó a tres figuras de Hollywood mucho más conocidas y experimentadas que él (Harry Styles, Miles Teller y Ansel Elgort), se volvió más nítida la gigantesca tarea que tenía ante sí: darle vida a Presley en un filme de presupuesto enorme y ambiciones grandilocuentes, sin caer en las maquetas pero acercándose lo más posible a la voz y movimientos que convirtieron al artista en leyenda. Y lograrlo a pesar de las dudas de quienes lo consideraban demasiado novato para tener éxito en la misión.
“Al principio, lo miras y parece imposible”, admite. “Ves la cantidad de imágenes que hay, la cantidad de grabaciones de su voz, y algo que me impresionó es cómo cambia su voz a lo largo de los años”, señala el protagonista de Elvis, que se estrena este jueves 14 en cines chilenos.
En una conferencia virtual a la que asiste Culto –realizada mientras él se encuentra en Memphis, Tennessee, cerca de la mansión de Graceland donde el músico pasó gran parte de su vida–, el actor se expresa manteniendo algo de la cadencia y los tics que parece haber incorporado para encarnar al personaje.
Basta rastrear algunas de sus entrevistas más antiguas para constatar que, tras el extenuante proceso de preparación y las filmaciones, el modo de ser de Butler aún está teñido por Elvis. O que todo fue una inyección de energía demasiado grande para una trayectoria hasta ahora marcada por producciones adolescentes de Disney y un rol secundario en Había una vez… en Hollywood (2019), de Quentin Tarantino.
El intérprete detalla: “Escuchas una entrevista de él en el 54, 55 o 56 y luego otra en el 62, y suena totalmente diferente. Y luego lo escuchas en el 72 y suena diferente. Y luego el 77, suena diferente. Tienes todas estas distintas voces, así que consiste en descubrir cómo estas evolucionan en el tiempo”.
“Creo que debido a que ha habido tantas caricaturas de él, realmente aposté por hacerlo sentir como si esta fuera mi vida. Que estoy viendo desde dentro de él, sin caer en ninguna de esas trampas; es muy difícil no hacerlo porque todos tenemos una idea de cómo suena”, especifica.
Durante cerca de un año y medio –antes de inicio del rodaje en Australia–, el actor se rodeó de un amplio equipo de especialistas que lo ayudaron a perfeccionar su desempeño en cada área. Contó con un coach de dialecto (nació en Anaheim, California, lejos del sur que fue cuna de Presley) y de canto (su voz se mezcla con la del músico y muchas veces es imposible separar una de la otra gracias a su entrega y a una gran labor de producción).
Sus movimientos los perfeccionó junto a Polly Bennett, la profesional que había colaborado con Rami Malek en su transformación como Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody (2018), filme que le dio el Oscar. “Tuve a la gente más grandiosa a mi alrededor”, asegura.
“Solo traté de ser lo más meticuloso posible. Pero, al final del día, consistía en encontrar su humanidad, porque lo que más me fascinaba era despojar al ícono, despojarlo de las caricaturas, del disfraz de Halloween de Elvis, y llegar a quien era solo en una habitación vacía al terminar el día. ¿Cómo se despertaba por la mañana? ¿Cuál era su vida interior? Era un hombre increíblemente sensible y espiritual. Entonces, se trataba de descubrir cómo él evolucionó a lo largo de los años. Ese fue mi proceso”, explica.
Su alianza con Baz Luhrmann
Desde el momento en que se conoció que Baz Luhrmann realizaría una película sobre el Rey, allá por el año 2014, se dio por hecho que no sería una cinta biográfica convencional. En efecto, por factores ajenos e inherentes a cómo la ficción aterriza su vida y obra, no lo es.
Pero probablemente la mayor particularidad es que el narrador de la trama es el coronel Tom Parker (Tom Hanks), mánager del artista durante casi toda su vida. Un hombre que la historia recuerda como un villano, como el tipo que nunca permitió que Presley saliera de gira fuera de Estados Unidos y, en el tramo final de su carrera, lo tuvo como rehén tocando en un solo hotel de Las Vegas con el fin de pagar sus millonarias deudas como apostador.
Según planteó a Variety la periodista Alanna Nash, autora del celebrado libro The Colonel: The extraordinary story of Colonel Tom Parker and Elvis Presley (2003), “es un personaje complicado, y aunque siempre tomó demasiado del dinero de Presley, realizó algunas decisiones muy acertadas por él. Luhrmann realmente no le ha dado lo que a él le corresponde ni mucho menos”.
No fue la única decisión al límite que ejecutó el cineasta: el guión le reserva un lugar central a músicos afroamericanos consulares y a la relación del Rey con ellos, con mayor énfasis en B. B. King (Kelvin Harrison Jr.) y luego Little Richard (Alton Mason) y Sister Rosetta Tharpe (Yola). En ese sentido, el largometraje le otorga una sola mirada a un vínculo algo más complejo y controvertido.
Butler defiende la tesis del filme: “Consistía en poner su vida en contexto; el hecho de que no tendríamos a Elvis sin la música negra, y había que dar el crédito que corresponde, porque la narrativa se ha contado de muchas maneras diferentes. Estoy muy orgulloso del hecho de que podamos ser parte de esta película”.
“A menudo digo que Baz es lo más parecido a un músico de jazz que he conocido en un director”, destaca. “Porque para tocar jazz hay que saber teoría musical y conocer tu instrumento mejor que nadie. Y luego, cuando te subes a un escenario, se trata de estar presente y reaccionar a los estímulos que están frente a ti. Eso es exactamente lo que es trabajar con Baz. Su atención al detalle es insuperable. Cómo se sumerge en el mundo, la preparación y la investigación es algo muy inspirador para mí”.
El intérprete le debe Luhrmann el impulso que cambió para siempre su carrera: ya fue fichado como villano en la segunda parte de Dune, que comienza a filmarse en los próximos meses y se estrenará en 2023, y empieza a ganar fuerza la posibilidad de que logre una nominación al Oscar por su versión de Elvis. Una serie de retos que encarará con una pila de nuevas lecciones.
“Mi relación con el miedo ha cambiado mucho, por la cantidad de presión que sentí durante todo este proceso”, expone, para luego adentrarse en su parte más frágil.
“Esta era una gran responsabilidad. Tenía mucho miedo de fallarle a él, de fallarle a su legado o a su familia, y a todos los fanáticos de todo el mundo que lo amaban tanto. Sentía tanta responsabilidad todos los días. Pero luego aprendí una buena lección: él (Presley) sintió miedo, y tuvo momentos como el 68, cuando su carrera estuvo en juego, su vida se sintió como si estuviera en juego. Hubo muchos momentos en su vida como ese, que hablan de su propio miedo escénico. Así que pude descansar en el hecho de que Elvis también sintió miedo, pero hizo cosas extraordinarias. Y eso fue realmente algo inmenso para mí”.