De existir el concepto two-hit-wonder, La Rue Morgue calificaría perfecto. Blues a dos mujeres y Sigues dando vueltas, pertenecientes al álbum debut homónimo publicado en 1997, se convirtieron en clásicos del repertorio pop chileno del último cuarto de siglo. El éxito de ambas canciones programadas incansablemente en el dial y espacios de vídeo música, parecía augurar un futuro esplendor. Pero con el sucesor Kaleidoscopio (1999), las ventas bajaron drásticamente.

“Nos fue bien con el primer disco y mal con el segundo”, resumió el vocalista, guitarrista y compositor Francisco Valenzuela, en declaraciones recogidas por el sitio MusicaPopular. “Podríamos quejarnos de que no nos pusieron en las radios, pero asumimos que así es este juego”.

FONDO HISTORICO - CDI COPESA

Formados en Ñuñoa en 1996 y tras un año de ensayos con Michel Maluje en teclados, Javier Chamas al bajo, Federico Dannemann en guitarra y Javier Rodríguez en batería, La Rue Morgue siguió el camino habitual de aquellos tiempos para conseguir un contrato: enviar demos a los sellos. Sony los fichó para una etiqueta alternativa, Krater, vendieron más de 15 mil copias y se ganaron el disco de oro.

Hicieron shows, telonearon a B.B. King y redoblaron la apuesta para el siguiente álbum que vendió menos de un tercio del debut. Maluje armó carrera en México, Chamas enfermó y el grupo comenzó a desmoronarse. En 2001 hubo un resurgimiento con Andrés Pérez Lecaros en teclados y se proyectó un nuevo disco con la producción del argentino Alejo Stivel (Joaquín Sabina, La Oreja de Van Gogh). El trabajo quedó inconcluso hasta que en 2004, bajo el título Distinto, lo regalaron a través del portal Terra cuando la industria discográfica estaba grogui por la piratería.

Francisco Valenzuela debutó como solista con Sirenas en 2009, y reactivó La Rue Morgue con otros músicos en 2017. Hasta el mes pasado había anuncios de shows. El 10 de julio fue internado en el hospital Luis Tisné de Peñalolén por un derrame cerebral, falleciendo ayer jueves. Tenía 53 años.

Ponerse al día

La Rue Morgue integró una peculiar camada artística chilena que tuvo su origen en el denominado Proyecto del Nuevo Rock Nacional, impulsado en 1995 por el ex manager de Los Prisioneros, Carlos Fonseca, convertido en director artístico del sello EMI. Fonseca firmó a una decena de bandas, entre ellas Lucybell, Los Tetas, Pánico y Machuca, con la intención de afianzar una escena musical que no resurgía desde los tiempos del rock latino en los 80, a pesar del considerable éxito de Los Tres y La Ley desde la primera mitad de la década siguiente.

“Hay una frase que una vez me dijo Fonseca en una entrevista para (el diario) La Época”, cuenta la periodista especializada en música popular Marisol Garcia, “que él consideraba que más que crear un movimiento, (intentó) que la industria local se pusiera al día, porque en cualquier país sano tiene que haber cosecha de bandas”.

“No hubo inventos en los 90″, observa Marisol sobre la iniciativa del experimentado ejecutivo, “sino una acogida y dirección más allá de los resultados”.

La movida de EMI provocó la reacción de otras disqueras. Alerce publicó el debut de Chancho en Piedra Peor es mascar lauchas en 1995 y Sony se anotó con La Rue Morgue un par de años más tarde.

En el remate de la década se sumaron otros artistas que ampliaban fenomenalmente el espectro musical chileno hacia el hip hop, como Tiro de gracia con Ser Humano (1997) y Makiza con Aerolíneas Makiza (1999).

Link literario

“Tori, te descubrí sin querer (...) Maga, te descubrí sin querer”, canta Francisco Valenzuela en Blues de dos mujeres con alusiones pop para entendidos; la primera sobre la cantautora Tori Amos y la segunda sobre La Maga de Rayuela de Julio Cortázar, en una pieza que funde pop barroco y pasajes de jazz.

La canción caló particularmente en el público femenino, poco acostumbrado a protagonizar los intereses líricos de grupos pop rock, más allá de deseos románticos y carnales. Blues a dos mujeres se rendía al género con elegancia.

Por cierto, el régimen de citas nace desde el propio nombre del conjunto sacado del cuento Los asesinatos de la rue Morgue, publicado por Edgar Allan Poe en abril de 1841.

“Creo que La Rue Morgue tiene esta cosa más como argentina, de las referencias literarias y de la alta cultura”, reflexiona el académico y autor especialista en música popular Ricardo Martínez. “Es algo que estaba muy de moda en los 90, en especial en el público universitario, y ellos tratan de mostrar sus lecturas”.

“Son grupos”, continúa, “como dijo Rodrigo Fresán sobre Belle and Sebastian, para la gente que le gustaba leer. Y ellos también son parte de esa hornada de mediados de los 90, ese lote de bandas como Jirafa Ardiendo, bandas que sonaron en Rock & Pop, íconos de esa radio”.

“Eran cabros de Ñuñoa, un rock doméstico”, define Jorge Leiva, periodista y académico especialista en música popular. Junto con destacar también la abierta intencionalidad literaria y el inusual protagonismo del piano en una década de guitarras, Leiva estima que es imposible pensar en La Rue Morgue más allá del éxito de los dos sencillos. “Cuántas parejas se han conocido con Sigues dando vueltas”, apunta sobre aquella balada “más de teleserie”.

“Hicieron dos temas universales”, continúa el periodista, “y eso no lo puede decir mucha gente en la música chilena. Pero no eran particularmente entretenidos. Eran más bien correctos”.

¿Por qué trascendieron ambas canciones? Para Marisol García obedece al gusto masivo de la música romántica en Chile que, aventura, es eventualmente superior a otros países de la región.

“Ellos eran una banda joven con músicos con referencias pop angloparlantes”, explica, “pero que funcionó en una tecla de la canción romántica, donde uno podría tener en un caso similar a Los Vásquez. No digo que se parezcan, sino que apelan a una tradición que no me sorprende que tenga arraigo en Chile”.

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