¿Cómo el Coronel Parker logró apoderarse de la mitad del dinero de Elvis Presley?
El enigmático manager del Rey del Rock logró un contrato de representación inédito para la industria con el que se vio beneficiado por casi la mitad de las ganancias provenientes de la imagen de Presley, al menos hacia el final de su carrera. Otra versión señala que el acuerdo 50 y 50 sólo contemplaba el dinero que entraba por concepto de merchandising. Sea como fuere, lo que sí es cierto es que el inmigrante neerlandés, retratado por Tom Hanks en la biopic del Rey que ya está en los cines, logró amasar una fortuna que dilapidó en gran parte por su adicción al juego.
Durante mucho tiempo, la imagen del Tom Parker, el único manager que tuvo Elvis Presley a lo largo de su carrera, representaba a una figura más bien enigmática y mitológica, asociada con igual fuerza tanto al auge como al debacle de la vida del Rey del Rock. Por estos días, su nombre ha vuelto a estar en la palestra gracias al estreno de la biopic de Elvis dirigida por Baz Luhrmann, que le entrega un especial protagonismo al rol de Parker en la construcción de uno de los íconos más grande de la música popular.
En la cinta, la relación entre el Coronel Parker (distinción honorífica que le fue concedida por el gobernador de Louisiana Jimmie Davis a modo de agradecimiento por ayudarlo en su campaña electoral) y el Rey del Rock, es el hilo conductor que atraviesa todo el argumento. Sin embargo, la imagen de Parker no sólo es utilizada con fines narrativos, pues el filme de Luhrmann no pretende ocultar que el personaje encarnado por Tom Hanks es el antagonista indiscutible de la trama a través de situaciones como amarrar a Elvis al circuito de Las Vegas, para saldar sus deudas con los casinos y su negativa a realizar giras internacionales para evitar que sus problemas legales salieran a la luz.
En ese contexto, uno de los aspectos más controversiales citados por la película tiene que ver con la relación contractual que Parker estableció con su representado, la que incluso llegó a significar una repartición del 50 y 50 en torno a las regalías percibidas por el trabajo de Presley hacia el final de su carrera.
El verdadero nombre del Coronel era Andreas Cornelis van Kuijk, un inmigrante originario de los Países Bajos que se estableció en Estados Unidos a los 20 años. Su primer viaje al continente norteamericano lo realizó a los 17, sin embargo, terminó regresando a su ciudad natal. Fue la situación de pobreza que envolvía a su familia y su implicancia con un crimen local (no está claro si fue citado por la policía a declarar como testigo o sospechoso) lo que lo motivó a regresar al territorio estadounidense, donde pasó una temporada enlistado en el ejército. Finalmente, terminó huyendo de la milicia y justificando su deserción con un certificado médico que acreditaba un “estado psicopático constitucional” e “inestabilidad emocional”.
Fue en ese segundo viaje donde decidió hacer borrón y cuenta nueva. Sin ningún documento que lo respaldara, Andreas decidió un buen día que, en adelante, su nombre sería Tom Parker. Desde pequeño se sintió atraído por el mundo de las ferias y circos (se dice que solía referirse a Elvis como una “atracción”), por lo que dedicó la primera parte de su carrera a los espectáculos itinerantes.
Los inicios de su relación con Elvis se remontan a 1955, cuando el ídolo del rock daba sus primeros pasos como artista en la movida musical de Memphis. Tras ver una de sus actuaciones en vivo, Parker quedó impactado por la forma en que el público, especialmente las mujeres, reaccionaba a su particular energía y movimientos arriba del escenario. Para entonces, el futuro representante del Rey ya había ejercido como promotor de artistas locales, como Minnie Pearl, Eddy Arnold y Hank Snow. Este último fue el que le valió el sobrenombre de “snowman”.
Convencido de que el joven era un verdadero diamante en bruto, el Coronel Parker le envió un telegrama a Sam Phillips, productor y dueño del sello Sun Records, preguntándole cuánto dinero le cobraba para cederle el contrato que tenía con Elvis. La situación económica de la disquera atravesaba un período de crisis, por lo que Phillips accedió a cederle su relación contractual con el músico por 35 mil dólares.
Desde ese momento, Tom Parker se transformó en el manager de Presley. Su trabajo con el artista no tardó en dar frutos para ambos: en cosa de meses la dupla se hizo con un contrato con RCA Víctor y para 1956, la fama llegaba junto al sencillo Hearbrake hotel. El resto es historia.
Gracias a la gestión de Parker, Elvis consiguió presentaciones en televisión, recitales y una serie de películas que, aunque en su mayoría no fueron bien recibidas por la crítica, contribuyeron a mantener el nombre de su representado siempre en la palestra. Durante los más de veinte años que duró la carrera de Presley, Parker le dedicó todas sus energías a la empresa que construyeron en conjunto, otorgándole al músico la exclusividad de sus servicios.
La oferta del 50 y 50
Es difícil confirmar con certeza cuándo surge la propuesta de repartir las ganancias en partes prácticamente iguales. Según Billy Smith, uno de los primos del músico, habría sido en 1967, cuando Elvis se encontraba grabando uno de sus filmes en Bel-Air. En el marco de un accidente casero, Presley se golpeó la cabeza en la ducha, lo que le provocó una conmoción en la cabeza lo suficientemente grave como para que la producción se frenara por un par de días.
En el tercer día de reposo, mientras Elvis descansaba en su habitación acompañado de Smith, el Coronel irrumpió en su habitación alegando que debía conversar de negocios con su cliente. Aunque no logró escuchar la charla desde el otro lado de la pared, Smith sí se percató de que el tono había subido. Luego de unos minutos y notoriamente afectado por la discusión, su primo le confesó que se veía en la obligación de hacer algunos recortes de personal para solventar gastos. De ahí en adelante, su relación personal con el Parker se tornó más distante. Para Smith, esa fue la ocasión en que el Coronel negoció su gruesa regalía.
Sin embargo, hay otras versiones que afirman que, en realidad, el neerlandés percibió sólo un cuarto de los ingresos. Todd Slaughter, británico que lidera el club de fanáticos de Elvis más grande del mundo (y reconocido por aparecer en el último registro del cantante antes de su muerte) afirmó en una entrevista con el medio inglés Express News que Parker recibía la mitad del dinero que ingresaba por la comercialización del merchandising y las licencias, pero que, en términos generales, esos recursos se traducían al 25 por ciento de las ganancias generales. Una cifra que no estaba demasiado alejada de lo que solían ganar los representantes.
En 1968 ya corrían los rumores sobre la alta facturación que el Coronel recibía gracias a su único cliente. Ese año, y ante las consultas de la prensa, Parker respondió: “Eso no es cierto en absoluto. Se lleva el 50 por ciento de todo lo que yo gano”. Por su parte, Elvis siempre fue sincero al confesar que, sin la ayuda de su manager, quizás no hubiese llegado tan lejos.
Cabe destacar que, tal como se muestra en la película, el manager fue un pionero del merchandising. Transformó la imagen de Elvis en una verdadera marca comercial que producía artículos de todo tipo, como chapitas, peluches, ropa y todo lo que pudiera llevar impreso el nombre del músico.
La demanda Presley vs. Parker
No es un secreto para nadie que los últimos años de vida de Elvis fueron complejos. Con sobrepeso, múltiples problemas de salud asociados cardíacos, estreñimiento crónico, una dieta que superaba con creces las calorías diarias recomendadas para un adulto y una adicción a los analgésicos, el Rey del Rock falleció con sólo 44 años de un ataque al corazón.
A pesar de que estuvieron distanciados para el final, Parker y Presley se guardaban un afecto mutuo. En general, la familia cercana al músico recuerda al manager con cariño, a pesar de la responsabilidad que se le acuña en el final que tuvo el ídolo norteamericano. Sin embargo, nada de eso impidió que el Coronel buscara la manera de seguir cobrando su porción del pastel inmediatamente después de la muerte de Elvis.
Parker acudió al funeral vestido con una camiseta hawaiana y con uno de sus habituales cigarrillos gruesos en la comisura de la boca como si se tratara de un día cualquiera, pero antes de llegar al lugar del entierro, hizo una parada en Nueva York para sostener una reunión con los ejecutivos de RCA Victor para planificar una verdadera avalancha mundial de merchandising de Elvis. Definitivamente, el Coronel no dejaría pasar aquella oportunidad para sacar el mayor provecho posible.
Tras la ceremonia fúnebre, incluso intentó tomar el control de todo el legado del cantante, una maquinaria que, según él, había sido construida casi exclusivamente por su trabajo. Un imperio que no estaba dispuesto a compartir con nadie. Aparentemente, no esperó mucho para comenzar sus gestiones: durante el funeral de Elvis, Parker ya había hecho esfuerzos por convencer al padre del artista de cederle todo el poder.
La situación comenzó a regularizarse para 1980, cuando la familia Presley, especialmente Priscilla, su ex esposa, tomó las riendas del asunto para proteger las regalías que por ley le correspondían a Lisa Marie, la única hija del intérprete y, por ende, la heredera exclusiva del fruto del trabajo de su padre.
Así, la familia comenzó un proceso judicial que llevó a Parker a los tribunales. Joseph Evans fue el juez encargado del caso, quien encomendó al abogado Blanchard E. Tual la revisión del expediente. Allí fue cuando todas las irregularidades comenzaron a salir a la luz pública: según la investigación del legista, la relación legal entre el Coronel y Elvis estaba basada en contratos abusivos, partiendo por la cláusula del 50 y 50. Los tribunales acreditaron que la mala gestión encabezada por Parker trajo consecuencias desastrosas para el patrimonio del músico, entre ellas, una deuda de cerca de 15 millones de dólares en impuestos que no fueron pagados.
Finalmente, la causa fue resuelta extrajudicialmente cuando Parker aceptó ceder las grabaciones y derechos que permanecían en su poder a cambio de una compensación de 2 millones de dólares. Golpeado en su orgullo, enfermo por las consecuencias de las diabetes y con la adicción al juego todavía palpitante, Tom Parker falleció el 21 de enero de 1997 a causa de un accidente cerebrovascular.
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