Apenas escuchó el arpegio de inicio, Elvis Presley supo que estaba frente a algo especial. Con su afinado sentido musical, hizo callar a quienes se encontraban con él y la escuchó hasta el final. Era justo lo que andaba buscando.
Para enero de 1969, El Rey había vuelto a sus orígenes y se dirigió a Memphis, Tennessee, en busca de volver a engancharse con la música negra, aquella que tanto le gustaba y a la que le debía su éxito. En ese mismo espíritu, en diciembre de 1968, había realizado el especial televisivo llamado Singer Presents...Elvis, o más conocido como el ‘68 Comeback Special.
En el show, fundido en un ceñido cuero negro, como en sus salvajes primeros años, presentó sus clásicos como Jailhouse rock, That’s allright, Heartbreak hotel o Hound dog. De alguna forma, esperaba reconectar con el rock and roll de viejo cuño que él había ayudado a fundar, tras unos años en que se dedicó fundamentalmente a hacer películas. Pero lo sabemos, no era lo suyo.
Tras el especial, Presley buscaba volver a la gloria, por ello, programó unas sesiones en American Sound Studio, de la ciudad del Mississippi. Ahí trabajaba Mark James como uno de los músicos de sesión. Su labor era netamente compositiva, y siempre debía tener material para que algún artista que pasara por el estudio lo grabara.
“Escribía canciones noche y día. Cuando volvía a la casa por la noche, a menudo dormía sólo algunas horas porque tenía otra sesión el día siguiente. Escribía durante la noche con la esperanza de llegar a la mañana con una buena canción, preparada para ser grabada”, comentó el mismo James en el libro Elvis Presley: Historias y Leyendas - Biografía De Elvis Presley, de Daniel Ichbiah (Babelcube Inc., 2019).
En esa vorágine de escribir canciones como si en ello se le fuera la vida, una noche James compuso una canción que tituló Suspicious Minds. En el citado libro de Daniel Ichbiah, cuenta cómo fue el proceso de composición: “El título vino primero. Luego palabras llegaron: caught in a trap, I can’t walk out because I love you too much, baby (atrapado, no puedo salir porque te quiero demasiado). Lo que trataba de decir es que no es posible vivir juntos o cumplir nuestros sueños si no podemos confiar”.
La canción era un hit, y James lo sabía. Por ello, decidió grabarla él mismo y lanzarla como single en 1968. Pero como suele ocurrir en ciertos casos, con el tema no pasó nada. Sin embargo, se le presentaría una nueva oportunidad.
“Quiero esa canción y quiero a esas chicas”
Cuando se anunció la llegada de Elvis al estudio, a James se le ocurrió presentársela, en una de esas al Rey se le ocurría grabarla. En su versión, el músico había incluido un grupo de voces femeninas y las volvió a reclutar para las sesiones de Presley. Una de ellas era Donna Jean Godchaux, y en charla con el sitio Songfacts recordó el momento en que el cantante escuchó la canción.
“Nuestro amigo Mark James tenía una oficina en el estudio. Elvis pasó por la oficina de Mark y él estaba tocando el demo que habíamos hecho. Nosotras habíamos hecho las voces de fondo en su versión de Suspicious Minds. Elvis entró y dijo: ‘Quiero esa canción y quiero a esas chicas’”. El Rey sabía lo que quería. Su gusto por las vibrantes voces del gospel hizo el resto.
Junto a Donna Jean Godchaux, se sumaron las coristas Jeanie Greene y las hermanas Mary y Ginger Holliday, quienes también cantaron en la inmortal In The Ghetto (1969). Así, la canción fue tomando forma. “Fue producida con cuidado, con un riff obsesivo de guitarra (tocado por Reggie Young) y una sección de metales que encuadran la voz de Elvis, a la mejor de su forma. La grabación se llevó acabo entre las 4 y 7 de la mañana”, señala Daniel Ichbiah.
A mediados de ese año, Presley comenzó a presentarse en el International Hotel, de Las Vegas. En la tercera fecha de su gira, el 2 de agosto de 1969, decidió incluir Suspicious Minds. Todavía no se había publicado, por lo que no la conocía nadie. Sin embargo, le tenía fe, incluso se dio el gusto de cantar una versión más larga. “Durante su interpretación en vivo, extiende la canción hasta 7 minutos (lo que incluye un fin falso y una recuperación inesperada). Durante su interpretación, efectúa pasos astutos de baile, integrando movimientos aprendidos en sus clases de kárate”, cuenta Daniel Ichbiah en su libro.
El single salió a la venta el 26 de agosto de 1969, y de inmediato se fue el número 1 del Billboard Hot 100. Era un éxito rotundo y por fin volvía a la cima después de 7 años. La última vez había sido en abril de 1962 gracias a Good Luck Charm. Si había mentes sospechosas que pensaban que estaba acabado, se equivocaban. Pero Suspicious Minds -la segunda más reproducida del catálogo del Rey en Spotify- fue el último single que llegó al tope de los rankings que Presley vería antes de morir, en 1977. Al menos, se había vuelto a llevar a la boca el dulce sabor del triunfo.