En 1982, tres años antes de su fallecimiento, el poeta inglés Philip Larkin hablaba sobre la vida en términos poco pretenciosos. Quizás porque no era alguien particularmente sociable. De hecho, era tartamudo. “Soy extraordinariamente tímido. Cualquiera que haya sido tartamudo sabe lo angustioso que es eso, especialmente en el colegio. Significa que nunca haces ni emprendes nada, salvo tratar de pasar inadvertido todo el tiempo. Muchas veces me he preguntado si era tímido porque era tartamudo o al revés”, dijo en una entrevista concedida a The Paris Review.
En la misma conversación, narraba cómo eran sus días, lejos del ajetreo y más cerca de la quietud. De hecho, era soltero “por opción” aunque reconocía que de vez en cuando se angustiaba. Sin embargo, tenía una dinámica de vida individual bastante aceitada: “Mi vida es tan simple como puedo lograr que sea. Trabajar todo el día, cocinar, comer, lavar los platos, hablar por teléfono, escribir reseñas, beber, ver televisión por las noches. No salgo casi nunca. Supongo que todo el mundo intenta ignorar el paso del tiempo: algunos haciendo muchas cosas, otros viviendo en California y al año siguiente en Japón. O, como sucede en mi caso, haciendo cada día y cada año exactamente lo mismo. Probablemente ningún método funciona”, añadió.
Esa sencillez, de alguna forma Larkin la llevaba a su escritura, bastante directa, accesible y sin artilugios. En su poema Pasos tristes, por ejemplo, verseó: “Vuelvo a la cama a tientas, después de mear / abro gruesas cortinas y me asustan / las nubes rápidas, la limpieza del alma”. O en Tardes: “El verano se marchita / las hojas caen una a una / desde los árboles que rodean / la nueva plaza de juegos”.
Larkin, quien vivió entre 1922 y 1985, fue uno de los puntales de la poesía inglesa del siglo XX, junto a otros nombres relevantes como T.S. Eliot, W.H. Auden, Geoffrey Hill o Denise Levertov. Hoy, su poesía está de vuelta en un libro llamado Decepciones, publicado por Ediciones UDP, y cuya edición y traducción se hizo por tres escritores chilenos: Bruno Cuneo, Cristóbal Joannon y Enrique Winter. Además, incluye la reproducción íntegra de una extensa entrevista que Larkin concedió a The Art of Poetry, Nº30, de The Paris Review, además de un epílogo llamado A plena luz, del escritor irlandés Seamus Heaney, Premio Nobel de Literatura 1995.
Una poesía exacta
Al teléfono con Culto, Joannon explica las características de la poesía de Larkin: “Es una poesía muy realista, directa, de emociones controladas, la puntuación es la misma que la prosa. Es una poesía desencantada, a veces algo así como un lirismo luminoso. Seamus Heaney dijo que en sus poemas habían destellos, ciertas imágenes de luz que los cruzaban. Es decir, en esta poesía bastante opaca, fría, cerebral de pronto hay un destello. Ese contraste produce una belleza muy potente”.
Ya lo decía también el fallecido critico literario Juan Manuel Vial, en 2014: “Philip Larkin escribió una poesía que, en apariencia, puede sonar simple, pero que al mismo tiempo cala hondo, de maneras insospechadas, en quien la enfrenta”.
Si se leen los poemas en esta traducción al castellano, el lector o lectora notará que no tienen rima. Sin embargo, en los originales en inglés, la rima sí está presente. ¿Por qué no se tradujeron respetando esa métrica? Joannon explica: “Lo que pasa es que una poesía muy exacta, con mucha precisión. Entonces, si eso lo quieres traducir con rima terminas alterando el significado. Eso pasa en general cuando uno traduce con rima, pero la experiencia que tuvimos con Larkin, es que estaba claro que él quería decir algo bien específico”.
Joannon cuenta que, al trabajar a tres manos, el proceso se dio bastante colaborativo. “Hubo una primera edición con Ediciones UV, ahí tuvimos una cláusula de que todos los versos traducidos los aprobáramos los tres.Eso tomó mucho tiempo, años. Hubo una primera edición con Ediciones UV, pero para esta, de UDP, agregamos 10 poemas y revisamos todos los otros, hicimos retoques, y ahí decidimos relajar la cláusula, bastaba que a dos nos gustaran, porque si no, íbamos a estar mucho tiempo más”.
De alguna manera, el objetivo de esta antología es dar a conocer a un autor que pese a su relevancia en la poesía inglesa del siglo XX; no tuvo tanta repercusión en Chile. “A diferencia de otros poetas ingleses, como T. S. Eliot, Larkin no ha tenido tanta influencia en la poesía chilena, recién se empezó a leer en los 90. Ahora, varias personas nos han comentado que esta traducción los hizo conocer a Larkin. Es un poeta que no demora mucho tiempo en gustar, porque tiene una cosa más directa, distinto a Eliot que es más complejo”.
El libro Decepciones, ya se encuentra en las principales librerías nacionales.