Dos asesinatos por “orden divina”: el crimen que inspiró Por Mandato del Cielo, la serie que incomoda a los mormones
Protagonizada por Andrew Garfield y basada en el libro homónimo del periodista Jon Krakauer, el drama recién estrenado en Star+ se basa en un caso policial que sacudió a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en 1984. Una historia escabrosa que implicó el asesinato a sangre fría de Brenda Lafferty, de 24 años, y su hija Erica, de apenas 15 meses, a mano de sus cuñados, que aseguraban seguir una orden de Dios.
Cuando llegó a su casa, Allen Lafferty no podía creer lo que sus ojos veían. Su esposa Brenda yacía muerta en el piso con un corte profundo en su garganta que se extendía de oreja a oreja. Al avanzar por el pasillo del hogar, las cosas empeoraron aún más: sobre la cuna, su hija Erica, que entonces tenía apenas 15 meses de edad, había corrido la misma suerte.
Era una escena digna de una película de terror. Sin embargo, el hombre tenía claro que los responsables del asesinato de su familia eran nada menos que Ron y Dan, sus dos hermanos mayores, miembros de un culto mormón fundamentalista que abogaba por prácticas arcaicas que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ya había dejado de lado varias décadas atrás, como la poligamia. ¿El motivo? Un supuesto mandato divino.
El crimen, sucedido en el estado de Utah, en Estados Unidos (donde cerca del 60 por ciento de la población profesa dicha doctrina religiosa), motivó al periodista Jon Krakauer –autor de Hacia rutas salvajes– a iniciar una investigación que ahondara no sólo en los detalles del asesinato, sino también en los orígenes de la religión mormona y los peligros propios de las corrientes fundamentalistas. El libro, titulado Por mandato del cielo y publicado el 2003, terminó posicionándose como un best-seller de la literatura anglosajona de no ficción.
Luego de casi diez años, la historia del asesinato de Brenda Lafferty y su hija llegó a la pantalla chica en una exitosa y aclamada miniserie protagonizada por Andrew Garfield que incluso le valió su primera nominación a los Emmy. Y aunque algunos elementos del drama son licencias creativas puestas para enriquecer la trama (como la inclusión del detective Jeb Pyre, encarnado por Garfield), la mayor parte de los detalles son verídicos. Una muestra más de que, muchas veces, la realidad termina por superar a la ficción.
Entre revelaciones y rencores: los antecedentes del asesinato
Ron y Dan Lafferty nacieron en Orem, un suburbio ubicado en la ribera del lago Utah, en el seno de una familia mormona en los años 40. El hogar estaba formado por sus padres, Warren y Claudine, y sus seis hermanos. Su madre era una mujer más bien sumisa y de carácter taciturno. Su padre, un sujeto con problemas de control de ira.
A pesar de que Dan recordaba a su progenitor como un hombre centrado en la vida en familia y la fe, y un verdadero ejemplo a seguir en sus entrevistas con Krakauer, el anecdotario del patriarca conforma un cuadro bastante inquietante en varios puntos. Uno de ellos, la violencia.
Además de agredir habitualmente a su esposa, hubo una ocasión en que Warren mató a golpes al perro de la familia delante de todos sus hijos. También estaba su recelo con la medicina tradicional: cuando una de sus hijas tuvo apendicitis, el hombre esperó a que el órgano de la niña colapsara para acceder a llevarla al hospital.
Dan y Ron siempre fueron muy unidos. A medida que iban creciendo e involucrándose con mayor autonomía en el mundo religioso, Dan comenzó a volverse cercano a la corriente fundamentalista que reivindica aspectos que ya habían sido abandonados por la mayor parte de los mormones, como la poligamia. Una postura que su hermano, siguiendo sus pasos, igualmente adoptaría.
Pasó poco tiempo para que fueran excomulgados de su iglesia. Convencidos de que su interpretación de la doctrina mormona era la correcta, la dupla ingresó a una congregación pro-poligamia bautizada como Escuela de Profetas, que muchas veces ha sido tildada como una suerte de secta. Sin embargo, el seguimiento de Ron a Dan en la división dirigida por el líder fundamentalista Robert C. Crossfield lo llevó a tener problemas serios con su esposa, que no estaba de acuerdo con llevar una vida polígama. Al poco tiempo, la mujer decidió abandonarlo y radicarse con sus seis hijos en Florida.
Una de las características de la iglesia de Crossfield era que enseñaba a sus discípulos a tener revelaciones directas de Dios, práctica que sostiene la fe mormona. Pronto, Ron dijo haber recibido un mensaje divino que decía que su ex esposa fue mujer del mismísimo diablo en una de sus vidas anteriores. Pero la “revelación” más preocupante llegó en enero de 1984.
El mensaje, obtenido de una supuesta comunicación directa con Dios y escrito en un bloc de notas amarillo, decía: “Así dice el Señor a mis siervos los profetas. Es mi voluntad y mandamiento que eliminéis a las siguientes personas para que mi trabajo pueda seguir adelante porque realmente se han convertido en obstáculos en mi camino y no permitiré que mi trabajo se detenga. Primero, la esposa de tu hermano, Brenda, y su bebé. Luego Chloe Low y luego Richard Stowe. Y es mi voluntad que sean eliminados en rápida sucesión y que se haga de ellos un ejemplo para que otros puedan ver el destino de aquellos que luchan contra los verdaderos santos de Dios”.
La mención de estas cuatro personas no era al azar. Low era la expresidenta de la Sociedad de Socorro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y Stowe era presidente del Highland Circle de la misma iglesia (que, cabe recordar, había expulsado a los hermanos). Por su parte, Brenda, la esposa de Allen, el menor de los hermanos Lafferty, era una aspirante a periodista de 24 años y partidaria de un mormonismo mucho más liberal. Los tres adultos tenían una cosa en común: haber alentado, de una u otra forma, a que la ex esposa de Ron decidiera abandonarlo y mudarse con sus hijos a otra ciudad.
Pero, ¿por qué asesinar también a su sobrina de apenas 15 meses? Según la revelación, la niña estaba condenada a crecer y ser igual de “despreciable” que su madre, a quien los hermanos veían como el principal obstáculo para que su hermano se uniera junto a ellos a la Escuela de Profetas.
Los compañeros del culto escucharon atentamente la revelación de Ron. Sin embargo, lejos de respaldar su mensaje, decidieron expulsarlo de la congregación. Allen también estaba al tanto del supuesto mensaje recibido por su hermano, aunque no creyó que fuera capaz de concretarlo.
El 24 de julio de ese año, Ron y Dan, junto a dos cómplices más, irrumpieron en la casa de Brenda armados con cuchillos. Primero atacaron a la madre, golpeándola para luego estrangularla con el cable de una aspiradora y, finalmente, degollarla “tal como dicen las escrituras”. Después fue el turno de la niña, que también fue víctima de un corte que se extendió hasta su columna. Uno de los testigos dijo escuchar desde el auto cómo Brenda repetía: “¡No lastimen a mi bebé! ¡Por favor, no le hagan daño a mi bebé!”. Tras un par de minutos, los llantos cesaron.
Según las declaraciones hechas en el tribunal, Ron habría sido el responsable del asesinato de Brenda y Dan de la muerte de Erica. El plan original era terminar con las cuatro víctimas en la misma jornada. Sin embargo, al llegar a la casa de Chloe se dieron cuenta que se encontraba de vacaciones, y cuando emprendieron camino al domicilio de Richard terminaron perdidos en la ruta.
¿Qué pasó con los hermanos?
Luego del crimen, Ron y Dan emprendieron rumbo a Nevada, donde fueron arrestados en el frontis de un restorán en agosto de ese mismo año. Según Ron, durante esos días tuvo otra revelación donde Dios le dijo que él y su hermano debían juntar dinero apostando en el casino para financiar una “ciudad refugio” para los polígamos de Utah.
Una vez capturados, la dupla fue sometida a un juicio que rápidamente se robó la atención mediática. A lo largo del proceso, ninguno de los dos tuvo problema a la hora de narrar todos los hechos de forma serena, con lujo de detalles y sin atisbos de arrepentimiento.
Curiosamente, los hombres decidieron prescindir de los abogados y representarse a sí mismos. Inicialmente serían juzgados en conjunto, pero el intento de suicidio de Ron antes de ir a la corte lo llevó a pasar una temporada internado en un hospital psiquiátrico.
Finalmente, ambos fueron declarados culpables, pero con sentencias distintas. Actualmente, Dan se encuentra cumpliendo cadena perpetua en la prisión estatal de Utah y accedió a entrevistarse varias veces con Krakauer en el marco de su investigación.
Por otro lado, y tras varios intentos de reducir su pena aduciendo problemas psiquiátricos e injusticias en el veredicto, Ron fue condenado a la pena de muerte. Él mismo escogió ser ejecutado a través de un pelotón de fusilamiento, aunque persistió en sus solicitudes para descartar el castigo capital. Tras varios años viviendo en el corredor de la muerte, falleció por causas naturales el 2019.
Algunas versiones señalan que los hermanos eran mormones con una moral a prueba de cualquier tentación mundana, completamente reacios al alcohol, la cafeína y los cigarrillos. Sin embargo, una nota de prensa del medio Chicago Tribune que cubrió el caso en los 80 publicó el testimonio de Dawn Tracy, una vecina de la familia que aseguró que ambos solían utilizar las “revelaciones” como mera justificación para desmarcarse de las normas de su comunidad y hacer lo que quisieran. “‘Si querían beber (prohibido por la fe), solo tenían una revelación y luego un trago”, explicó por entonces al diario.
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