En 2006 HBO estrenó la serie Big love, que durante cinco temporadas puso en la pantalla los conflictos y la vida diaria de una familia mormona ficticia, donde el patriarca tenía tres esposas.
Como reacción a este estreno, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días -el nombre oficial de esta religión-, lanzó un comunicado indicando que prácticas como la poligamia ya estaban erradicadas y que la serie entregaba una visión negativa y estereotipada de su gente. Y si bien esto puede ser cierto en líneas generales, aún hay o ha habido facciones más radicales, lo que incluso ha terminado en titulares de crónica roja. Esa es la historia que se cuenta en Por mandato del cielo, estrenada esta semana en Star+.
Basada en una novela de no ficción de Jon Krakauer (también autor de Hacia rutas salvajes), la serie cuenta la investigación de un brutal asesinato, donde las víctimas son una joven madre y su hija de 15 meses. Pero en un momento en que la pantalla chica está repleta de buenas y malas producciones sobre crímenes reales, uno de los puntos que hace que este drama se destaque es que la investigación y búsqueda de los culpables es sólo uno de sus motores, y junto con él está igual de presente el terremoto personal y espiritual que la trama significa para su protagonista.
Jeb Pyre (interpretado por Andrew Garfield) es uno de los detectives a cargo de esta investigación y también es un devoto mormón. Entonces cuando sus pesquisas empiezan a indicar que esto no fue un robo que escaló o un crimen pasional, sino que un planificado ataque con motivaciones religiosas, la fe en que ha basado todas sus decisiones empieza a estremecerse, al mismo tiempo que es presionado por autoridades de la iglesia que le piden que no les haga pasar una vergüenza.
Dustin Lance Black, ganador del Oscar por el guión de la película Milk, es el creador de esta serie que lo toca personalmente, ya que él fue criado en la fe mormona. Seguramente usando sus propias vivencias, junto con el texto de Krakauer, creó una obra que se desarrolla lentamente para ir revelando lo peor que puede suceder con los fundamentalismos combinados con delirios de grandeza y masculinidades no cuestionadas.
El elenco liderado por Garfield entrega actuaciones comprometidas y creíbles, y el guión está bien cuidado, aunque también es cierto que la serie tiene momentos más bajos cuando el relato paralelo, que cuenta la historia de la fe mormona, se alarga demasiado.
Es el punto en contra que tiene una ficción que en general es un trabajo atrapante, interesante y muy digno de ser visto.