En estricto rigor, Julian Lennon nunca fue precisamente Julian Lennon. Cuando sólo tenía cinco años, fue Jude: ante el divorcio en 1968 de sus padres, Paul McCartney quiso consolarlo escribiéndole el clásico de The Beatles Hey Jude, aquel donde en sus primeras líneas le dice “Hey Jude, don’t make it bad/ Take a sad song and make it better” (“Hey Jude, no lo eches a perder/ Toma una triste canción y mejórala”).

“Es una canción que siempre ha sido importante para mí, porque todos la conocen y Paul me la escribió como una muestra de apoyo mientras yo estaba creciendo, porque creo que él reconocía la presión, el estrés y el dolor que yo iba a tener que atravesar en mi transición de niño a adulto, no sólo por ser el hijo de John Lennon, sino que también porque mis padres se estaban separando. Entonces, la presión iba a ser diez veces mayor”, narra el artista desde su residencia en Mónaco, en contacto vía Zoom con Culto.

Paul McCartney junto a Julian Lennon.

Cuando creció, y pese a que desde los 80 ha desarrollado una solvente carrera en solitario bajo el nombre de Julian Lennon, su documento de identidad no lo acreditaba de esa forma: ahí decía John Charles Julian Lennon, su verdadero nombre.

“Fue difícil vivir con ese nombre. Quizás para el resto suena fácil, pero emocionalmente no fue así. Vas al aeropuerto y cinco personas diferentes abren el documento y dicen ‘ah, John Lennon, ¿eres pariente de él?’. Eso fue muy agotador después de años y años bajo la misma dinámica, estaba literalmente cansado de ser ‘el otro John’. Así que en 2020 decidí que había sido suficiente, que había llegado el tiempo de cambiar”.

Por eso, en el año de la pandemia y el encierro, el músico tomó la determinación más significativa del último tramo de su vida: invirtió su nombre y lo dejó como Julian Charles John Lennon. Ahora, de manera oficial y definitiva, a los 59 años, se convertía por fin en Julian Lennon.

“Hoy abres mi pasaporte y siempre dice Julian primero, por lo que finalmente me transformé en Julian, ¡que es lo que siempre quise ser! ¡Yo mismo! Me tomó mucho tiempo transformarme en mí mismo, pero ya habiéndolo hecho, me siento una persona mucho mejor en todos los niveles. Esto ha hecho una gran diferencia”, remata.

Con su nueva identificación resuelta, Lennon decidió volver al origen y bautizó su próximo álbum -con fecha de salida para el 9 de septiembre- como Jude, el apodo que le puso tío Paul. De hecho, en la carátula del disco aparece una imagen suya siendo apenas un niño.

Aunque parece un abrazo de gratitud hacia esos días, su infancia posee una trama amarga y solitaria. Mientras el planeta enloquecía por el frenesí beatlemaniaco encabezado por su padre, Julian debía tolerar una vida en las antípodas, opaca y alejada de la celebridad.

Nacido en 1963 como fruto del matrimonio entre Cynthia Powell y John Lennon, tuvo que vivir esos primeros años casi camuflado, intentando que los medios y el público no supieran demasiado tanto de su existencia como de la de su madre, bajo el propósito de que ninguno de los dos arruinara la imagen de joven empoderado con que su padre había conquistado al mundo. La situación no dio para más y todo se fracturó en ese momento de 1968 en que John Lennon decidió abandonar su familia y su casa tras caer flechado por Yoko Ono, con quien viviría el resto de su vida y tendría en 1975 a su segundo hijo, Sean.

Cynthia Powell, Julian Lennon y John Lennon.

-¿Por qué decidió bautizar como Jude su nuevo álbum, un apodo tan simbólico en su vida?

La razón por la que llamé Jude a este disco tiene que ver con un estado de reflexión actual, sobre dónde he estado en mi vida, dónde estoy ahora, a qué he llegado, y encontrarte a ti mismo. Es decir, todo lo que he hecho musicalmente. Este álbum tiene que ver con mirarte en el espejo y hacerte una cierta cantidad de preguntas: ¿Cómo estás? ¿Estás feliz? ¿Estás triste? ¿Qué te pone triste? ¿Qué te gusta? ¿Qué no te gusta? ¿Qué quieres en tu vida? Tienes que preguntarte todo eso para hacer los cambios que te llevan a ser una mejor persona, más feliz.

“Mucho de este álbum fue escrito mientras estábamos en cuarentena, y yo estaba solo, entonces eso tuvo partes buenas y malas. Pero adonde me dirigí fue a mirar dentro de mí para intentar obtener las respuestas a esas preguntas. Durante ese proceso, me empecé a sentir mucho más como yo mismo, como Jude o como Julian, como nunca antes me había sentido, por eso tomé la decisión de cambiarme el nombre. Tener mi antiguo nombre era algo que no me hacía feliz y decidí cambiarlo. Entonces, este disco refleja esa madurez, ese tipo de mentalidad, ser finalmente yo, estar más en equilibrio, en un lugar con mucho menos miedo y ansiedad de la que solía tener”.

-Hey Jude remite precisamente a la etapa en que su familia se estaba separando, pero a su vez su padre era uno de los músicos más famosos del mundo. ¿Qué significa para usted ese período? ¿Tiene alguna clase de recuerdos?

Bueno... él se fue de la casa cuando yo tenía cinco años. Esa era la relación que teníamos. Previo a eso, de mis tres a mis cinco años, él era muy... mira, yo vi el año pasado la película Get Back con Sean y me enamoré nuevamente de mi padre viéndolo ahí, porque de cierta manera me recordó cómo era hace muchos años, cuando era gracioso, divertido, sarcástico y, por supuesto, muy talentoso. Ver esa película me hizo amarlo nuevamente, porque me recordó cómo era él antes que viniese todo lo malo. Fue un momento hermoso.

“Pero una vez que él se fue, ya se fue y lo que más me dolió fue la forma en la que trató a mi madre y luego a mí. Pero bueno, eso fue hace muchos años y ya lo he perdonado, ya no hay una mirada negativa hacia nadie, no hay molestias, estamos en una era diferente, una lugar y una vida diferentes, y lo único que te podría decir es que después de ver Get Back pude observar lo bueno que él era, y lo divertido y fantástico que era antes que todo cambiase”.

-¿Hay algo de su padre que usted siente que haya tomado en su vida como artista?

Bueno, te tendría que decir que es una combinación de cosas, porque como un artista solista él era muy directo en sus letras y con sus emociones. Siendo parte de The Beatles, hicieron grandes melodías y reconozco que la capacidad que tenía para componer canciones era superior. Sin duda ayudó a que se convirtieran en una de las bandas más increíbles del mundo. Incluso hasta hoy. Entonces, yo he rescatado algunas cosas, porque si tú no puedes rescatar algo de todo eso, entonces el problema es tuyo.

“Además, recuerdo que había todo un tema en su momento con aquello de ‘¿tú prefieres a un Beatle o a un Rolling Stone?’ ¿En serio? ¡Solamente disfrútalo todo! ¿Qué les pasa, gente?”.

-Pero usted imagino que prefiere a The Beatles

Mira, yo disfruto a The Beatles por todas las melodías que ellos crearon, pero no hay nada malo con lo que los Rolling Stones hicieron, el rock and roll de ellos también es fabuloso, son cosas diferentes, personas diferentes, bandas diferentes. La comparación que se ha hecho entre ellos es una idiotez en muchos aspectos, porque hay espacio para todos.

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Y en los años 70, también hubo espacio para que Julian se reconciliara con su padre. En 1973, John Lennon se separó temporalmente de Yoko Ono y se fue a vivir a Los Angeles con su asistente personal, May Pang, en ese lapso que la mitología rockera ha perpetuado como “el fin de semana perdido”.

Julian Lennon junto a su padre y May Pang.

La misma época que Pang aprovechó para acercar a Julian -de entonces 11 años- y John como una manera de que ambos recuperaran el tiempo extraviado. No se habían visto hace cuatro años, por lo que el nuevo cara a cara fue provechoso: el ex Beatle le regaló para Navidad una guitarra Gibson Les Paul y una caja de ritmos, además de enseñarle varios acordes. También lo invitó a tocar batería en el tema Ya Ya, del disco Walls and Bridges (1974). A partir de ahí, se hicieron casi inseparables.

-¿Cómo fue esa reconciliación con su padre?

Yo era un niño muy joven y creo que fue May Pang quien ayudó a mi madre a reconectar con mi papá, para que yo pudiera verlo nuevamente. Una vez que comencé a verlo a los diez u once años, disfrutábamos mucho de la compañía del otro, y fue cada vez más y más fuerte. Incluso antes de su muerte nos llamábamos una vez a la semana y él me hablaba de su nuevo álbum, Double fantasy (1980), él me tocaba el comienzo de las canciones por teléfono y yo le decía ‘si, eso suena genial’.

“Ambos estábamos entusiasmados con volver a conectar de una forma profunda y de amarnos el uno al otro nuevamente. Eso fue genial, fue mágico, aunque había mucha ansiedad al comienzo, porque no nos conocíamos tanto, éramos dos personas muy diferentes. Pero enfrentamos todo eso y al final del día estaba todo bien. Pero, nuevamente, lo que más me molestó de él fue la forma en que trató a mi madre. Para mí, ella era mi mundo y yo estaba orgulloso de ella, de su gracia, de su integridad, de cómo manejó toda la situación. Ella fue la persona número uno en mi mundo. La única cosa que yo quería hacer era hacerla sentir orgullosa, sin importar lo que yo hiciera, fueran los documentales, mi fundación The White Feather, la fotografía, los libros de niños. Yo hago muchas cosas, también como una forma de probarme a mí mismo, de mostrarme que también soy capaz de encontrar cosas buenas fuera de la música”.

Foto: Robert Ascroft

-¿Se considera alguien nostálgico? ¿Es nostálgico con alguna etapa de su vida familiar?

Sí, hasta cierto punto. Porque esa parte de mi vida existe, está ahí y nada la va a cambiar. Es lo que me tocó. Pero no pienso todos los días en el pasado. No es esa la forma en que yo vivo. Yo vivo el aquí y el ahora, y también el futuro. Todos los proyectos que hago están aquí, no en el pasado.

-Si tuviera que escoger una canción y un disco de su padre, ¿cuáles elegiría?

Eso es prácticamente imposible. Pero en muchos aspectos tendría que decir el disco Walls and bridges, porque yo estaba con él cuando lo grabó y también toqué la batería al final de ese álbum. Y de mis canciones favoritas, siempre he dicho que una de las que más me gusta es... por supuesto que me fui a blanco ahora que me lo preguntas (se queda pensando un rato).

-Puede pasar...

¡Isolation! (exclama tras unos segundos).

-De su primer disco, con la Plastic Ono Band.

Es una de mis favoritas, porque siento que la letra es muy importante, a mí me conmovió mucho. Todo ese sentimiento de aislamiento que transmite el tema, todos nos podemos identificar con eso.

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Pero Julian también tiene sus propias composiciones, las que desde sus inicios lo han mostrado como un autor de personalidad distintiva y cuidado sentido melódico, tal como se despliega en sus dos mayores éxitos, los hits ochenteros Valotte y Too late for goodbyes, parte precisamente de su debut, Valotte, de 1984.

Para su nueva entrega de 2022, la primera en once años, esa misma sensibilidad parece repetirse. Como previa al estreno de Jude, ha lanzado una serie de singles donde asoma como un músico inquieto, arrojado a formas más contemporáneas y menos convencionales, como sucede en las atmósferas crepusculares de Breathe o Freedom y, sobre todo, en la musculatura épica de Save me, que parece arrancada de los días de gloria de Radiohead. “OK, acepto ese comentario, muchas gracias”, responde cuando se le hace la comparación.

Eso sí, aunque sus tracks más recientes reluzcan presente y modernidad, para diseñarlos debió activar marcha atrás

-¿Qué lo motiva a editar su primer disco en más de una década?

Siempre estoy escribiendo y grabando música, trabajo con otras personas todo el tiempo, canto en álbumes de otras personas, en fin, nunca he dejado de hacer música. Sólo que no siempre estoy en un escenario más público. Yo tenía un mánager en Inglaterra que ya se estaba jubilando, por lo que estaba cerrando su oficina y en su sótano estaba lleno de cajas que de pronto me envió. En ella encontré los demos originales de mi primer álbum y un montón de grabaciones correspondientes a esa época. Eran canciones que en algún momento hice, pero que por diversos motivos nunca llegué a usar, porque quizás no encajaban con el proyecto que estaba trabajando en esos momentos.

“Pero cuando empecé a revisar las cajas, descubrí que había cintas en muy buenas condiciones, descubrimos que se escuchaba genial, entonces decidimos tomar esas canciones de esos años y mejorarlas. Por ejemplo, una de las primeras que encontré fue Every little moment, que también ha salido como single ahora último, la que tenía muchas máquinas de batería, por lo que lo primero que hicimos fue encontrar un baterista real para que las reemplazara. Y así, fuimos encontrando temas de hace veinte o diez años, y cuando nos dimos cuenta que había seis, siete, ocho, nueve y diez, dijimos: ‘bueno, acá tenemos un álbum’. Yo no esperaba hacer otro álbum, simplemente se dio sin pensarlo, aunque se necesitó mucho trabajo para que los temas sonaran en buenas condiciones y bien producidos”.

-¿Pretende salir de gira con este disco? Por ejemplo, venir a Sudamérica.

¡Si! Yo estoy algo confundido, porque todos mis mánagers anteriores y compañías que me representaron, nunca me dijeron “hey, anda a Argentina, a Chile, a Sudamérica”. ¡No lo entiendo! Ahora que yo estoy a cargo nuevamente de mi carrera, voy a revisar si el próximo año se puede considerar un tour. Y si eso resulta, probablemente estaré por primera vez en Sudamérica, eso me gustaría mucho. De verdad me gustaría mucho.

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