Parecía un predicador. De esos de dan a conocer la palabra en los templos donde se reúne la comunidad afroamericana en los Estados Unidos. Pero el único evangelio que Zalo Reyes cantó en el escenario de la Quinta Vergara era el de la música popular romántica enraizada en la tradición de Los Ángeles Negros y Los Galos; ese cruce chileno y popular que se le llama “Canción cebolla”.
Enfundado en un impecable traje blanco, Zalo Reyes fue el número estelar en la noche de cierre del Festival de Viña en 1983. Una edición que difícilmente podía superar a la ya célebre del año anterior (con Rafaella Carrá y The Police), pero que en su cartel ofrecía nombres estelares como Los Jaivas, Florcita Motuda, los españoles José Luis Perales, Víctor Manuel, Ana Belén y Paloma San Basilio, y el mexicano Emmanuel. Variedad salida del dial.
La Quinta Vergara estalló en una ovación cuando el “Gorrión de Conchalí” entró a escena. “¡Hola!, ¿cuándo van a ir pa la casa?!”, preguntó al público, con su estilo popular y algo campechano. Como el ícono barrial que era. De inmediato largó con un tema clásico. “Con mucho cariño”. Se trataba de La historia de un amor, de Lucho Gatica.
Luego, fueron pasando canciones como Esa mujer, El tiempo pasa, Sigo siendo el Rey. Una locura. Y el respetable de la Quinta le entregó como premio la antorcha de plata.
Pero el entusiasmo fue tal que el público le otorgó la Gaviota de Plata, en tiempos donde no era tan simple dársela a un artista, ya que estaba reservada para la competencia. Pero Zalo Reyes era Zalo Reyes y a él tuvo ese honor, como lo tendría José Luis Rodríguez, el “Puma”, en la edición de 1988.
En el cierre, su hit máximo, Con una lágrima en la garganta, y como Memo Bunke antes de Memo Bunke, jugó con ella en diferentes “versiones” aludiendo a cómo la cantarían en otros países.
La de Viña 1983 fue la única presentación del “Gorrión de Conchalí” en el certamen viñamarino. Y eso que aún no tenía los grandes hits de su carrera. Así lo recordó años más tarde: “Mira: Zalo Reyes fue a Viña. Se ganó la Gaviota y la Antorcha. Zalo Reyes fue sin Ramito de violetas. Fue sin Mi prisionera. Fue sin María Teresa y Danilo. Fue sin Motivo y razón. Fue sin El rey de tus sueños. Y te digo una cosa. Zalo Reyes fue a Viña y nunca me he pegado una repetida”, lamentaba.
Pero los tiempos cambian y también los afectos. En 2013, en entrevista con The Clinic, su tono había cambiado y ya no era melancólico: “Al festival de Viña me lo meto en la raja. Vale callampa”. Quizás si se hubiese repetido, nuevamente habría sido una locura.