El 2020 no fue un año fácil para nadie, tampoco para Gianluca. Oriundo de San Miguel y con seis años de carrera musical, su despegue definitivo llegó el 2017 con Siempre triste, una pista de casi 3 minutos que rápidamente se alzó como una suerte de himno de la primera ola del género urbano en Chile.

Incluso llegó a ser bautizado como el príncipe del trap chileno, aunque su propuesta está llena de referencias a otros géneros como el indie y el pop, con un sonido que se diferencia del grueso de traperos que hoy están dentro del radar.

Sin embargo, el primer año de la pandemia trajo una serie de cambios que impactaron en su vida personal y su relación con la música. Una etapa que incluso quedó grabada en su piel: “Me tatué el 2020. Lo tengo ahí. Y hace poco me lo taché. El año tenía un hype por el número, el cambio de década y todos los cambios que vinieron con la pandemia. Hubo hartos cambios en mi proceso creativo. Tener sesiones muy largas, aumentando mis capacidades en el estudio. Estuve medio depre y me refugié mucho en eso, en hacer música”.

“Me sentí muy conectado con lo creativo, pero desconectado de mi proyecto. Creando mucho, pero desconectado de Gianluca. También me desencanté un poco, me desconecté”, confiesa. Una desconexión que lo hizo sentir que las cosas no eran como antes. Pero hoy el panorama es distinto.

Por estos días, el músico de 25 años se encuentra enfocado en lo que él mismo define como una “nueva era”. “Siento que fueron años de cambio y ahora mismo me siento muy bien, renovado, como si las cosas fueran nuevas. O sea, es todo nuevo, todos los días las cosas son nuevas. Estamos viviendo el presente. Y por eso también me encanta esta nueva era, de ser mayor y estar más grande. Tampoco es que sea viejo, pero es que todavía soy joven y estoy pasando a la adultez. Estoy teniendo una visión más amplia de las cosas que quiero y siento que estoy trabajando en una cosa más estable”, resume.

Casi como un proceso de catarsis, se trata de una etapa que le ha permitido dejar atrás ciertas dudas y proyectarse con mayor claridad: “Me veo estable en el próximo año y los años venideros, no en el sentido de que voy a hacer siempre lo mismo, sino que creando una nueva base para expresarme tal cual soy. A mí me encanta todo tipo de música y realmente no hay límite”.

La inauguración de esta era llegó con Amor de alta costura, su más reciente single producido con Pablo Stipicic y Kiro Beats. Una canción que destaca por su intimidad y que fue fruto de las largas jornadas de composición que Gianluca compartió con Kiro durante la pandemia. La participación de Stipicic –un colaborador de larga data que trabajó con el músico en el álbum Ying Yang– vino después, y fue fundamental para la creación del coro, que versa: “Así me pierdo / en la luna y los recuerdos / ¿donde esta mi centro? / el corazón no siento”.

“No estoy seguro de la fecha, pero con el Kiro estábamos haciendo mucha música, teniendo sesiones bien extensas donde hacíamos hartas canciones. En un día podíamos hacer cuatro, cinco temas. Y eso mismo me fue, a la larga, dando la situación de que tenía mucha música hecha, y a la vez poder ir diciendo ‘estas son las canciones donde más estoy entregando, donde más transmito, donde más hay emociones’. Como esta, que es una canción íntima, independiente de si es de amor o no”.

Eso me encanta y siento que es muy Gianluca también. Muy mi sonido, mi sello. Eso estaba buscando para iniciar esta nueva era, que está relacionada a varios lanzamientos que vienen, a un cierto sonido, a de repente desmarcarme más de lleno de lo que viene siendo el urbano”, condensa el artista. Una propuesta que lo traerá de vuelta a los escenarios en su primer concierto como solista luego de dos años, que se celebrará el 9 de septiembre en Sala Metrónomo (entradas a la venta en Puntoticket.cl), además de su presencia en el cartel de la edición debutante del festival Primavera Sound en nuestro país el próximo 12 de noviembre.

El género urbano: un pie dentro y otro afuera

Gianluca nunca se sintió del todo cómodo con la categorización de su música como algo exclusivo del género urbano o el trap. “Yo siempre he tenido un pie adentro y un pie afuera del urbano, de lo alternativo, de distintas influencias musicales. Siento que este es el momento donde me desapego de ese tipo de cosas y digo: ya, esto soy yo, estéticamente, no con tanta influencia de cosas externas”, expresa con seguridad.

Sobre su incursión en otros estilos, el artista afirma que es una inquietud que tiene orígenes personales: “Me gusta estar siempre en una búsqueda, en un movimiento. Hacer cosas nuevas, distintas. Y eso ha sido un poco desde el principio. Nunca me ha gustado repetir una canción, sentir que estoy haciendo la misma canción dos veces, o hacer cosas que sean como genéricas”.

“A mí me encanta el reggaetón, pero me pasa que, por una cosa de predisposición, en el reggaetón la pista empieza y a uno se le empiezan a venir ideas que se relacionan con el género, ciertas frases y cierto mood. Como, no sé, cantar que uno es bacano y demostrar que no sé qué... De repente eso es medio vacío. Puede ser bacán y me encanta, pero en comparación a las canciones más indie o pop, distintas… Siento que ahí hay un lienzo abierto, un lienzo en blanco para mí”, reflexiona.

Con el trap siente algo similar: “Es bacán frontear y todo el tema. Pero hace un rato vengo pensando que, claro, cada género tiene sus cosas que lo marcan y que lo delimitan un poco, como decir ‘esto es trap’ y se canta, se muestra y se vende de cierta manera. Cuando yo exploté y pasó la primera ola del urbano en Chile donde estaba full el trap… A mí también me encanta y fue con lo que salí, con lo que reventé. Siempre triste, canciones que marcaron esos años, otros de reggaetón, etcétera. Pero también canciones como Bart o Serenata, que siempre me hacían estar un poquito afuera. Participar de los festivales como el Trap Fest y yo con banda o haciendo más mi rollo”.

Aun así, se muestra genuinamente feliz por todo el éxito que el urbano chileno ha cosechado en los últimos meses, a pesar de haber tomado un camino distinto en su carrera. “Me encanta todo lo que está pasando con el urbano, con el reggaetón, con esta nueva ola de artistas y lo que está pasando con Chile a nivel mundial. Lo encuentro increíble y escucho mucha música chilena. Pero en un momento me vi, como en noviembre o diciembre del año pasado, y pensé: ‘ya, ¿me quiero meter en esta ola del reggaetón o no?’ Y no lo sentí auténtico, no lo sentía mío. Por más de que me gusta, no lo sentía como algo donde yo me iba a poder expresar. Y a mí me carga hacer cosas sólo por pegarse o porque van a funcionar. Esa no es mi mentalidad”, agrega.

- Ahí surge una diferencia entre las cosas que te gustan y las que haces. No tiene que ser necesariamente lo mismo, ¿no?

“Al ir creciendo también me he ido dando cuenta de ese tipo de cosas. Como que, por ejemplo, el G LOVE 2, que es el último proyecto que saqué, responde mucho a lo que a mí me gusta, la música que a mí me gusta escuchar. Y como estaba full en pandemia también fue medio un escape, que no profundiza tanto. A mí me encanta el trap, el reggaetón y todo. Pero lo que a uno le gusta no tiene porqué ser lo que uno hace, donde uno se desenvuelve. Obviamente lo que hago me encanta, pero va por otro lado. No porque me guste El Jordan 23 me voy a poner a hacer un maleanteo, porque yo no soy así”.

Un futuro con esperanza

El estallido social del 2019 estuvo marcado en gran parte por las múltiples muestras de apoyo que diversos artistas dieron a las causas reivindicadas en las manifestaciones. Gianluca fue uno de los representantes del género urbano que se hizo presente en tocatas ciudadanas y gestos artísticos, como la reversión de El derecho de vivir en paz de Víctor Jara, donde compartió con músicos como Princesa Alba, Roberto Márquez, Gepe, Mon Laferte y Cami Gallardo.

Si bien sus letras no tienen necesariamente un mensaje político explícito, no se ha mantenido al margen de las cosas que vienen sucediendo en Chile a nivel social. “Todo este tiempo hemos vivido procesos importantes a nivel político, social... Y ya hace un rato siento que está raro. O sea, todos tenemos una sensación de que está raro, está difícil saber que lo que va a pasar. Siento que nos quieren polarizar mucho. Finalmente, Chile es un país. Somos un solo país”.

“Van sucediendo cosas históricas que nos muestran que tenemos que abrazarnos más como Chile, como país. Y trabajar como uno lo hace en su familia y en las cosas que vienen de generaciones pasadas. Porque las cosas se van repitiendo. Es cíclico. Si uno no trabaja en las cosas que pasaron antes, en los problemas, y en vez de eso los tapa y dice ‘no, esto no, mejor no hablarlo, es un secreto’ o no sé qué. Como pasa con la dictadura, con los cambios que hubo en Chile, que son cosas que yo no viví, pero que todos sabemos cómo fue y todo lo que afectó culturalmente y socialmente a Chile. Y la Constitución a un símbolo muy fuerte de eso. O sea, claramente tiene que cambiar”, concluye.

Dentro de su visión, Gianluca destaca la importancia de que las nuevas generaciones reciban una mejor versión de nuestra sociedad. “Finalmente, que no seamos un país sin memoria, como hoy pasa en Chile, donde de repente hay mucho individualismo. Siento que hay muchos paradigmas que están cambiando en nuestro país y que culturalmente y socialmente estamos yendo para un lugar que puede ser muy bueno para todos”.

“Me gusta ver el futuro con esperanza y soy bastante positivo en pensar que trabajamos todos en conjunto para hacer cosas mejores. De repente hablo con gente sobre que me da lata que los símbolos patrios sean asociados a los fachos, a la derecha, porque uno va para otro lado y la gente en verdad se apropia de su bandera. Y eso también siento que está pasando más en la música. Como en el reggaeton, donde todos tienen videos con la camiseta de Chile, donde sale la bandera, sonamos más chilenos, etcétera. Hay que unirse más y creo que la Constitución, el cambio, es fundamental para que eso siga pasando”, finaliza.

Sigue leyendo en Culto: