Panic! At the disco - Viva La vengeance
Esta banda de Las Vegas formada en 2004 como cuarteto se ha ido deshojando hasta convertirse en el proyecto solista de Brendon Urie (35), como una especie de versión más alegre de los coterráneos The Killers. El material de Panic! At the disco a ratos se envuelve del espíritu musical edulcorado de la serie Glee, pero en este séptimo álbum hay mucho más que estribillos resplandecientes, sino un trabajo monumental de citas, homenajes, adaptaciones y enlaces a la época dorada del pop rock, desde las canciones chiclosas de la beatlemanía y la factoría Motown -Viva La vengeance-, hasta coger los arreglos de un clásico del power pop como Surrender de Cheap Trick y transformarlo en una pieza nueva y reluciente, la operación tras el brillo de Middle of a breakup.
El álbum avanza como un wurlitzer donde sólo caben grandes éxitos: la balada redonda de Don’t let the light go out, la new wave irresistible de Local god, glam a la vena de Star spangled banger con guiños a Wings, rock y ópera con elegante reverencia a Queen en God killed rock and roll.
Brendon Urie es un cantante excepcional y a ratos exasperante -la barroca Something about Maggie-, con un dominio absoluto del pop rock con estilo.
Muse - Will of the people
Muse resolvió la solicitud de un álbum de grandes éxitos grabando un disco con el espíritu de una obra compilatoria de sus mejores cualidades. Esa decisión los obligó a transitar por caminos ya recorridos, a componer con el retrovisor antes que arriesgar novedades. Después de nueve discos y a 28 años de su formación, el trío de Matt Bellamy (voz, guitarra, sintetizadores), Dominic Howard (batería) y Chris Wolstenholme (bajo), logró superar las comparaciones con Radiohead y conseguir un sonido propio de pretensiones cósmicas y grandilocuentes.
Will of the people es un ejercicio de superación constante, con momentos donde el trío británico amplía sus marcas. Kill or be killed, por ejemplo, compite entre lo más pesado de su repertorio, sujeto a la vez a una dinámica pop y progresiva. Verona es un cliché completo, pero imposible resistir la épica de esos sintetizadores retrofuturistas entre Vangelis y Giorgio Mororder, y la guitarra involucrada en un robo a The Edge, todo conjugado maravillosamente. Compliance cachondea entre sintetizadores, sinuosas líneas de bajo y olfato bailable. El álbum es un dínamo convincente, una exhibición de habilidades de una de las bandas definitivas de este siglo.
Elton John & Britney Spears - Hold me closer
Elton John es un maestro consumado en el arte de hacer covers de sus propios éxitos con impecable registro. Historial: Don’t let the sun go down on me, editada en 1974 y revivida en 1991 en una fenomenal versión en vivo junto a George Michael; luego Don’t go breaking my heart, un hit de 1976 junto a Kiki Dee, versionada en 1993 con RuPaul en plan eurodisco; el giro de Candle in the wind de 1974 para homenajear a la Princesa Diana en 1997, hasta llegar a Cold heart junto a Dua Lipa y la remezcla de los australianos Pnau, editada hace exactamente un año, donde la apuesta implicó combinar clásicos como Rocket man (1972) y Sacrifice (1989), con un corte más oscuro como Kiss the bride (1983). Así, Elton John se ha convertido en una figura transgeneracional.
Este single con Britney Spears es la primera aparición musical de la princesa del pop, desde que acabó la tutoría legal de su padre extendida por 13 años. Recurre exactamente a la misma fórmula con Dua Lipa, un cóctel entre Tiny dancer (1971), la pieza predominante, la power ballad The one (1992), y nuevamente Don’t go breaking my heart. La voz de Britney sólo se hace completamente reconocible hacia el final. Como sea, escucharemos por meses esta canción.