David LaChapelle: “Hay al menos seis series sobre Ted Bundy y ninguna sobre Stevie Wonder. ¿Qué significa esto para nuestra sociedad?”
El destacado fotógrafo pop y discípulo de Andy Warhol fue el invitado estelar en el debut del Canon Zoom In Project en Chile, donde compartió sus experiencias personales y profesionales tras cuatro décadas trabajando detrás del lente. Durante su estadía en nuestro país, conversó con Culto sobre su obra y visión de los tiempos actuales, los que, a su juicio, carecen de luminosidad.
David LaChapelle llegó a Nueva York con 15 años. Las razones de su arribo no fueron las más auspiciosas. No se trató de una mudanza familiar: por el contrario, LaChapelle se instaló en la Gran Manzana escapando de su casa y del matonaje que sufría en el colegio.
Aunque su padre no tardó en ir a buscarlo, la vida neoyorquina aún le guardaba varias sorpresas. A los 18 retornó a la ciudad, y a pesar de que los primeros años no fueron para nada fáciles (algunas de sus fotografías surgieron en momentos donde ni si quiera tenía dinero para pagar la cuenta de la luz) pronto llegaría la gran oportunidad de trabajar junto a Andy Warhol en la icónica revista Interview, bastión periodístico del movimiento del arte pop.
Así, con una perspectiva única, composiciones llenas de color y vitalidad y un talento incuestionable, su nombre se alzó rápidamente como uno de los más influyentes de la fotografía contemporánea. A través de su lente han posado estrellas de la talla de Madonna, Elizabeth Taylor, David Bowie, Dua Lipa y Eminem, mientras que su trabajo -lleno de referencias pop, religiosidad y crítica social- es merecedor de un reconocimiento transversal.
A siete años de su última visita a nuestro país, el artista aterrizó en Santiago como el plato fuerte de la primera versión del Canon Zoom In Project en Chile, celebrado ayer. Allí, presentó su afamada charla I believe in miracles¸ una exposición íntima sobre su relación con la fotografía. “Es un poco difícil poner todo en perspectiva”, comenta en conversación con Culto respecto al ejercicio de proyectar parte de su carrera (y su vida) en una ponencia.
“Trato de tener un boceto de lo que quiero hacer, pero la verdad es que intento, en lo posible, inspirar a los jóvenes en sus carreras y en sus decisiones a la hora de crear arte, y contar lo que me da la inspiración a mí. Mi mayor llamado es a conversar con las personas interesadas en la fotografía y contarles un poco de mi historia, mis luchas y las dificultades que he tenido que enfrentar para poder vivir una vida como creativo”, afirma.
Una intención que, a su vez, tiene que ver con su propósito como artista: “Mi objetivo es tratar de llegar a las personas a través de una imagen sin tener que conocerlos físicamente o utilizar palabras. La idea es tratar de tocar a una persona a través de una fotografía, o a través del arte. Eso es lo completo, cuando esa persona se conecta con la imagen”.
Escoger la luz
Su grueso catálogo está lleno de referencias. Una de ellas –y que atraviesa varias de sus obras más famosas– es la religión, citada por LaChapelle en clave contemporánea y a través de íconos de la cultura popular. Parte de esta inquietud por lo espiritual viene de quien reconoce como su principal mentor.
“Miguel Ángel es mi artista favorito. Para mí, es el más importante maestro. Él me influyó profundamente desde que era joven. Andy Warhol fue muy influyente para mí, por ejemplo, pero Miguel Ángel fue algo completamente distinto”. Un ejemplo de esta fascinación es el cuadro bautizado como Courtney Love: Pieta, un montaje donde la viuda de Kurt Cobain figura sosteniendo el cuerpo desnudo del músico en una referencia directa a María y Jesús en el cuadro La piedad.
La espiritualidad juega un rol fundamental en la vida de LaChapelle. “Yo rezo y trato de escuchar a Dios, particularmente a la hora de tomar decisiones importantes en mi vida. Yo suelo rezar y aparecen las respuestas, de verdad que sí”, confiesa. Bajo su perspectiva, tanto la sociedad como el arte se han alejado de aquello.
“En el mundo del arte, y en términos históricos, el arte religioso solía dominar el ambiente. Y ahora, cuando se ve arte religioso, no es realmente compatible (con nuestros tiempos), puesto que las personas se han alejado de la iglesia, de Dios. Creo que va a haber una gran apostasía donde la mayoría de la gente se va a alejar de Dios, y esto pasa particularmente en el mundo del arte. No es irónico que se esté haciendo algo divertido de lo blasfemo”, expresa. Así, el ejercicio de fusionar el imaginario de la fe con figuras pop (que “atraen la atención de los jóvenes”), se vuelve un acto rupturista.
En ese contexto, LaChapelle también expresa su preocupación respecto a las temáticas que hoy dominan el mundo del entretenimiento. “Como artista, uno tiene una opción: puedes crear más oscuridad y confusión en el mundo, pero también es posible crear claridad y belleza. Hoy, en la música y el cine, las cosas se están yendo a la oscuridad. No estoy generalizando, pero pensémoslo: cuántas series sobre criminales, de asesinos en serie podemos ver. Hay por lo menos seis series sobre Ted Bundy y no tenemos ninguna sobre Stevie Wonder. ¿Qué significa esto para nuestra sociedad? Que nosotros nos obsesionamos tanto sobre la muerte, los asesinatos… Un porcentaje importante de los jóvenes actuales han visto pornografía hardcore en línea, hay que estudiar qué impacto tiene esto”.
“Todo habla tanto de homicidios, de muerte, como American Horror Story. Se está haciendo una serie de Jeffrey Dahmer... ¿Necesitamos más, realmente? ¿Cuándo vamos a satisfacernos de tanta oscuridad y muerte? Estamos en una nueva era oscura en este momento”. Tiempos que, para el fotógrafo, son comparables con la época del imperio romano.
“El arte siempre ha sido un espejo de en qué se interesa la sociedad. Cuando nosotros estudiamos la historia, escuchamos el arte que se crea. Olvidamos el nombre de los políticos, pero recordamos a los artistas. ¿Qué van a decir de nosotros en un futuro? ¿Van a decir que nosotros estamos sentados en el coliseo? La gente va a tener una impresión muy parecida a la que nosotros teníamos de los romanos”, plantea.
El fotógrafo afirma que, en tal estado de las cosas, resulta mucho más difícil aportar elementos clarificadores: “El arte es una lucha. Es fácil crear oscuridad en contraste a la luz. Es mucho más fácil intentar hacer cosas sangrientas y violentas, pero crear algo iluminador es un desafío mucho mayor”.
Sin embargo, tiene su postura más que clara: “Yo estoy en el otro lado. Quiero traer risa, luz, vida, espiritualidad. Esos son los elementos que yo quiero presentar y ponerlos en un contexto de la cultura popular. Yo no soy fan de toda la gente que he retratado, pero los voy a fotografiar porque son parte del mundo de la cultura popular. Pero necesitamos a los Stevie Wonder del mundo. Necesitamos los Beatles nuevamente, estas personas que aspiran a la grandeza. Ahora no se puede nombrar a una sola banda de rock que todo el mundo conozca y que nos reúna a todos como lo hicieron los Beatles en los 60. Nosotros tenemos la opción de crear como artistas, y tenemos que tomar la decisión correcta. Tenemos que mantenernos dentro de la luz”.
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