De las últimas cinco ediciones del Festival de Venecia, cuatro han terminado con una película de Hollywood como máxima ganadora. La única no estadounidense de ese cuarteto es Roma, de Alfonso Cuarón, título exclusivo del mayor gigante del streaming, Netflix.
El encuentro italiano no tiene complejos con haberse convertido en un hito ineludible de la temporada de premios del circuito comercial, la carrera que termina a comienzos del año siguiente con los Oscar. Sin romper esa inercia, su versión 2022 arranca hoy por primera vez con un filme de la plataforma digital.
Se trata de White noise (Ruido de fondo), la cinta que Noah Baumbach escribe y dirige a partir de la novela de Don DeLillo. Publicada en 1985, es la historia de un profesor universitario (Adam Driver) especializado en estudios sobre Hitler que atraviesa circunstancias extraordinarias. En su esfera más íntima, están los altos y bajos que atraviesa la familia que tiene con su cuarta esposa, Babette (Greta Gerwig), y luego, en una capa más indómita, la emergencia que atraviesa su ciudad, amenazada con una nube tóxica.
Es la primera vez en que el cineasta de Historia de un matrimonio (2019) trabaja una idea ajena y probablemente sea su película más ambiciosa a la fecha. Este miércoles el realizador aterrizó junto a sus estrellas en la alfombra roja de Venecia, abriendo la edición de este año y también el amplio despliegue de Netflix en el evento que se extenderá hasta el 10 de septiembre.
También en competencia por el León de Oro, el servicio de streaming tiene otra adaptación largamente esperada: Blonde (Rubia), el filme en que Andrew Dominik (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford) se aproxima a su manera a Marilyn Monroe.
Toma como referencia la extensa novela homónima de la escritora Joyce Carol Oates que indaga en la disociación entre Norma Jeane Mortenson y Marilyn, la identidad construida para sobrevivir a sus propios demonios y a las luces del medio.
Protagonizada por la cubano-española Ana de Armas, la cinta ha sugerido por todos los medios que es una biografía sin concesiones a la existencia de la legendaria actriz, por lo que cuesta imaginar que vaya a recibir una recepción unánime. Al streaming llegará al 28 de septiembre.
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades es el primer largometraje de Alejandro González Iñárritu desde El renacido (2015). Esta vez el cineasta mexicano elabora una película alimentada de elementos de su propia vida, enfocándose en la historia ficticia de Silverio Gama (Daniel Giménez Cacho), reconocido periodista y documentalista que se ve forzado a encarar sus miedos y recuerdos en un viaje de regreso a México. Puede parecer más íntima que varias de sus obras previas (Amores perros, Birdman), pero su duración intimida: 174 minutos.
Del clan de “los tres amigos” (Cuarón, Guillermo del Toro), González Iñárritu es el único que aún no ha conquistado el principal reconocimiento de Venecia. Aunque, a simple vista, el jurado encabezado por la actriz Julianne Moore tiene un buen menú para elegir a su favorita.
El reputado director iraní Jafar Panahi presenta No bears, una cinta compuesta por dos historias de amor que corren en paralelo. El autor de Taxi (2015) acaba de ser sentenciado a seis años de prisión por la justicia de su país -tras ser detenido mientras visitaba a un colega encarcelado-, un elemento que podría ejercer peso a la hora de eventualmente concederle el segundo León de Oro de su carrera (El círculo, 2000).
Otro nombres ya condecorados en Venecia que vuelven este año son Darren Aronofsky, que estrena The whale, el drama de un hombre con sobrepeso (Brendan Fraser) y la tensa relación con su hija (Sadie Sink), y el filipino Lav Diaz, aunque este último muestra When the waves are gone fuera de competencia.
Ese apartado también cuenta con luces: se proyectarán No te preocupes cariño, el thriller psicológico de Olivia Wilde sobre un matrimonio (Florence Pugh, Harry Syles), la nueva cinta de Paul Schrader (Master gardener) y el filme póstumo del surcoreano Kim Ki-duk (Call of God).
La carta nacional: Blanquita
Tras lanzar con éxito en festivales sus películas Carne de perro (2012) y Jesús (2016), el director nacional Fernando Guzzoni tiene su primera experiencia en Venecia. Debuta con Blanquita, su largometraje sobre una joven de 18 años (Laura López) de un hogar de menores cuya vida da un vuelco cuando realiza una denuncia que remece al país. A través del sacerdote del recinto (Alejandro Goic), se expone que políticos y empresarios participan en fiestas sexuales con menores.
Su inspiración no es otra que el caso Spiniak, que sacudió la realidad nacional a comienzos de este siglo. Guzzoni trae esa sórdida trama al presente -juegan un rol tanto las redes sociales como el movimiento feminista- y adapta los elementos a su criterio.
Compite en Orizzonti, la misma sección en que Blanco en blanco (2019) fue premiada en 2019. “Creemos que es un lugar muy idóneo para que el mensaje de la película se empiece a socializar”, aseguró el realizador, que exhibirá la cinta en salas locales antes de que termine el año.
Quijote Films, la compañía nacional detrás de Blanquita, se anota en el mercado de Venecia con dos proyectos en desarrollo: La misteriosa mirada del flamenco, de Diego Céspedes, y Horizonte, una coproducción junto a Colombia.
Otros productoras locales que acudirán al evento son Fábula, representada por Rocío Jadue; Jirafa Films con Bruno Bettati; Araucaria Cine con Isabel Orellana y Galgo Storytelling con María José Diaz.