Crítica de discos/singles de Marcelo Contreras: los contrastes de Björk, Yeah Yeah Yeahs y Julian Lennon

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Mientras la islandesa y el grupo neoyorquino retornan con singles arriesgados y que demuestran sus respectivas capacidades inventivas, el hijo mayor del ex Beatle despacha un álbum sin grandes sorpresas.


*Yeah Yeah Yeahs - Spitting off the edge of the world

Han pasado nueve años desde el último álbum de Yeah Yeah Yeahs -Mosquito-, una prueba de ambición y honestidad del trío neoyorquino. Durante este periodo el grupo permaneció en contacto pero sus vidas bifurcaron, en particular la de Karen O, convertida en madre. Su condición envuelve la letra de este primer single de Cool it down, el retorno discográfico que se materializa el próximo 30 de septiembre con ocho canciones.

Spitting off the edge of the world -”estamos escupiendo desde el borde del mundo”, sentencia el estribillo-, arroja un lamento sobre la crisis climática, y la interpelación de un niño -”mamá, ¿qué has hecho?”-.

Aunque la letra cierra esperanzada -”nos verán surgir”-, la composición refleja melancolía con una carga de sintetizadores siderales con resabios de Plainsong de The Cure. La impronta sonora magnificente y melancólica corre por cuenta del productor Dave Sitek (Tv on the radio), colaborador habitual del trío que completan Nick Zinner (guitarra, teclados) y Brian Chase (batería). El cantante Perfume Genius, un regalón de Pitchfork, contribuye a la desolación reinante de este excelente apronte para el regreso de Yeah Yeah Yeahs.

*Björk-Atopos

“Nuestras diferencias son irrelevantes”, repite Björk en este sencillo que adelanta auspiciosamente Fossora, con fecha para el 30 de septiembre. Según la cantante islandesa, el trabajo se inspira en la gente que hizo fiestas caseras en la pandemia, tal como ella. Siguiendo sus normas, las herramientas del regreso son inusuales: un sexteto de clarinetes bajos y toques de gabber, un derivado del hardcore techno con énfasis en la percusión de rudimentario barniz, saturado. Atopos refleja exactamente esos componentes. Los vientos parecen desfragmentados y la base rítmica es implacable, como un endurecido reggaetón que comienza a desmadrarse. Björk apela a superar las distancias que entorpecen el amor. “¿No son sólo excusas para no conectar? (...) insistir en la justicia absoluta en todo momento, bloquea la conexión”, canta con irrefutable lógica.

La sección final, cuando la interpretación virtuosa, expresiva y eternamente infantil se repliega, y queda la mezcla instrumental entre los vientos análogos y el ritmo en progresiva alteración, ametrallado por un sonido monocorde sin lugar a la melodía, funciona como una prueba de que el reggaetón puede someterse a experimentos. El ingenio de Björk lo comprueba.

*Julian Lennon - Jude

Con 59 años, Julian Lennon al fin encontró la paz tras invertir legalmente sus nombres anteponiendo Julian a John. Un logro personal que al resto del mundo deja frío, porque el primer hijo de John Lennon ha sido conocido desde siempre como Julian, el niño desolado por la separación de sus padres, que inspiró a Paul McCartney a escribir Hey Jude. Cuando irrumpió en 1984 con el efectista single Valotte -más llamativo por las similitudes con su viejo que por la originalidad-, fue presentado como Julian.

Este séptimo título, el primero en once años de una discografía lánguida en este siglo, resulta agridulce en la medida que Lennon es un compositor competente de soft rock. Domina las melodías, los buenos arreglos, y parece honesto al lidiar líricamente con fantasmas poderosos. Por otro lado, su aporte y novedad no supera la tradición musical monumental suscrita al apellido. Puede reclamar el derecho pero el camino asegurado cobra su precio. Jude es un álbum crepuscular armado en pandemia, con material acumulado en el tiempo que ha sido reelaborado. Arranca impecable con el rock épico de Save me, a la larga, el mejor momento de una obra con la emoción de un viaje en velocidad crucero.

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