Los hombres trabajan en lo que se conoce como el “Proyecto Victoria”. Perfectamente vestidos y perfumados, cada mañana se despiden de sus esposas antes de enfilar todos juntos hacia su empleo, un lugar donde desarrollan labores que por algún motivo no pueden especificar a sus familias. Luego, al final del día, regresan a casa a cenar, repitiendo la rutina tal cual la jornada siguiente.
Por su parte, las mujeres se dedican la mayor parte del tiempo a limpiar, cocinar y cuidar a sus retoños. Aprovechando un eterno verano, suelen reunirse alrededor de la piscina y algunos días de la semana asisten a clases de ballet. Ocasionalmente, se preguntan sobre la profesión de sus maridos, aunque en general ninguna indaga más allá ni advierte nada extraño.
Alice (Florence Pugh), una joven relativamente nueva en el lugar, está cómoda. Sus vecinas la adoran y con Jack (Harry Styles), su esposo, todo es fuego y una convivencia sin baches. Pero una serie de acontecimientos gatillan que empiece a preguntarse sobre su existencia en ese espacio. ¿Qué hay más allá del territorio que tienen prohibido visitar? ¿A qué se dedican su pareja y las de sus amigas? ¿Qué trama Frank (Chris Pine), el fundador del Proyecto Victoria?
En el contexto de CinemaCon, el evento que agrupa a los dueños de cines de Estados Unidos, Olivia Wilde citó tres películas que habrían ejercido como grandes influencias al momento de crear No te preocupes cariño (Don’t worry darling), su segundo largometraje como directora: El origen (2010), de Christopher Nolan; Matrix (1999), de las hermanas Wachowski, y The Truman Show (1998), de Peter Weir.
Esta última, protagonizada por un hombre (Jim Carrey) que sin sospecharlo encabeza un reality show de éxito mundial, se situó como la principal referencia de la cinta que llega este jueves 22 a la cartelera chilena. Así lo ve Matthew Libatique, el reputado director de fotografía de la producción. “Es innegable, por el marco y la concepción de la historia”, señala en conversación con Culto.
Nominado en su rubro en dos oportunidades a los Premios Oscar (El cisne negro, Nace una estrella), el realizador se unió al nuevo filme de la cineasta tras colaborar por primera vez en un corto del año 2020 titulado Wake up y liderado por Margaret Qualley. Se convenció ante la inquietud de la actriz de Dr. House de traspasar a imágenes el distópico concepto original que en el guión firma Katie Silberman.
“Olivia tiene esa cualidad que me encanta en los directores, en que la página escrita no es donde termina la historia. Tiene que pasar por todas las acciones del diseño de producción, el diseño de vestuario, las actuaciones, la dirección de fotografía y la música. Todas estas cosas, en el montaje, realmente se convierten en lo que se supone que debe ser. Ella deja que todas las disciplinas canten. Cuando eres director el desafío consiste en cómo combinar esas disciplinas para crear lo que deseas. Ella lo hizo con Booksmart (La noche de las nerds, 2019). Y creo que eso hace aquí”.
Libatique asegura que uno de sus mayores retos fue definir con precisión el mundo idílico de la trama, una especie de suburbio típicamente estadounidense de los años 50, pero arraigado a algún punto indeterminado del desierto de California. Ese escenario le sirve a Wilde para construir un largometraje inscrito en el thriller psicológico, con algunos guiños a cintas conocidas por su erotismo, una especie de subgénero en retirada en Hollywood.
“Lo único con lo que yo estaba en sintonía era con la idea de un thriller psicológico al estilo de finales de los 80 y 90, a la que ella hacía referencia. El tipo de filme de Adrian Lyne, con el sexo y la devoción. También a la época de Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr., la imagen de los cigarrillos colgando de la boca y los tragos en la mano. Esa era la especie de vibra que ella estaba creando, así que me apoyé en esas cosas y esas inspiraciones cuando estábamos fotografiando la película”, especifica.
Y agrega: “Creo que este filme es una especie de testimonio de su capacidad para construir un mundo. Y para un director de fotografía es divertido participar en un proyecto que construye un mundo. Es emocionante”.
En vez de tener a un matrimonio más maduro como eje del drama, la realizadora apostó por imaginar a una pareja más joven y llena de sueños. Para el rol de Alice seleccionó a Florence Pugh, la ascendente actriz de títulos como Midsommar (2019), Mujercitas (2019) y Black Widow (2021), quien se apodera de cada segundo de la cinta. Para el papel de Jack se inclinó por Harry Styles como reemplazo del primer actor elegido, Shia LaBeouf.
“Creo que ellos son magnéticos. Son magnéticos juntos en cada cuadro. Sentí que había un ritmo. Harry es músico, y Florence por derecho propio es música cuando se trata de actuar. Sé que ensayaron con Olivia y la conexión que tienen es innegable. Así que fue un placer verlos”, sostiene el director de fotografía.
Ahonda en la actuación de Pugh, una de las figuras jóvenes más solicitadas de la industria, cuyos próximos pasos incluyen El prodigio, de Sebastián Lelio; Oppenheimer, de Christopher Nolan, y la secuela de Dune, de Denis Villeneuve.
“Es una actriz notable. Creo que emocionalmente no requiere esfuerzo en los primeros planos ni en los amplios. Su físico es completamente perfecto para el momento y su emoción es perfecta para el momento. Tiene un conjunto de habilidades con las que puede responder. Ella es una verdadera estrella de cine, en términos de que entiende lo que es y sabe cómo funciona la cámara. En primer lugar, la cámara la ama, pero ella sabe dónde está todo el tiempo”.
Y cierra con una idea: “No es difícil ver a Harry Styles como una persona de la que la mujer está enamorada, y que él esté enamorado de la mujer. Y esa relación, creo, lo es todo. El núcleo de eso es la dinámica de la película que hace que funcione, que hace que te importe. Y creo que eso es un mérito de ambos”.
¿Un rodaje turbulento o armónico?
La polémica ha acechado a No te preocupes cariño desde fines de 2020. Olivia Wilde despidió a Shia LaBeouf (y lo sustituyó por el cantante británico) antes de que las cámaras se encendieran, por razones que han tenido en disputas a ambas partes: la cineasta plantea que con su comportamiento hizo sentir incómoda a Pugh y él afirma que renunció porque no había tiempo suficiente para completar los ensayos.
La difusión de un video –obra de LaBeouf– en que ella aparece tratándolo de convencer para que regrese al set (y trata a la protagonista como “Miss Flo”) no ayudó a la versión de la directora, quien replicó indicando que “este tema tiene muchos más matices que lo que se puede explicar en textos privados publicados fuera de contexto. Todo lo que diré es que él fue reemplazado”.
El resto de los elementos han alimentado el comidillo: la supuesta tensión entre Wilde y la intérprete, el romance entre la realizadora y Harry Styles mientras se desarrollaba el rodaje, y una incómoda premiere hace un par de semanas en el marco del Festival de Venecia, que se convirtió en el episodio más comentado del certamen a pesar de no obtener grandes críticas ni estar en la competencia oficial.
Días atrás, Matthew Libatique entregó una declaración a la revista Vanity Fair que buscaba apaciguar las aguas: “Fue uno de los sets más armoniosos en los que he estado, y estoy en medio de la tormenta”.
¿Pero en qué se manifestó aquello? El director de fotografía dice a Culto que se tradujo en “un sentido de creatividad”. “Solo puedes obtener verdadera creatividad de cada departamento si hay armonía. Porque si no hay armonía y hay conflicto… Cuando se toman decisiones, si alguien no cree en esas decisiones, entonces realmente no va a alcanzar su máxima capacidad”.
Ilustra su punto con la presencia constante de Katie Byron, diseñadora de producción de la cinta. “En muchas ocasiones, el diseñador de producción pasa al siguiente set, pero la presencia de Katie Byron estaba allí, quizás porque Olivia invita a esa participación. No hay ningún otro lugar en el que estar, a excepción del set, a menos que tengas algo más que preparar para el rodaje de la semana siguiente. Si terminas eso, vuelves. El set es donde sucede todo, la creatividad está allí. Las ideas se concretan realmente allí”, explica. Y sobre Wilde apunta: “Ella transmite fácilmente lo que busca”.
El currículo de Libatique incluye toda clase de retos (Réquiem por un sueño, El plan perfecto, Iron Man), pero curiosamente la realización de No te preocupes cariño compartió una cualidad con uno de los largometrajes que filmó en los meses posteriores: The whale, que también tuvo su debut mundial en la recién concluida edición de Venecia.
Su nueva colaboración con Darren Aronofsky es la historia de un profesor (Brendan Fraser, en un papel que podría darle el Oscar) de más de 270 kilos que lidia con la pérdida de su pareja, los intentos por volver a vincularse con su hija (Sadie Sink) y los pésimos pronósticos de salud que le entrega la medicina. Todo transcurre en su hogar, homologándose al thriller psicológico de Olivia Wilde, que gira en torno al encierro (y colapso) de su personaje principal.
“Hasta que no haces una película que está recluida en un solo lugar, realmente no aprecias el efecto de que estás cambiando de lugar, con lo que siempre le estás entregando algo nuevo a la audiencia”, detalla.
En cambio, en cintas como las que ha rodado recientemente, “eso nuevo no está en el entorno, sino en cómo colocar la cámara sobre el personaje. En No te preocupes cariño existieron diferentes elementos para sugerir esa subjetividad. Lo bueno del filme es que, aunque hay escenas con mucha gente, hay muchas escenas con ella sola. Entonces son de naturaleza subjetiva, porque la casa en la que vive también es un personaje”, expresa el director de fotografía.
“En The whale es lo mismo. En cierto sentido, en ambas películas el personaje no está solo, porque el mundo de Alice en No te preocupes cariño y la casa en la que se encuentra Charlie en The whale son una manifestación de sí mismos. Consiste en estar en sintonía con lo que eso podría ser”.