La pandemia conmovió a Congreso (Quilpué, 1969) y los llevó a un camino inédito en sus más de 50 años de recorrido musical. En el largo período de encierro la fragilidad del ser humano se les vino encima y de aquello nació Luz de flash, su nuevo álbum disponible a partir de hoy en todas las plataformas digitales.
¿Qué es luz de flash? Sergio “Tilo” González lo resume así: “Es algo que te ayuda a ver, pero también te puede nublar o enceguecer. La canción dice: ‘Y todos los colores se fueron huyendo al blanco’. Es como el olvido. Eso pasa con las fotos antiguas, que de repente se empiezan a ir, a emblanquecer, y eso tiene que ver con la memoria y la sociedad actual”.
Luz de flash, el sucesor de La canción que te debía (2017), es un disco en que cada tema es muy distinto al otro, prácticamente un álbum “sin género”, como sostiene “Tilo” González. “Hay temas que pueden ser un landó, pero que no lo son; que pueden ser habaneras, pero que tampoco lo son; y que pueden ser rock, pero tampoco es rock. Me gusta eso, que cada quien le ponga nombre”, apunta.
La nueva producción de Congreso está compuesta por 11 canciones, dos de las cuales fueron formuladas como bonus track y que estarán contenidas en la edición en CD. Para el vinilo se dejaron nueve temas con el objeto de privilegiar el sonido. Ambos formatos estarán disponibles a partir de noviembre, en el marco del lanzamiento del disco en el Teatro Nescafé de las Artes (días 4 y 5, entradas por Ticketek).
El disco fue creado en plena cuarentena, por lo cual “Tilo” González se vio obligado a enviar las maquetas y demos a sus compañeros en mp3. Aquello posibilitó que Luz de flash -con guiños a la música argentina y a The Beatles- se grabara a mediados de este año de manera más libre, sin tanto ensayo ni ires y venires.
“Este disco es diferente de todos, no tiene un hilo conductor y la diferencia entre una canción y otra es muy notable, cosa que antes no pasaba. Antes uno sabía más menos la idea del próximo tema, aquí no y eso es lo sorprendente. Los textos de Pancho Sazo logran una identificación con la gente, con el mundo de uno. Hay una canción que se llama Alzhemier, y esa cuestión a uno mismo lo conmueve”, dice a Culto Hugo Pirovich (flauta, percusión).
Otros buenos ejemplos de la versatilidad del álbum son Rocanrol de los misterios y Bajo el puente. En síntesis, es uno de los títulos chilenos más sólidos y contundentes de la temporada.
Lo que indica Pirovich no es casual. Aunque el tono no es nostálgico, la lírica de los temas nuevos da cuenta de que el final del camino aparece ya en el horizonte, aunque por ahora más bien lejano. “En La plaza de los sueños hay un video que fue hecho con unos monitos de madera, que somos nosotros mismos, muy frágiles. Los hizo un artesano y las figuras se mueven con un cordelito: es que la vida es frágil y en pandemia la sufrimos”, recalca González, compositor y el hombre tras la batería.
En ese sentido, “Pancho” Sazo explica que “nosotros siempre les hemos querido cantar a quienes no están en la foto. Entonces retratamos a la gente que nos conmueve. Tiene mucho que ver con la pandemia, porque estuvimos aislados, sabemos que hay gente que sufrió mucho más, que perdió a sus familiares. Por lo mismo es muy emotivo. Además, estoy pensando en los viejitos del grupo: es una forma de mirar para atrás sin ponerse nostálgico. Yo estoy con Jorge Teillier cuando él dice que hay que tener nostalgia, pero del futuro”.
El cierre precisamente tiene que ver con el dolor. Esto, porque Congreso eligió Murió la flor (Los Ángeles Negros) para el final. El mismísimo Germaín de la Fuente se hizo presente en el lanzamiento del disco ante la prensa la noche del miércoles en El Liguria de calle Merced, como una suerte de homenaje al cantautor nacional.
“Hace un año murió el guitarrista de Los Angeles Negros (Mario Gutiérrez) y pensé cómo alguien tan importante para la música chilena muere en México y acá en Chile nadie se acuerda mucho. Lo mismo pasó con Zalo Reyes: lo recordamos por una semana y sería. Entonces (Murió la flor) es un abrazo a Los Angeles Negros, a Germaín de la Fuente y a la música chilena que escuchábamos cuando éramos niños”, concluye “Tilo” González, dichoso del último trabajo de Congreso.