En agosto pasado, la organización de Lollapalooza Chile prometió que la próxima edición podría ser “el mejor lineup en la historia del festival”, según Sebastián de la Barra, uno de sus máximos ejecutivos. Difícil acusarlo de promover el producto a cargo -es su trabajo-, pero veamos si se cumple el vaticinio después de diez ediciones.
Los cabezas de cartel son inapelables en términos de popularidad global. Drake (35) es un fenómeno de ventas y récords, como protagonista de un meme clásico que comprueba su universalidad. Aunque sus noticias se asemejan más a los reportes del mercado financiero, y su valor musical sea digno de debate -tanto número con tan poco-, es una figura insoslayable del hip hop. Billie Eilish (20) encarna creatividad y una cuota de oscuridad y tormento en representación de un pop que se rehúsa a las fórmulas. Blink-182, con alineación original, encarna el sueño dorado de millennials y de cualquier fan con la oportunidad de ver a una de las últimas bandas realmente populares del rock, fracturada y recompuesta un par de veces, con una curva evolutiva entre un humor bobalicón en clave American Pie, a una veta emo más elaborada.
Con Tame Impala se trata de ir a la segura. El proyecto de Kevin Parker (36) ha visitado Chile varias veces, un modelo de rock, pop y lisergia, con un gran número en vivo. Rosalía (30) es un cohete en nombre de la fusión urbana y lo demostró en el Movistar Arena a fines de agosto. Lil Nas X (23), el último del listado mayor de Lollapalooza Chile 2023, nació para ser estrella. Un rapero declaradamente gay de atractiva estética con una seguidilla de hits en pleno apogeo, que debería desatar la fiesta.
La solidez de la primera línea comienza a flaquear en la segunda sección. Jane ‘s Addiction son clásicos, pero repetidos (¿por qué no Porno for Pyros?). Los británicos The 1975, que aún no logran equiparar el éxito de hace ya seis años por singles como Love me, deberían presentar su último álbum. Armin Van Buuren es una carta clásica de la electrónica bailable, pero suele visitar Chile y Sudamérica, novedad ninguna. Rise Against arrastra fanaticada punk y tampoco es su primera vez por acá. Lo mismo Tove Lo y Cigarettes after sex.
Debuta Pailita, figura en ascenso del urbano chileno, camada de gran protagonismo en las dos últimas versiones de Lollapalooza. En la misma línea de renombre los nacionales Young Cister y Cris MJ. Sin embargo, se extrañan grandes estrellas latinas y más figuras locales de reggaetón y trap, a pesar de artistas como Danny Ocean y Álvaro Díaz, con carreras al alza pero en ningún caso consagrados.
Cuando se desgrana el cartel hacia el último tercio, se justifica la presencia de sobrevivientes de los 90 como Pánico y artistas posteriores como Ases Falsos, Angelo Pierattini y Nano Stern, todos representantes de una generación musical con discografía, carrete y afianzada en directo.
Por primera vez en su historia en Chile, el festival deja fuera a los públicos boomer y Gen X. Con la excepción de Jane ‘s Addiction, el resto del cartel destierra a esas audiencias que durante varias ediciones, fueron parte importante de su atención. La presencia de la “nación alternativa” de MTV, atendida hasta la visita de Foo Fighters este año, se extinguió en esta pasada. Tampoco hay rastro alguno de algún clásico británico, desde esas estrellas de raros peinados, hasta algún representante del brit pop. Menos alguna banda pesada de renombre, o un verdadero clásico del rock indie estadounidense del último cuarto de siglo. Por cierto, es llamativo que el K-pop aún no tenga un espacio.
Quizás sea mejor atender a esas venerables audiencias en teatros más cómodos, en grandes montajes en el Estadio Nacional, o preferir la oferta de Primavera Sound y el festival de Viña. Pero este cartel de Lollapalooza 2023 no los invita particularmente.
¿Es el mejor lineup en la historia de Lollapalooza en Chile? En la medida que el evento renuncia a determinados públicos, acusa los efectos de la competencia y reacciona concentrando su oferta hacia un segmento más joven. Así Lollapalooza pierde colorido en su paleta. Tarde o temprano debía suceder dada la aparición de otras alternativas de grandes reuniones de música en vivo. Por ahora, dejan ir a los más veteranos, y una cuota de historia y trayectoria queda fuera del menú.