“Joe era un hombre extraordinario, tenía la habilidad de hacer a todos sentirse especiales, como si fuesen las personas mas interesantes e inteligentes. Vivir con él era algo fantástico”, dice a La Tercera y desde España al teléfono Lucinda Tait (60), viuda de Joe Strummer, el indispensable miembro fundador de The Clash fallecido en 2002 de un ataque cardíaco. La pareja se conoció en 1993 e iniciaron ambos una aventura que desembocó en su matrimonio, en 1995.
“Él era un búho y yo era una alondra”, ríe Tait, recordando sus ritmos opuestos. “Cuando yo iba a acostarme, a las diez de la noche o lo que fuera, Joe se ponía a escribir, grabar, o leer. ¡Él devoraba literatura! Había una parte enorme de su vida a la que yo no tenía acceso, ya que ese era el momento del día en que él hacía todas sus composiciones”.
Aparentemente desordenado, Joe dejó toneladas de material -cintas, textos y bocetos- guardado en bolsos, maletas y cajas, todo disperso en graneros, estudios de grabación, sótanos y áticos. “Una vez recolectadas las piezas se armó un archivo, y eso tomó aproximadamente cinco años. La música estaba en cassettes, ya que a él le gustaba el sonido análogo”.
Para Tait, armar el puzzle de Joe fue una revelación extraordinaria. “Pude conocer todo eso, ya que yo no estuve presente mientras él lo creaba. Lo interesante es que Joe no tiraba nada. Entre letras y borradores, el archivo era tan gigante que siempre se encontraba algo nuevo, no importa cuántas veces revisaras. Fue una experiencia maravillosa y emotiva para mí”.
Tras trabajar en el box set Joe Strummer 001 en el año 2018, compilando selecciones del tiempo de Joe junto a los 101ers, The Mescaleros y su obra para diversas bandas sonoras, la viuda del compás político de The Clash decidió montar el recientemente editado Joe Strummer 002: The Mescaleros Years para conmemorar los setenta años de su nacimiento. Ediciones remasterizadas de las placas Rock art and the X-Ray style, Global a go-go y Streetcore; demos, canciones inéditas y versiones alternativas; así como un libro tapa dura cargado de entrevistas, letras, dibujos y notas manuscritas extraídas del archivo personal de Joe; todo en formato de cuatro discos compactos y siete discos de vinilo.
Lo más interesante, según Tait, es cómo a pesar del aparente caos en las piezas que dejó Strummer, él guitarrista siempre tuvo todo claro en su mente. “Lo más increíble es que revisando cosas uno se daba cuenta de que ideas que tenía de hace mucho tiempo atrás, como unos versos o unas frases escritas en los años setenta, cosas que estaban guardadas en un lugar, aparecían después en una canción de, por ejemplo, los años dos mil. Él retenía toda la información de lo que hacía, lo registraba todo, lo anotaba, y lo usaba muchísimo tiempo después, como casi memoria fotográfica”.
Balas de Washington
Pero las antenas del artista no solo estaban pendientes de su mundo interior. En su estadía en The Clash, y en sus proyectos posteriores, él siempre supo dar cabida a un mensaje político que intentaba dar voz a quienes se les impedía contar sus historias. Incluso en España, país con el cual Strummer conectó desde antes de The Clash y en donde terminó por comprar una casa en Almería, él solía conversar en un español irregular con quien se le cruzara. “Y de alguna forma, la gente le entendía (risas). Siempre quería conocer gente y le gustaba escuchar sus historias. Le gustaba saber lo que la gente tenía que decir”. El entusiasmo de Joe por otras culturas se tradujo también a fines de los años noventa en su ecléctico programa London Calling para la BBC. “Él lo absorbía todo y en ese show encontró una forma de canalizarlo. Y lo que escuchaba en esos días también permea sus canciones con The Mescaleros”, explica Tait.
- Ese interés por las personas y lo que ocurría en el mundo, incluso en lugares tan apartados como Chile, le llevaron a mencionar el asesinato del presidente Salvador Allende y de Víctor Jara en la canción Washington bullets.
- Él tenía los libros de poemas de Víctor Jara y ahora yo los tengo en mi poder, para mí son muy preciados. Joe habló de lo que ocurría en Chile porque, incluso antes de que existiese The Clash, cuando él vivía en Londres en una casa okupa en Notting Hill, él vivía con varios chilenos y así se enteró de lo que ocurría. Además, leía mucho y es interesante darse cuenta de que aún antes de haber estado en la banda, y sin que hubiese internet ni nada como ahora, él sabía lo que pasaba en el mundo solo por el hecho de ponerse a hablar con la gente y de conversar. Por pasar tiempo con ellos, escuchar, hablar y aprender.
A propósito de Notting Hill, Tait recuerda que, viviendo con Joe, todo era un carnaval. “Un día típico era encontrarnos en la cocina entre las 11 y las 12 del día, probablemente. Y eso dependía de si era época de clases o vacaciones, pero acá en Almería, en España, Joe se levantaba a mediodía, bajaba y preparaba sándwiches. Luego íbamos todos a la playa hasta la tarde. Siempre sus amigos españoles se juntaban con nosotros. Luego él iba a un bar con ellos y regresaba a casa a las dos o tres de la mañana. Tenía la gran habilidad de poder beber un montón y nunca emborracharse (risas). La vida con él siempre era divertida, interesante y desafiante. Fui bien afortunada de pasar ese tiempo con él”.
Por lo mismo, para Lucinda, el punk según Joe se trataba de conectar con la gente, no de ser un gruñón sin causa. “Y creo que hoy hay mucha música que no dice nada y creo que la gente hoy está pasando por un tiempo turbulento. Por eso hay que detenerse y pensar, y necesitamos escuchar y aprender. Las letras de Joe dicen eso. Los jóvenes hablan hoy de rabia, de violencia, y simplemente no hay suficiente gente interesada en hacer que la gente sienta, piense, y se escuche. Quiero que se sepa que Joe no era un punk rabioso, era más que eso, él amaba a la gente”.
Los jóvenes punk
El 15 de noviembre de 2002, Strummer se presentó con The Mescaleros en un concierto a beneficio del Sindicato de Bomberos en el Acton Town Hall, en Londres. Mick Jones, su ex compadre en The Clash, asistió al evento y subió a interpretar -sin premeditación alguna- un par de temas junto a Joe. Era la primera vez que aunaban fuerzas sobre el escenario desde el quiebre de la banda, y sería la última. El 22 de diciembre del mismo año, poco más de un mes tras la histórica reunión, Joe sufrió un infarto al volver a casa tras pasear con sus perros.
“Mick y Joe estaban volviendo a ser amigos otra vez. Pero, ¿quién sabe lo que hubiese pasado? Joe le estaba mandando letras a Mick y él le mandaba música de vuelta. En esos días Joe tenía a Los Mescaleros y le gustaba trabajar con ellos, ya que eran multitalentosos, multiinstrumentistas, y sentía que podía hacer algo muy diferente con ellos, algo nuevo. Había una parte de él, y no estoy hablando por él al decirlo -jamás lo haría- que tal vez pensaba que su alianza compositiva con Mick era bien fuerte pero a la vez le gustaba mucho explorar esto”.
Conectado siempre con el momento, Joe no era un hombre dado a mirar atrás. “Siempre decía que eso no tenía sentido, que había que vivir en el momento. Y él me pegó un poco esa mentalidad. Yo decía: ‘¿Y si lo hacemos para el verano, o para Navidad?’ Y él siempre decía ‘hay que hacerlo ahora, hay que vivir, hay que apreciar el día de hoy, sino siempre vamos a estar mirando hacia adelante o hacia el pasado”.