Columna de Daniela Lagos: The Bear: una de las mejores y más desafiantes series del año

The Bear

The Bear es sin duda uno de los mejores estrenos del año, y esto es con cualquier vara que se le mida. Todo el elenco, partiendo por Jeremy Allen White, está en un tremendo nivel, las cámaras ponen al espectador tan en medio de la acción que casi dan ganas de correrse para no molestar en el pasillo, cada toma tiene un propósito y un ritmo intencional, la banda sonora (que incluye a Wilco, Radiohead, Pearl Jam, The Breeders y mucho más) apoya y acentúa.



En un momento en que la oferta de series es abrumadora y muchos las buscan principalmente para relajarse y poner la mente en blanco, el solo hecho de lanzar una nueva producción es una apuesta arriesgada. Pero hacerlo con una historia que no entrega ni un minuto de distensión, es derechamente atrevido.

Ese es el atrevimiento con que llega la primera temporada de The Bear (Star+), una serie que se mete dentro de una pequeña y maltraída sandwichería de Chicago. Al centro de ella está Carmy Berzatto (Jeremy Allen White, Shameless), un chef que luego de convertirse en cocinero revelación y trabajar en los mejores restaurantes de Estados Unidos, debe volver a hacerse cargo de este local que se cae a pedazos cuando su hermano, el dueño, se suicida.

A su alrededor está el equipo de trabajo, que no tiene ninguna intención de cambiar su modo de hacer las cosas, una nueva cocinera que no logra encajar, y también están las deudas, la necesidad de sacar el negocio del hoyo y una cantidad aparentemente infinita de estrés.

The Bear

Con estos elementos, The Bear es sin duda uno de los mejores estrenos del año, y esto es con cualquier vara que se le mida. Todo el elenco, partiendo por White, está en un tremendo nivel, las cámaras ponen al espectador tan en medio de la acción que casi dan ganas de correrse para no molestar en el pasillo, cada toma tiene un propósito y un ritmo intencional, la banda sonora (que incluye a Wilco, Radiohead, Pearl Jam, The Breeders y mucho más) apoya y acentúa.

Todos los componentes trabajan juntos y fueron refinados y ajustados para finalmente hacerle una propuesta al espectador, de sentarse frente a la pantalla por tramos de 30 minutos no para relajarse o poner la mente en blanco, sino para todo lo contrario: para estresarse, ponerse tenso y a ratos preguntarse en qué momento va a detenerse el ruido y los gritos, cuándo va a llegar la buena suerte para este grupo donde no hay héroes ni villanos, sino que personas con virtudes y también traumas.

Y para después de esos 30 minutos quedarse con una gran experiencia televisiva, que no es tensa simplemente por serlo, sino que porque quiere contar bien su historia y hacer entender, sentir, reír y también sufrir junto con sus personajes y el cuento que tienen para contar.