No quería ser médico, como su padre. Tal como Marcel Proust, Miguel de Cervantes o Fiodor Dostoiesvki, Pedro Prado Calvo tenía claro que sería un hijo de galeno con inclinaciones literarias. Aunque, sorpresivamente, ingresó a la escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile. Sin embargo, no llegó a terminar su carrera. Como Enrique Lihn, Prado fue de esos escritores que ejerció su oficio sin más cartón que el que da la práctica misma.
Ese interés en la literatura lo llevó a debutar en 1908 con su poemario Flores del cardo, en el que incursionó en el llamado verso libre, es decir, sin métrica. El detalle no es menor, pues fue el pionero en Chile en el uso de la dicha técnica (iniciada por el estadounidense Walt Whitman), que caracterizó a la poesía del siglo XX. En sus versos iniciales, Prado escribió: “Agudas, verdeoscuras i carnosas / las hojas del laurel-rosa / El laurel emblema de la gloria / burla de la muerte / que se burla sola!”.
Prado tuvo una prolífica carrera, que lo vio publicar su novela Alsino, en 1920, uno de los clásicos de la literatura chilena del siglo XX, formar parte del grupo Los diez (un conjunto de variadas disciplinas culturales que se propuso una labor de creación artística, y que publicó una revista entre 1916 y 1917), ser director de la Revista contemporánea entre 1910 y 1911, y ser ganador del Premio Nacional de Literatura, en 1949. Además, como Mistral o Neruda, fue diplomático, puesto que se desempeñó como embajador de Chile en Colombia, entre 1927 y 1928.
Hoy, el legado de Pedro Prado vuelve a reflotar debido a nuevas donaciones que la familia del escritor realizó durante esta jornada a la Pontificia Universidad Católica de Chile. En la tradicional casa de estudios se encuentra el Archivo Pedro Prado, entregado hace 30 por sus descendientes, dentro del cual se ubican ediciones originales de sus obras literarias, relatos y poemas inéditos, todo realizado entre los años 1911 y 1952.
Además, el archivo contiene borradores, índices y cuadernos de notas. Destacan los manuscritos y la primera versión mecanografiada de Alsino, el manuscrito de El hijo del hombre, Un juez rural, Viaje de Antón Páez a la Ciudad de los Césares y seis cuadernillos manuscritos de Lázaro, texto en prosa.
En esta ocasión, la familia entregó 6 nuevos documentos: el Decreto Premio Nacional de Literatura otorgado al escritor Pedro Prado Calvo, en 1949; el Diploma Premio Roma otorgado al escritor Pedro Prado Calvo, de 1935; el Diploma Miembro académico de la Universidad de Chile, escritor Pedro Prado Calvo, en 1944; Diploma Premio Camilo Henríquez otorgado al escritor Pedro Prado Calvo, en 1950; un Diploma bautismo ecuatorial de la Hermandad de la Costa; y un libro del filósofo Plotino, con anotaciones del mismo Pedro Prado.
Asimos, el archivo contiene también un registro de la actividad cultural del Grupo de los Diez, elementos gráficos, como folletos o tarjetas de invitación a exposiciones. Por último, están los materiales que dan cuenta de la recepción crítica de su obra, como recortes de prensa de artículos periodísticos alusivos al autor y trabajos de índole académica.
La búsqueda de un sentido de la vida
¿Cuál fue la relevancia de Pedro Prado en la literatura nacional? Responde a Culto Patricio Lizama, decano de la Facultad de Letras de la UC: “Él fue un intelectual público que manifestó sus opiniones en aparatos comunicativos y formativos, dio visibilidad a nuevas voces y sensibilidades en las artes y trabajó para alcanzar mayores grados de autonomía en el campo cultural”.
“Fue un escritor faro, un referente que junto con promover la apertura al legado artístico-cultural europeo, resignificó este patrimonio universal para dar cabida a otras identidades, valoró lo propio con el afán de forjar un arte ligado al territorio que conocía en profundidad, y buscó dar sentido a la vida humana en su dimensión inmanente y trascendente”.
De hecho, Lizama señala que Prado fue influyente en nombres capitales de la literatura chilena: “Pablo Neruda lo considera la ‘cabeza de una extraordinaria generación’ y Gabriela Mistral sostiene que Prado ‘era, allá por el año 14, el plexo solar de nuestra vida literaria’. Ella agrega la importancia de la labor de puesta al día desarrollada por Prado, él ‘nos informaba de las novedades’, y alaba, en particular, su elaboración del poema en prosa: ‘solo él lo prestigiaría en Chile’”.
Prado fue un innovador, añade Lizama: “Fue el poeta que por primera vez publicó un libro completo de poemas en prosa (1915); escribió el manifiesto Somera iniciación al Jelsé (1916) y con su novela Alsino (1920), abandonó la rigidez de los géneros, experimentó la mezcla productiva de ellos, dejó atrás el naturalismo y postuló un ‘criollismo cósmico’”.
A este ingente material se podrá acceder de manera digital (en este link) y estará albergado en la Biblioteca de Humanidades de la UC, del campus San Joaquín.