*Un padre distante
“¿Cuándo vas a conseguir un trabajo de verdad?”.
Esa era la pregunta -ponzoñosa, pesada, dura, sin asomo de complacencia- que lanzaba cada cierto tiempo Brendan Robert Hewson a su hijo, Paul Hewson, el hombre conocido por las masas como Bono, líder, voz y rostro de U2. Claro, el progenitor, un trabajador consagrado toda su vida al servicio de correos, no estaba muy conforme con que su hijo se dedicara tiempo completo a la música, y en particular al rock, un género que despreciaba y consideraba poco elegante.
Para demostrare que estaba errado, y que su hijo ya era una estrella del rubro, el cantante lo invitó en 1985 a un espectáculo de U2 en Houston como parte de la gira The Unforgettable Fire. Incluso, se atrevió a presentarlo ante la multitud: “Damas y caballeros, apareciendo por primera vez en Estados Unidos, más importante aún, su primera vez en el Estado de la Estrella Solitaria de Texas… por favor, denle la bienvenida a mi padre, ¡Bob!”.
Bono no se andaba con chicas. Su progenitor acusó el golpe y se impresionó al ver el manejo que tenía del gentío. Un encantador de serpientes. Un hechicero de grandes audiencias. “Eres muy profesional”, le dijo en camarines, resignado a que el camino escogido por Bono era el correcto.
El hecho refleja la fisura que separó a ambos durante buena parte de sus respectivas vidas. No se llevaban mal, pero la química tampoco fluía.
De hecho, se empezaron a acercar hacia fines de los 90, cuando la voz de The fly enfilaba hacia los 40 años de edad y ya miraba la vida bajo otra perspectiva. “Estaba cruzando el umbral de los 40 años, la marca a mitad de camino de una buena vida y, por primera vez, estaba notando mi mortalidad. Y las de las personas que amaba. Como Michael Hutchence. Como mi pa”, dice en su biografía, Surrender: 40 canciones, una historia, la que llega en español a Chile a partir de principios de noviembre, bajo editorial Penguim Random House.
Cuando se generó ese renovado vínculo entre ambos, la pregunta de su padre ya no fue más “¿cuándo vas a conseguir un trabajo de verdad?”. Ahora era “¿pasa algo extraño o sorprendente?”, queriendo consultar si había sucedido algo fuera de lugar en el último tiempo.
Eso sí, hubo un momento en que la pregunta fue de vuelta. Del propio Bono a Bob. “¿Hay algo extraño o sorprendente?”. Y este le respondió sin matices: “Sí. Tengo cáncer”.
Bono recuerda en su libro su reacción: “Enormes rocas caen sobre tu cabeza en algo así, desde una montaña invisible. El cambio en la vida de otra persona transformará por completo la tuya, aunque tu vida no sea el punto aquí. No estaba listo para renunciar al hombre que recién estaba conociendo. No estoy listo para quedar huérfano”.
Como una forma de aferrarse a la vida, Bono y su esposa, Alison Hewson, tuvieron dos hijos por esa misma fecha: Elijah Bob Patricius Guggi Q, nacido en 1999; y John Abraham, nacido en 2001.
Mientras su padre estaba enfermo, Bono estaba de gira con U2, como parte del Elevation Tour que cubrió todo 2001. En los días libres, iba al hospital donde estaba internado y dormía junto a él en una cama que le habían armado.
“Durante sus últimos días, en el verano de 2001, estábamos de gira por Europa y, después de los conciertos, volaba a casa y hacía de vigilante nocturno en su cama de hospital, durmiendo en su habitación sobre un colchón que me había preparado el personal”, relata en su libro.
Finalmente, en agosto de 2001, Bob falleció. Cuatro años después, Bono le escribió la canción Sometimes you can’t make it on your own. Fue su puente final hacia la figura de un padre que por momentos pareció ausente, pero que adquirió un rol protagónico en los días más adultos de la existencia del cantante.
De hecho, el intérprete cuenta que le recomendaron ir donde un terapeuta, pero que esquivó la sugerencia. A cambio, se sentó frente a la grabadora de Jann Wenner -editor de la revista Rolling Stone, célebre por sus entrevistas con Bob Dylan y John Lennon- y disparó confesiones a modo de sesión psiquiátrica. Ahí, el periodista le recomendó: “Creo que tu padre merece una disculpa”.
Claro: durante décadas, Bono se había empecinado en seguir su carrera artística y descuido su costado familiar. Por lo mismo, en 2002 fue a una pequeña capilla en Èze, Francia, en lo alto de una colina; ahí se sentó y se disculpó en silencio. Por fin, la reconciliación fue definitiva.
*Me cortaron mal el pelo
“Estadio de Wembley, julio de 1985. Live Aid. Un momento gigantesco en la vida de U2. En la vida de tantos músicos. Una transformación en cómo pensar la música pop siendo de ayuda práctica para el mundo. Para que conste, no creo que la música pop tenga la obligación de ser más útil que una ráfaga de tres minutos de pura alegría, un inesperado beso de melodía, una cápsula cantada y tragada de verdad. Un recubierto agridulce”.
De esa manera, Bono introduce uno de los momentos definitivos de la vida del cuarteto en los 80: su show en el evento Live Aid, realizado de modo simultáneo en Inglaterra y Estados Unidos, para recaudar fondos en beneficio de Etiopía y Somalia , y con una puesta en escena grandilocuente de un puñado de artistas y presentaciones que, en el caso de ellos, incluyó las composiciones Sunday bloody sunday, Bad y Pride (in the name of love).
Eso sí, en el libro de memorias el músico no sólo alude a los anhelos solidarios de la cita. También apunta al corte de pelo con que apareció en el concierto.
“En cuanto al espectáculo en sí, aunque fue influyente en el arco de nuestra banda, confieso que lo encuentro insoportable de ver. Es un poco humillante que durante uno de los mejores momentos de tu vida, estés teniendo un mal día con el cabello”, asume el vocalista en Surrender.
Después sigue: “Ahora, algunas personas dirían que he tenido una mala vida con el cabello, pero cuando me veo obligado a mirar imágenes de U2 tocando Live Aid, solo puedo ver una cosa. El salmonete. Todos los pensamientos de altruismo y de ira justificada, todas las razones correctas por las que estuvimos allí, todo esto se me escapa de la mente, y todo lo que veo es el peor día de mi cabello”.
*No nos interesa tu disco
Fue una situación tan inesperada como caótica. Y, para muchos, desagradable.
En 2014, Apple terminó el lanzamiento de su iPhone 6 anunciando la disponibilidad gratuita e inmediata del último álbum de U2, Songs of innocence, para todos los miembros de iTunes. En ese entonces, cerca de 500 millones de personas. En lo concreto, sólo con el hecho de entrar a la biblioteca de iTunes aparecía la en ese momento pieza más reciente de los irlandeses.
Pero todo derivó en un caos de quejas y reclamos. Millones de usuarios alegaron que ellos jamás habían solicitado el álbum; que no podían quitarlo; y que se les estaba obligando a consumir un producto musical. Debate aparte fue la calidad musical del título: muchos gritoneaban que más encima no estaba dentro de lo mejor despachado por U2 en los últimos años. De hecho, obligaron a Apple a crear una herramienta específica para eliminar la producción.
Detrás de ese operativo, además, hubo un curioso acuerdo entre Apple y el grupo de One, impulsado de forma entusiasta -y casi unilateral- por Bono.
De hecho, el intérprete asegura que fue él mismo quien propuso a Tim Cook, CEO de Apple, la posibilidad de que los usuarios pudiesen escuchar gratuitamente su álbum. Lo hizo en las oficinas de la compañía, después de tocar algunas canciones que pertenecían al álbum Songs of innocence. A Cook, a cambio, no le gustó demasiado la idea. Tenía dudas de su resultado y de la reacción que podía estallar con un álbum casi impuesto a la fuerza.
“‘¿Música gratis?’, preguntó Tim Cook, el CEO de Apple, con una mirada de leve incredulidad. ¿Estás hablando de música gratis? ¿Quieres regalar esta música gratis? Pero el objetivo de lo que estamos tratando de hacer en Apple es no regalar música gratis. El punto es asegurarse de que a los músicos les paguen’”, habría preguntado Cook, según relatas las memorias de Bono.
La idea de Bono, sin embargo, no iba en esa dirección. El artista quería que la compañía pagara por los derechos del álbum para después poder distribuirlo gratuitamente entre los usuarios de iTunes.
“‘No’, dije, ‘no creo que debamos darlo gratis. Pienso que deberías pagar por ello, y luego darlo gratis, como un regalo a la gente. ¿No sería maravilloso?’. Tim Cook levantó una ceja. ‘¿Quieres decir que pagamos por el disco y luego lo distribuimos sin más?’. Le dije: ‘Sí, como cuando Netflix compra la película y la regala a los suscriptores’”.
Tim Cook, quien no estaba nada entusiasmado con la idea, dejó claro al vocalista de U2 que iTunes no funcionaba como un servicio de suscripción. Bono respondió que la posibilidad de dar el disco gratuito podría ser el primer paso.
Tim no estaba convencido. “‘Hay algo que no está bien en dar tu arte gratis’, dijo. ‘¿Y esto es solo para la gente a la que le gusta U2?’. ‘Bueno’, respondí, ‘creo que deberíamos regalárselo a todo el mundo. Es decir, es su elección si quieren escucharlo’”.
Cook finalmente aceptó la oferta, que se estima, según reveló DigitalTrends, en 100 millones de dólares, y distribuyó el álbum de forma gratuita a sus 500 millones de usuarios.
Después, vino el reclamo y las quejas. Tras ello, el líder de U2 conversó con Tim Cook, quien le restó importancia al asunto. “Tú nos convenciste de un experimento. Cedimos con él. Puede que no haya funcionado, pero tenemos que experimentar, porque el negocio de la música en su forma actual no está funcionando para todos”, afirmó el CEO de Apple. La compañía se resignó al fiasco y terminó elaborando una herramienta para que los usuarios pudiesen eliminar el álbum.
“Asumo toda la responsabilidad. Ni Guy O, ni Edge, ni Adam, ni Larry, ni Tim Cook, ni Eddy Cue. Pensé que si pudiéramos poner nuestra música al alcance de la gente, ellos podrían optar por acercarse a ella. No exactamente. Como dijo un bromista de las redes sociales: ‘Me desperté esta mañana y encontré a Bono en mi cocina, bebiendo mi café, usando mi bata, leyendo mi periódico’. O, menos amable: ‘El álbum gratuito de U2 está demasiado caro’. Mea culpa”, son las palabras del intérprete ante el hecho, según describen sus memorias.
*Dormido en la Casa Blanca
“Conozco a Barack Obama desde que era senador. Al principio lo encontré un poco cauteloso, pero luego entendí que era solo su manera de ser. Durante su presidencia, llegué a conocerlo un poco más”.
Bono también dedica parte de su texto a uno de los hombres más poderosos de la Tierra en los años recientes. Su amistad con Barack Obama se volvió tan profunda que incluso el mandatario llegó a escuchar las primeras mezclas de algunos temas de U2, mucho antes que el resto de los mortales. “Me cautivó su curiosidad intelectual sobre cómo se componía la música”, es parte de lo que reafirma el músico en sus memorias.
Bono también tuvo tiempo para reunirse con el mandatario estadounidense en el epílogo de su paso por la Casa Blanca, hacia 2017. Como tantas otras veces, ahí pudieron charlar, reflexionar y brindar con sus respectivas esposas.
“¿Alguien se dio cuenta de la pérdida que sería para el mundo la partida de los Obama? Nuestra familia, olvidando que éramos irlandeses, lo tomó como una pérdida personal. En un último almuerzo en la Casa Blanca con sólo nosotros dos, pude agradecerle debidamente por continuar con el trabajo revolucionario sobre el Sida del presidente Bush”, relata en el texto.
Pero esa vez todo pudo terminar muy mal. Esa noche de 2017, Bono se atrevió con una copa de vino en pleno centro del poder mundial. Hasta ahí todo bien, lo normal, salvo un detallito: el artista es alérgico a algunas de las sustancias que contiene el vino. “Soy alérgico a los salicilatos y al ácido salicílico, que se encuentra en todo, desde frutas hasta aspirinas y salsa de tomate”, puntualiza.
De hecho, si el irlandés bebe vino sin la medicación adecuada, puede sumergirse en un sueño sin vuelta. Caer derrotado y profundamente dormido. Nocaut. “He dormido en capós de autos y en las puertas de las tiendas. Una vez me dormí en la mesa de sonido de un concierto de Sonic Youth. No importa dónde estoy. Podría incluso estar en la Casa Blanca”.
Y así fue. Descorchando con vino junto a Barack y Michelle Obama, el artista se empezó a quedar dormido, se empezó a sentir mal y se retiró de la mesa.
“Pasaron unos 10 minutos antes de que el líder del mundo libre le preguntara a mi esposa Ali: ‘Bono se ha ido por un tiempo. ¿Está bien?’
“Oh, sí”, dijo ella con desdén. “Probablemente se ha ido a dormir”.
“¿Qué quieres decir? ¿Se ha ido a dormir? ¿Dónde?”
“Bueno, normalmente encuentra un auto, pero no sabría dónde estaría ahora. No te preocupes, por lo general son solo 10 minutos. Él estará de vuelta”.
“Espere un segundo”, interrumpió el presidente. “Espera, espera, espera. ¿Crees que se ha ido a algún lado a dormir?”.
“Sí” Luego, al darse cuenta de su preocupación, dijo: “No durmió en el vuelo desde Dublín. Iré a buscarlo. No se preocupe por esto, señor presidente”.
Ella se levantó para irse, pero él la siguió. “Tengo que ver esto. ¿Dónde podría estar?”
Ali dijo: “No tengo ni idea”.
El presidente respondió: “Me estaba preguntando antes sobre el discurso de Lincoln, el Discurso de Gettysburg”.
Buen instinto. Entraron en el Dormitorio Lincoln, y allí estaba yo, inconsciente, con la cabeza en el pecho de Abraham Lincoln, en su misma cama. “Durmiéndonos en la comodidad de nuestras libertades”, como dije después.
El presidente me despertó y, cuando desperté, traté de reírme tanto como él y Ali. Ni por un minuto creyó que tengo esta alergia. Creyó que Ali inventó esto para encubrirme”.