Pese a lo enternecedor que puede resultar el título, lo cierto es que no hay que caer en la trampa. Papi, se llama el nuevo libro de la escritora estadounidense Emma Cline, su primera colección de cuentos. En 10 relatos, de entre 20 a 30 páginas, narra ciertas situaciones de la vida cotidiana, pero con un hilo conductor, que de ternura no tiene nada.
“Hay definitivamente una mayoría de historias que están narradas desde la perspectiva masculina. Cuando estaba pensando qué cuentos quería incluir en la recopilación, volvía una vez y otra sobre la idea del poder y cuáles son las dinámicas del poder. Para mí eso es lo que inspira a muchos de los personajes que aparecen en el libro”, explicó la autora en diálogo con el matutino El Nacional, de España.
“Claramente los personajes masculinos tienen que navegar por un mundo en que tenían poder y en que ya no lo tienen de la misma manera. Eso hace que experimenten un sentimiento de incomodidad o de estar fuera de época ante la necesidad de darle sentido a un mundo que ha cambiado delante suyo”.
De ahí entonces, el título del libro: “Me gusta mucho la palabra papi, tiene este significado tan inocente en un contexto familiar y, a la vez, tiene un significado totalmente diferente en otro contexto que tiene mucho que ver con el sexo y el poder. Y es estrambótico que una palabra pueda ser inocente y perversa a la vez. Había alguna cosa de esta energía que dialogaba bien con los cuentos”.
Con un estilo directo, y una prosa ágil heredada de la tradición estadounidense del cuento (ahí tenemos a Lucía Berlin o a Raymond Carver), en Papi, vemos varias situaciones: un padre de familia que no puede conectar con sus hijos en plena cena navideña; un progenitor que va a buscar a su hijo desde el internado, donde ha protagonizado un incidente; un editor literario venido a menos que escribe la biografía de un millonario; una niñera que se esconde de un escándalo que la involucra con un actor famoso; o una chica que trabaja en una tienda y quien descubre un medio poco ortodoxo de ganar dinero, con su propia ropa interior.
Oriunda de Sonoma, California, y con 33 años, Cline se ha hecho un nombre a punta de dos novelas que hincaron el diente justamente en el tema de la masculinidad y el poder. La primera, Las chicas (2016), ambientada en la secta de Charles Manson; y la segunda, Harvey (2021), donde se imaginó la mente del productor Harvey Weinstein antes de ir a enfrentar su juicio por abusos sexuales. Ambas fueron publicadas en nuestra lengua por la editorial Anagrama, que también tiene disponible Papi, en nuestro país. “Son cuentos estupendos de una autora de la casa. Después de Las chicas publicamos Harvey, y ahora tenemos la alegría de estos cuentos”, comenta a Culto desde España, Silvia Sesé, la directora editorial de la casa catalana.
No es tan raro que Cline se sumerja en el género del cuento. De hecho, ha publicado relatos en diferentes medios: en 2013 escribió Marion, que se estrenó en el The Paris Review; en 2016 publicó Arcadia, en la revista Granta; en 2017, fue el turno de Regional noreste, en el New Yorker. Los tres cuentos se encuentran en Papi.
De algún modo, Cline retoma también un tema en el que se ha detenido: el de la violencia subterránea: “Creo que hay mucha oscuridad y mucha violencia que queda sublimada o escondida en la cultura y que no es necesariamente tan extrema como un asesinato o alguna cosa así. Me interesan las formas en que esta aparece en entornos como la familia en una escala más pequeña y ver qué aspecto tiene”, agregó en la citada entrevista.
Eso sí, Cline asegura que -tal como lo hizo en Harvey- presenta sus personajes sin juzgarlos. Así lo comentó en charla con el New York Times: “Siempre me han interesado las historias que la gente se cuenta a sí misma, cómo se ven a sí mismos. Eso es algo que ha estado más recientemente en el aire, ya que especialmente los hombres han tenido que disculparse públicamente y presentar sus propias narrativas. No estoy interesada en criticar a mis personajes, donde tú y el lector pueden sentir cierta superioridad moral hacia ellos. Estoy tratando de replicar algo de sus vidas internas. Siempre vuelvo a mi propia conciencia, a lo que se siente estar dentro de una cabeza, y quiero darles a todos el beneficio de tener esa totalidad”.
En general, las críticas para estos relatos han sido favorables. Por ejemplo, el New York Times señaló: “Cline es una astuta observadora de los ritmos sociales de la clase media-alta, particularmente de aquellos en las industrias creativas y del entretenimiento. Sus personajes zumban con malhumorada especificidad humana. No se sienten como caricaturas o chivos expiatorios, y sus ansiedades provienen de los callejones sin salida particulares de sus vidas”.
Por su lado, The Guardian indica: “Ya sea que se enfrenten a fracasos en el trabajo, como mujeres o como padres, estos hombres suelen estar a la defensiva, engañarse a sí mismos y entumecerse con pastillas y bebida. Me interesará saber qué tan convencidos están los revisores masculinos de mediana edad, pero las ideas de Cline me parecieron persuasivas, incluso si el territorio se vuelve repetitivo”.