“¿Y si alguien corrupto como él fuera el narrador de esta historia ‘corrupta’?”, se pregunta al espectador mediante texto. De ese modo, la nueva temporada de El presidente juega una de sus cartas para autorizarse a sí misma a traer de vuelta al personaje de Sergio Jadue, interpretado una vez más por el actor colombiano Andrés Parra.
El presidente: El juego de la corrupción, como Prime Video bautizó al ciclo que se estrena este viernes 4 de noviembre, es menos una continuación de su primera tanda de episodios que una nueva encarnación ambientada en el mismo universo, una lectura del deporte rey como un territorio fecundo en ilegalidades y gallitos de poder. O, como dice Armando Bó, el showrunner de la ficción, “una oportunidad de mirar el mundo del fútbol como una parodia, como una especie de circo latinoamericano y mundial“.
En su segundo tiempo la serie producida por Gaumont y Fábula elige centrarse en el brasileño João Havelange, el hombre que en los 70 les arrebató el liderazgo de la FIFA a los europeos y transformó al balompié en una máquina de hacer dinero. También, en la recta final de su vida (falleció en 2016, a los 100 años), fue quien recibió acusaciones de malversación de fondos y sobornos.
Con esa figura como protagonista, al guionista y productor argentino le resultó plausible que la historia se contara a través de los ojos del expresidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), el hombre que desde 2015 está en Miami en calidad de testigo protegido del FBI, por su participación en el llamado FIFA Gate.
Sin embargo, la trayectoria de Havelange tiene matices diferentes a la del oriundo de La Calera: de carácter es más parco que el dirigente chileno y para ascender debe lidiar con los dictadores de su país (partiendo por Castelo Branco) y con una maquinaria del fútbol que se resiste a una renovación.
“Por los mundos y las posibilidades en que podíamos meternos, esta serie no es de fútbol, es de política, y de cómo los políticos en algún punto pueden manipular a las masas. Havelange fue uno de los primeros que entendió cómo jugar ese juego, y usó el marketing para hacer crecer el mundo del fútbol y llenarse los bolsillos. Para mí eso era muy seductor”, señala Bó a Culto, reconociendo que no fue sencillo trasladar el tono de una temporada a la otra.
“Havelange es un tipo que era un amargo al que no se le salía el humor por ningún lado. Al contrario de Sergio Jadue, cuya vida es una parodia desde su nacimiento. La decisión de contaminar esta gran serie corrompiéndola un poco con Sergio Jadue fue algo bastante delirante, y estoy muy agradecido de que Amazon lo haya apoyado”, agrega.
-¿Nunca consideró mantener a algún otro personaje del primer ciclo?
La verdad es que ya no era natural que Jadue contara la historia. Pero fue muy divertido el día en que leí que Havelange se había peleado con su biógrafo. Ahí pensé: qué buena historia sería que él de alguna manera no estuviera de acuerdo con el narrador. Y Sergio Jadue sería lo peor que le podría pasar a Havelange. O sea, si Havelange estuviera viendo esto desde el cielo o el infierno, diría: por qué Sergio Jadue, por qué no eligieron a cualquier otro.
“En algún punto podría haber estado alguien (de la primera temporada), pero creo que la conexión única de Andrés Parra y Sergio Jadue también lo hace muy particular. No es que conservamos el mundo, sino que recreamos otro, creo yo, superior, porque está más fino el tono, las actuaciones, el casting. Siento que la serie creció muchísimo, pero al mismo tiempo sigue teniendo la misma esencia del cinismo y de ver este mundo con una pátina de humor para no llorar”.
-Al construir al personaje de João Havelange, ¿cuán apegados estuvieron a la historia propiamente tal?
Nosotros siempre trabajamos tratando de llegar a la realidad, pero en algún punto Havelange se había encargado de editar su vida. No había mucha información. El Havelange que nosotros vimos siempre fue un viejo de 80 años. La intención fue refrescar y hacer un Havelange un poco más joven, en sus inicios. El actor que elegimos, Albano, fue la única opción que hubo, siempre fue él o él. Creo que junto con los guionistas, pero también con Albano, logramos generar un humano. No querible, porque no era la intención hacerlo querible, porque no lo es. Albano hizo un trabajo fantástico, porque es un tipo que tiene una cara de malo terrible, pero al mismo tiempo tiene una paz, es un hombre muy poético, muy amable, muy sensible. Entonces creo que le trajo toda una posible parte de ambigüedad a Havelange, que lo hizo un hombre muy rico, muy interesante. Es un hijo de puta el personaje. Entonces teníamos que lograr que fuera un humano, y poder viajar con él.
-¿Las críticas que recibió la serie de parte de la familia de Grondona les enseñó algo respecto a qué límites atravesar o no atravesar a la hora de retratar a figuras de esta preponderancia en la historia del fútbol?
Me parece que sin duda las familias siempre se van a oponer, porque ellos tal vez conocieron a un abuelito que les traía chocolates. Qué se yo. Creo que la historia que nosotros estamos escribiendo es la que está en los libros, en los medios, la que sale en la tapa del New York Times. Nosotros agarramos los hechos de la realidad que son conocidos, y los ficcionalizamos de alguna manera para poder generar una ficción y contar una historia que sea entretenida, que avance, que atrape. Es entendible que siempre las familias puedan ver otra historia, pero la historia que está contada es otra.
-En los primeros minutos de la temporada aparecen Pelé, la reina Isabel II y Castelo Branco. ¿Cuán complejo fue decidir la inclusión de esos personajes de la vida real en la serie?
Fue bastante complicado. Era muy, muy difícil contar en tan poco tiempo a tantos personajes. Creo que asumimos muchos riesgos, pero al mismo tiempo nunca perdimos el punto de vista; siempre estamos contándolo a Havelange y Jadue, esos son nuestros guías. Para mí era un poco un circo. Todos estos personajes están todos juntos dentro de esta parodia. Eso es también lo que lo hace rico, interesante y divertido de ver.
-En ambos ciclos Ud. ejerce como showrunner, pero en el primero entiendo que se integró cuando el proyecto ya estaba avanzado.
Sí.
-¿Diría que haber participado en esta temporada desde su origen facilitó su trabajo?
Sí, sin duda. Los tiempos fueron otros. En el otro entré un poco tarde, cuando la historia creo que todavía era un drama (se ríe), casi me echan de Chile cuando dije que tenía que ser una parodia. Pero sin duda está fortalecido el punto de vista desde mi lado, y (estoy) agradecido con los productores de que confiaran en mi manera de ver este mundo. Sí hubo más tiempo de producción, de dirección, de edición, pero esta segunda temporada no podría ser nada sin la primera, así que cada paso de la primera inspiró de alguna manera a esta segunda. Son hermanas. Yo estoy agradecido de la primera y de la oportunidad de poder haber entrado a esa tragicomedia que para mí era naturalmente la historia de Sergio Jadue. Siempre fue ese pobre tipo que logró conquistar todo, pero al mismo tiempo perderlo todo. Me pareció un coctel fantástico, y toda esa corrupción vino a corromper la temporada dos, de alguna manera.
-¿Hay algunas ideas o posibilidades de continuar El presidente, dado que la segunda ya genera un quiebre respecto a la primera?
Bueno, está ahí. La verdad es que está servido, porque Havelange estuvo mucho tiempo en el poder. Ahora hay que esperar a ver cómo la gente recibe esta serie y aprender un poquito de todo eso, y veremos más adelante.