“No conoces un país hasta que conoces a su gente. Incluso en India, donde hemos pasado un buen tiempo, cuando verdaderamente le conoces es cuando logras conectar con las personas. Es a través de ellas que entendemos la historia y la música”, señala Crispian Mills (49), líder de Kula Shaker, en conversación con Culto vía Zoom y acompañado por el bajista Alonza Bevan (52).

La banda británica se hizo conocida mundialmente por su debut K (1996), una placa que, cargada de psicodelia y misticismo, consiguió el éxito nadando contra la corriente de la Cool Britania, topándose en el Top 10 con Blur, Pulp, Oasis y Suede, la primera división del britpop.

En una época de estribillos diseñados para estadios, su single Govinda estaba cantado completamente en sánscrito. Mientras el resto libraba en los charts una lucha de clases, Kula Shaker apelaba a la lucha espiritual. “¿Que si nadamos contra la corriente? Tal vez es auto sabotaje (risas). Tenemos un problema con la conformidad, yo creo. Somos la alianza de los sin alianzas”, apunta Mills con un aire de ironía y completamente relajado, como recién salido de una sesión de meditación. Junto a Bevan, da luces sobre 1st Congregational Church of Eternal Love and free hugs (2022), la placa conceptual que es su más reciente encarnación sonora.

“Sabíamos que queríamos hacer un disco sobre libertad, amor y con una pizca de anarquía, pero lo conceptual ocurrió gradualmente, es algo que se nos reveló a último momento. Parte con Whatever it is (I’m against it), que está inspirada en los hermanos Marx y en ese chiste de no tomar partido por ningún lado. Yo no tengo preferencias políticas porque estoy en contra de todos”.

En el flamante álbum doble, el espíritu de Kula Shaker sigue inalterable. “Amamos las bandas clásicas de rock de los años sesenta, nos gusta esa mezcla de soul, funk y folk que tuvo lugar ahí. Es ese espacio sagrado de donde muchas de nuestras ideas vienen. Tomamos cosas prestadas de muchos lugares, pero esa es nuestra raíz, porque desde ahí puedes moverte en muchas direcciones. Esas bandas tenían grandes canciones y exploraban distintas formas de interpretarlas. Es algo muy atractivo para nosotros. ¡Y tenían órganos Hammond! Cuando con Alonza comenzamos la banda decíamos ‘tenemos que conseguir un órgano Hammond, no un teclado’. Suena primitivo, peligroso. Fuimos de cacería buscando un organista y encontramos a nuestro amigo Jay (Darlington), él tenía el parlante Leslie incluso, todo el equipo. Lo perseguimos e intentamos seducirlo para unirse a la banda. Dijo que sí con la condición de que nosotros fuéramos los que cargaran ese órgano gigante a cuestas”, ríe.

Alonza asiente: “Se necesitan cuatro tipos para subir ese órgano por las escaleras de un pub de Londres. En los noventas todos usaron sintetizadores. Pero esta es una bestia de sonido”.

¿Y por qué un Hammond? Porque, para Crispian, un sonido en específico es capaz de afectar la mente de una persona.

“Todo vibra con una frecuencia. Hay algunas que puedes notar y otras que no. Como esos experimentos en que, diciendo ciertas palabras, se afecta la forma de los copos de nieve. Palabras sagradas o palabras como ‘amor’ crean patrones hermosos y otras como ‘odio’, ‘mentiras’ y ‘guerra’ crean formas caóticas. Esa es la base de toda oración o mantra, de la utilización ancestral de sonidos para sanar”. Por ende, el canto al unísono de determinados versos junto a miles de personas en un concierto de rock tiene trascendencia”.

Crispian se explaya: “La gente dice que no puedes cambiar el mundo pero puedes cambiar tu mundo, la forma en que lo ves. Mientras más gente lo haga, eso se vuelve más poderoso. Sobre todo ahora, cuando la guerra que tenemos es una guerra de conciencia. Por supuesto qué hay una guerra física ocurriendo ahora mismo, hay una guerra en política, en muchos aspectos de la vida. Pero la guerra más grande es la que se está librando para controlar cómo tú piensas, controlar cómo te conectas contigo y los demás”.

Para Mills, la primera canción con la que conectó y cambió su vida fue You really got me de The Kinks. “Luego vi a Deep Purple tocar en vivo Smoke on the Water y me dieron ganas de ser un héroe de la guitarra. Cuando veo a mis hijos escuchar música me trae recuerdos y pienso en lo emocionante que es descubrir la música y ver cómo la música que tiene magia se conecta contigo y te hace sentir”.

Sonidos y visiones

Alonza y Crispian coinciden en que en los años ochenta el rock no era algo muy popular en Inglaterra, por lo cual su gusto por bandas como The Who les convertía en outsiders. “Siempre nos sentimos cómodos en nuestro propio grupo, haciendo lo nuestro. Siempre hemos sido poco apegados a la moda, y si hemos tenido éxito alguna vez ha sido por suerte, la gente no ha entendido lo que somos o algo así”, ríe Crispian.

“No hay nada más poderoso que una idea cuyo tiempo ha llegado. Pero esto se trata de oportunidad, de suerte, de destino, y todo tipo de karma, y cuando nos convertimos en una banda popular estábamos muy sorprendidos realmente. Incluso hoy hay gente de más edad que solía escuchar a los Grateful Dead que viene a nuestros shows, y también gente joven que nunca ha comprado un disco en su vida. Nuestro público sigue siendo muy amplio”. Tras el éxito de K, Kula Shaker grabó su segundo álbum Peasants, Pigs & Astronauts (1999) en Astoria, el bote estudio de nada menos que David Gilmour.

-¿Sienten alguna conexión con Pink Floyd? En su nuevo álbum la canción The once and future king parece sonar como ellos.

-¿Quiénes? (Risas) Creo que siempre hemos sentido una conexión extraña con ellos, a través de la psicodelia. Nosotros gastamos todo el dinero que ganamos con K en el estudio que tiene Gilmour en un bote. Así que lo hicimos mucho más millonario.

-Eso es buen karma

-Sí, solo queremos que Dave sea feliz. Se compró otro helicóptero con eso (risas). Tenemos esa canción que es bien Pink Floyd en el disco, pero no partió así. Ese fue nuestro tecladista, Henry (Broadbent), que trajo unos teclados análogos y nos mandó un demo. La culpa es suya. Pero el sonido de sintetizadores análogos te transporta de inmediato a esa época. Después hicimos algo medieval con eso, la llevamos a un lugar inesperado.

Al igual que en Pink Floyd, el arte del disco es un concepto en sí mismo. “Sugiere un brote esquizofrénico. Todos se sienten un poco esquizofrénicos ahora, como si su realidad se hubiese trizado. Pero eso no es algo malo, porque eso te permite alcanzar la verdad y llegar al fondo. La gran mayoría de lo que uno piensa es ilusión de todas formas. Romper la realidad en sus componentes es lo que yo creo que refleja la portada. Y tienes el bien versus el mal, que es la esencia de todas las buenas historias. Si te fijas, el Arcángel Miguel tiene los símbolos e imaginería del hinduismo y es como decir que los ángeles de los cielos pertenecen a una misma familia del mundo espiritual. Los elefantes están ahí para proveerte estas bendiciones, todo lo que necesitas. Están ahí para todos, porque todos necesitan ayuda, todos necesitan amor”.

El mundo material en el que Kula Shaker deposita su nuevo álbum es muy distinto al de hace 25 años, con la realidad mediatizada a través de redes sociales y determinada por algoritmos, llena de estímulos innecesarios.

“Lo importante es poder pensar críticamente. No confíes en la gente en posiciones de autoridad o de poder, no confíes en ellos, no merecen tu confianza. Tienes que pensar críticamente y sentirte empoderado por tu propia inteligencia. Es interesante que mucha gente se esté dando cuenta de que esta psicosis de masas ha estado ocurriendo desde hace mucho tiempo, tal vez sean cientos de años. El evento global que ha ocurrido recientemente ha estado haciendo que la gente se despierte y les ha hecho conscientes de la desconexión que existe entre el ambiente donde vivimos y lo que realmente es cierto, qué es lo aceptas como verdad y cuánto de lo que piensas lo piensas por ti mismo. No hay parto sin dolor. Ha sido un tiempo doloroso y estresante y sigue siendo así para mucha gente pero, a medida que las mentiras se desmoronan, alcanzas un lugar más honesto y verdadero, con una conexión con el corazón y el alma. Solo quiero que la gente esté relajada y disfrute la vida -incluyéndome- pero solo terminas enfermo como persona y como sociedad. Si te empujas a crecer y cuestionar las cosas terminas siendo alguien más feliz contigo y en tus relaciones. Somos gente optimista, pero terminamos hablando harto sobre el fin del mundo (risas)”.