*Fernando Milagros - Obsydiana

Fernando Milagros se fue p ‘al norte amplio geográfico y musical, y parece que no volverá. Puede ser un paraje chileno o latinoamericano cualquiera marcado por la sequedad, el polvo, el sol y la soledad cósmica. Ese espacio inmenso es reinterpretado por el músico nacional en una combinación de elementos tradicionales y electrónicos, marca registrada de su estilo. Si Los Jaivas se conectaron a la corriente para expandir las posibilidades del retrato musical de la América morena hace medio siglo, Milagros persiste en esa senda con los recursos de hoy, creando un cruce análogo y digital de natural fluidez en este séptimo álbum.

Desde el arranque con Cenizas, los vientos altiplánicos, el bombo de golpe espaciado y un espiral de sintetizadores, convergen con calma y encanto. Agua Santa junto a Huaira invoca limpieza y purificación como un clamor litúrgico. Pelo negro, en compañía de Matanza, es una de las piezas que define a Obsydiana, como la perfecta conjugación de percusiones, guitarras de palo y una progresión espontánea hacia teclas, botones y perillas. El norte se celebra con un toque de tristeza y Fernando Milagros respeta la tradición condimentando con tecnología. El fin justifica los medios.

*Dead Cross - II

Una de las críticas recurrentes al pop actual es su escasa dinámica expuesta en la paulatina desaparición de los puentes, entre otros detalles. La síntesis llevada al extremo decanta en expresiones chatas, Drake lo ejemplifica.

A esta súper banda hardcore punk con Mike Patton (Faith No More) al micrófono, Dave Lombardo (Slayer) en batería, Michael Crain (Retox) en guitarra y Justin Pearson (The Locust) al bajo, le afecta una sobredosis de movimiento. Sobran ganas de crear escenas distintas y extremas, a la manera de unos demenciales dibujos animados. Sin embargo, después de un rato, el temperamental despliegue que hace cinco años cautivó, ahora resulta reiterativo. La velocidad, los cambios frecuentes y las voces enervadas, son parte del manual de esta veta de adolescente ADN. En ese sentido, la capacidad de rejuvenecimiento de estos músicos veteranos es notable, pero el encanto sólo se queda en la estamina. Con el tiempo, es uno de los flancos en la maciza obra de Mike Patton. Sigue siendo un fenomenal vocalista, indiscutiblemente uno de los mejores de todos los tiempos. Pero de tanto en tanto los excesos y la variedad esquizofrénica de voces, recuerda los problemas del rock progresivo para sintetizar el mensaje.

*M.I.A. - Mata

Mathangi Arulpragasam (47) -M.I.A.-, es una artista señera del cóctel urbano y la world music, cargada de contradicciones. Apoyó el terrorismo de los Tigres de Liberación del Eelam Tamil y acciones palestinas del mismo corte, en tanto tuvo un hijo con un millonario de la poderosa familia judío alemana Lehman, cuya firma desató la crisis subprime. En la pandemia propagó mensajes antivacunas y teorías conspirativas.

La novedad de este año fue su conversión al cristianismo, tras haber visto a Jesús. Su música jugada y novedosa, aire fresco en el urbano con un toque guerrillero boutique, nunca fue del gusto de las masas a pesar del contenido reivindicativo y el puño arriba, sino de públicos más elitistas que circulan en festivales como Primavera Sound. Mata, su primer disco en seis años, evoluciona sobre los conceptos y recursos dominados -la sensación de alerta y combativa, los tambores y voces corales de la India y Sri Lanka, la electrónica de empuje bailable y la irrupción de bajos masivos-, sin retroceder ni avanzar. Este sexto título no desentona en su discografía. También deja la sensación de haber abierto el camino para artistas como Rosalía, aunque sin el instinto pop asesino de la estrella española.