Mediante correo electrónico, Peter Morgan se expresó escuetamente: “The Crown es una carta de amor para ella y no tengo nada que agregar por ahora, sólo silencio y respeto”.
El pasado 8 de septiembre, al cumplirse las primeras horas desde el fallecimiento de la reina Isabel II, el creador y guionista de la ficción de Netflix comunicó que el rodaje del sexto y último ciclo se suspendería por tiempo indefinido. En un anuncio posterior, la compañía precisó que el trabajo también cesaría durante el día del funeral de la monarca, es decir, el 19 de ese mes.
Lo que se mantuvo inalterable fue el mes estreno de la quinta temporada, grabada íntegramente antes de la muerte de la soberana y agendada para noviembre de este año (como lo reveló la actriz Imelda Staunton en septiembre de 2021). Llegaría específicamente el miércoles 9, según se confirmó a través de un afiche que mostraba la esquina inferior izquierda de un cuadro colgado sobre una pared agrietada. Las fisuras de una familia en crisis.
La previa a ese lanzamiento ha estado salpicada por los dardos en contra de la serie y los rumores de que el ahora rey Carlos III podría contestar públicamente a la manera en que se les ha retratado en la pantalla. Tiene un estilo menos sobrio que su madre, y no es difícil imaginar que probablemente le causó enorme disgusto que el cuarto ciclo se inmiscuyera en la tormentosa relación entre él y la princesa Diana, y en su amorío con Camilla Parker Bowles, actualmente reina consorte de los británicos.
Las vueltas de la vida –y, por qué no, la persistencia de la plataforma de streaming por conservar la fecha inicial– provocan que sea una experiencia algo enrarecida ingresar a sus diez nuevos capítulos (a los que tuvo acceso Culto y estarán disponibles en el catálogo de la plataforma desde este miércoles).
Son los primeros que se estrenan tras los decesos de Isabel II y Felipe de Edimburgo, los primeros que giran en torno a un primer ministro británico que en la realidad está vivo (el conservador Sir John Major, hoy de 79 años, quien estuvo en el poder hasta 1997), y los primeros que ingresan de lleno en la agria y trágica década de los 90 para los Windsor. Al mismo tiempo, son los primeros que se lanzan con la producción finalmente consagrada como Mejor serie de drama en los Emmy, la distinción que ganó en septiembre del año pasado, y presenta una completa renovación de su elenco (spoilers a continuación).
Situada en 1992, la quinta temporada arranca siendo fiel a su estructura de echar a correr tramas en paralelo. Por un lado, la monarca (ahora encarnada por Imelda Staunton) está preocupada del Britannia, el yate perteneciente a la corona, que enfrenta serios desperfectos mecánicos que implicarían millonarios costos en reparación. Es supuestamente el lugar del mundo donde se siente más plácida, por lo que no duda en traspasarle la preocupación a su marido (Jonathan Pryce) y en última instancia al mismo John Major (Jonny Lee Miller).
Antes, eso sí, es el príncipe Carlos (Dominic West) quien concreta una reunión con el primer ministro. El detonante de esa cita es el periódico Sunday Times y una publicación que detalla encuestas en que sale mejor evaluado que su progenitora y se sugiere la posibilidad de que Isabel II abdique en favor de él, en un movimiento homologable al de la reina Victoria en el siglo XIX. Un artículo en el que, según desliza la ficción, el heredero al trono habría tenido algún grado de participación o colaboración.
La tensión de esas gestiones de alguna manera también repercute en su ya deteriorado matrimonio con la princesa Diana (Elizabeth Debicki). De viaje por Italia junto a unos pequeños Guillermo y Harry, la pareja simula cierta estabilidad ante los fotógrafos (se habla de una “segunda luna de miel”), pero en la interna es una relación totalmente rota que cuenta los meses para disolverse por completo. No queda nada del cuento de hadas que presentó efímeramente la primera parte del cuarto ciclo, cuando los personajes eran asumidos por los actores Josh O’Connor y Emma Corrin.
Esta vez la ruptura entre los príncipes de Gales –y el modo en que sus caminos se bifurcan sin retorno– monopoliza parte importante de la quinta parte, muchas veces amenazando con que la reina ocupe un lugar menos estelar en la trama.
La principal causa de aquello es que Peter Morgan da vía libre a los acontecimientos públicos que marcaron el quiebre: el libro que Andrew Morton publicó en 1992 entregando reveladores detalles del ingreso y estadía de Lady Di en la familia real (contando con ayuda de ella); el romance de la princesa con el cirujano cardíaco, Hasnat Khan (Humayun Saeed); la filtración de la llamada de corte sexual entre Carlos y Camilla conocida como Tampongate.
También, hacia el final de la temporada, se adentra en la trastienda de la controversial entrevista que Diana concedió a la BBC en 1995, el momento en que el mundo la escuchó decir por primera vez que “éramos tres en ese matrimonio”. Según destapó una investigación liberada el año pasado, el periodista Martin Bashir (Prasanna Puwanarajah en la historia) cayó en un conjunto de vicios para que su invitada accediera a revelar su intimidad. Una polémica instancia que The Crown decide recrear no en uno, sino que en dos episodios.
En una de las escasas fugas narrativas de su quinto ciclo, la serie se sumerge en Mohamed Al-Fayed (Salim Daw), padre del futuro novio de Diana, Dodi Al-Fayed (Khalid Abdalla). Oriundo de Egipto, el magnate cobra vida en la pantalla desde sus humildes orígenes hasta su irrupción en los círculos de poder de Inglaterra. Es la manera que tiene la producción para especificar el vínculo de la “Princesa del Pueblo” con su última pareja, pero también un recurso legítimo para darle una perspectiva más amplia a su exploración de la familia real, que –como se expresa majaderamente en los diez capítulos– atraviesa su década más turbulenta.
En distintos momentos todos le pasan factura a la Isabel II encarnada por Staunton, desde Felipe hasta la princesa Margarita (Lesley Manville), a quien años atrás le negó la posibilidad de que se casara con el amor de su vida, Peter Townsend, quien reaparece, ahora interpretado por Timothy Dalton.
Si todo no se torna más devastador es únicamente porque The Crown 5 termina durante la primera mitad de 1997 y se reserva la muerte de Diana para la sexta y última temporada. En ese sentido, los episodios que llegan esta semana son un preámbulo de la tragedia, el instante en que la familia real lloró, pero sobre todo vio cómo sus cimientos se remecían ante el clamor popular.
Las críticas
El verdadero John Major disparó primero. El jefe de gobierno entre 1990 y 1997 tildó a la serie como “ficción maliciosa” y “un montón de tonterías”. Enseguida, la actriz Judi Dench se plegó a sus dichos y, mediante una carta al periódico The Times, afirmó que “cuanto más se acerca el drama a nuestros tiempos actuales, más libremente parece estar dispuesta a desdibujar las líneas entre la precisión histórica y el crudo sensacionalismo”.
La ganadora del Oscar, cercana a la actual reina consorte, aprovechó de reiterar el pedido que en 2020 elaboró el exministro de Cultura Oliver Dowden: que la producción advierta a los espectadores que se trata de una obra de ficción, evitando cualquier confusión en la mente de quienes imaginan que cada diálogo y situación ocurrió tal cual.
Netflix accedió parcialmente, colgando un mensaje en su tráiler y en parte de su campaña de promoción. En este se lee: “Inspirada en hechos reales, esta dramatización ficticia cuenta la historia de la reina Isabel II y los acontecimientos políticos y personales que dieron forma a su reinado”. Sin embargo, la serie misma sigue sin incluir el descargo de responsabilidad o algún gesto similar.
Más allá de esa discusión que parece no tener fin, el nuevo ciclo es hasta ahora el que ha generado más discrepancias entre los críticos. Judy Berman, la reputada pluma de la revista Time, aseguró que la producción regresó “más rica que nunca”, elogiando en particular la interpretación de Elizabeth Debicki como Diana, por conseguir “una exquisita combinación de gracia, valor y vulnerabilidad”.
“The Crown se distingue haciendo lo que siempre ha hecho: combinar empatía clarividente, comentarios astutos y una refrescante curiosidad intelectual en diez episodios elegantes de una hora”, celebró The Hollywood Reporter, junto con consignar que “como en años anteriores, el corazón de la serie sigue siendo la conciliadora compasión del creador Peter Morgan por las almas humanas dentro de esta elevada institución”.
No están de acuerdo medios como The Guardian. “Estos nuevos episodios son fragmentarios y, a menudo, simplemente aburridos, con Morgan buscando tramas paralelas para ocultar el hecho de que todo lo que tiene que decir sobre los Windsor ya se ha dicho”, indicó el periódico. “The Crown comenzó como una carta de amor a la reina. En estos días, Morgan está empuñando su pluma venenosa”, cuestionó The Telegraph.
Si la cuarta temporada causó varias controversias fuera de la pantalla, al parecer su sucesora está a punto de superarla en su capacidad para agitar el debate.