Brandon Flowers de The Killers: “En este disco hay lecciones que me enseñé a mí mismo, cosas que no sabía antes”

The Killers

The Killers regresa a Chile como cabeza de cartel del Festival RockOut este jueves 10, trayendo consigo su álbum más elogiado. Brandon Flowers habla con Culto sobre el confesional e íntimo Pressure Machine, el trabajo que le hizo abrir las puertas de una infancia que no recordaba. “No fue algo escrito para festivales, lo hice para mí”, sentencia.


“Tengo ganas de ir a Chile, de ir a los restaurantes y de tocar en el concierto”, dice con entusiasmo Brandon Flowers (41), líder de los norteamericanos The Killers, una de las bandas que hace casi 20 años reventó las listas con Mr. Brightside (2003), elegida por Absolute Radio como Canción de la década.

“Mi hermano vivió en Viña Del Mar por un par de años, estuvo en un misión de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días. Eso fue en los ochenta, como entre 1987 y 1989″, confiesa a Culto el vocalista, quizá uno de los más famosos miembros a nivel mundial de la misma iglesia.

Formados en 2001 en Las Vegas, The Killers lanzó al mundo su exitoso debut Hot fuss a mediados de 2004. Expertos en elaborar singles de estadio, tras seis discos la banda dio un giro sorpresa en 2021 con Pressure machine, un álbum emotivo e íntimo que nació de un viaje de Brandon a un territorio perdido: su pasado.

“Cuando llegó la pandemia, en un comienzo fue chocante y luego me acomodé a los tiempos y comencé a apreciarlo, porque había estado de gira y trabajando la mayor parte del tiempo, sin parar, por veinte años. Y fue interesante no tener ningún concierto en el horizonte y no tener tiempo agendado en un estudio. Fui capaz de bajar el ritmo y pasar tiempo con mi familia. Se convirtió en algo hermoso para mí”, aclara.

-¿Ese cambio de marcha afectó su forma de componer?

Más bien permitió que floreciera un nuevo tipo de composición. Y de eso salió el disco Pressure Machine. No fue un álbum escrito para estadios o festivales, fue un trabajo escrito más que nada para mí, y tal vez la sensación que tuve ha sido la más gratificante que he tenido con cualquier disco al escribirlo, y me cambió. No sé si para bien o no (risas). Y tal vez llegue a cambiar mi futuro, no lo sé aún, estoy pasando por eso todavía.

-¿Qué es lo que le hace sentir más orgullo del disco?

Creo que las historias, y que tuve muchos momentos clave mientras organizaba todo y las letras, y que fui más allá de mi propia sabiduría y mi propio entendimiento. Estoy consciente de eso, de que ahí hay lecciones que me enseñé a mí mismo, cosas que no sabía antes. Hay belleza ahí que me supera y fue increíble cuando todo eso sucedió, porque se sintió como si las cosas las estuviera trayendo directo del Universo o de los cielos o algo así, pero no de mí, y estaba muy feliz con eso. Fue un tiempo grandioso para mí.

Señor lado luminoso

La posibilidad de detenerse de forma obligada debido a la pandemia no ocasionó un quiebre en Brandon, como ocurrió en el caso de varios artistas, al enfrentarse a la cancelación de giras mundiales y dejar de enfrentarse a la audiencia. Para él, le dio la oportunidad de reencontrarse con los suyos y, a la vez, consigo mismo.

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“Fui capaz de tener algo así como una rutina típica, de estar con mis hijos todo el día, con mi esposa todo el día, de salir a caminar más, de pasar más tiempo en la naturaleza. Me mudé de Las Vegas a Park City, Utah, y estaba arriba de una montaña. Siempre he apreciado la naturaleza, y tenía antes mis momentos para eso, como salir de excursión de vez en cuando, o ir de camping, pero esta vez hubo una relación contínua entre yo y esta montaña. Y fue una situación espiritual, creo”.

-¿Queda cerca de donde usted vivió cuando pequeño?

Sí. Yo viví como a sesenta millas de acá cuando era niño, crecí en esa zona.

-No sé qué edad tienen sus hijos, pero, ¿al verlos recorrer esos lugares de su infancia se sintió reflejado en ellos?

Mis hijos tienen ahora 11, 13 y 15. Y en la pandemia tenían 9, 11 y 13. Yo estaba en Utah y deliberadamente los llevaba a lugares que yo frecuentaba cuando era un niño. Esa era la idea. Quería que experimentaran eso y fue genial para mí.

-¿Eso permeó las canciones?

Sí, todo eso abrió una puerta a una suerte de habitación que yo tenía en mi interior, con cosas que no recordaba. Comencé a acordarme de experiencias, de gente, de cosas que me seguían generando afecto, pero en las que no había pensado en muchos años. Algunas de esas cosas ocurrieron hace 25 ó 27 años atrás y no podía creer todos los detalles ni las emociones que aún guardaba yo adentro. Fue increíble, y una vez que abrí esa puerta, la gente y los sentimientos simplemente salieron hacia afuera bruscamente. Fue algo muy loco.

La emoción que Brandon siente al haber recordado aquellos momentos es evidente al comentar el proceso de nacimiento del disco. Se trata de material muy íntimo y que al enfrentarse al público en un show le deja, en cierto modo, al descubierto.

“A veces se siente como algo emocionante y otras veces me pongo un poco más sentimental de lo que usualmente me pongo al interpretar alguna otra canción de The Killers, pero hay que ir viendo cómo encajan en los setlists”, explica.

-¿Hay alguna canción en particular que le despierte emociones más fuertes?

Sí. Quiet town. Cuando me toca cantar el tercer verso me pillo siempre teniendo un momento difícil (risas).

A fin de cuentas, el propósito de la música es afectar al oyente. Remover, al igual que le ocurrió a Brandon en la gestación de Pressure machine, alguna coraza -ahora en el auditor- y dejarle al descubierto, vulnerable. Ahora que los shows en vivo han vuelto, y The Killers retorna a Chile tras cuatro años de su presentación en Lollapalooza, esta vez para ser cabezas de cartel del Festival RockOut el próximo 10 de noviembre en el Estadio Santa Laura -junto a Molchat Doma, LP, Miranda! y muchos otros-, los fanáticos podrán escuchar piezas de esta placa frente a frente, y atesorar el momento. Es algo que la banda sabe que puede llegar a ser recordado por siempre:

“Cuando yo era fan de un grupo y me compraba una entrada para un concierto, la tenía conmigo y la miraba cada día que pasaba (risas), pensando que tenía algo a que aspirar, esperando que llegara ese día. Y luego, cuando finalmente era el día del show, después que terminaba yo conservaba el talón. No solo tenía un póster o una polera, sino que aparte de esas cosas físicas me quedaba también con el recuerdo y los sentimientos que me había despertado ese momento. Puede ser algo muy poderoso ver a una banda que amas. Nosotros estamos muy pendientes de eso siempre y realmente lo damos todo en los shows”.

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