*Una reina disminuida
No es primera vez que el guión de The Crown sugiere que la reina Isabel II está fuera de sintonía con su propia época. Olivia Colman, la actriz que la encarnó entre los años 1964 y 1990 (o sea, entre la temporada tres y cuatro), fue especialmente ductil para transmitir la desconexión de la monarca con su entorno, ya sea con sus súbditos o con su propia familia.
Eso, sin embargo, alcanza nuevas cotas en el quinto ciclo. Ahora interpretada por Imelda Staunton, la soberana es descrita como una figura oxidada que debe no sólo enfrentar su falta de comprensión de los nuevos tiempos, sino que el desborde causado por los escándalos de su propio núcleo, que amenazan con seguir multiplicándose.
Peter Morgan, creador de la producción, ilustra ese punto en el primer capítulo mostrando los problemas mecánicos del Britannia, el viejo yate de la Corona que la reina desea reparar a toda costa. Para el resto significa una nimiedad (un capricho para John Major, el primer ministro de ese momento). Para ella, en cambio, es “la expresión flotante y marítima de mí”.
El diálogo es ficción pura y la metáfora no es la más sofisticada, pero sirve de puerta de entrada a una temporada en que la ruptura definitiva de los príncipes de Gales y otros escándalos de la familia la sitúan en un lugar más incómodo y postergado que nunca.
*Divorcios de gente común
Luego de años abocados a mantener una fachada, el matrimonio de los príncipes Carlos y Diana quedó expuesto como un vínculo fracturado a inicios de los 90. En el tempestuoso año 1992 -cuando la prensa accedió a múltiples reportes que tornarían insostenible hasta al mejor de los intentos por extender la agonía- anunciaron su separación, pero no fue hasta julio de 1996 que acordaron los términos de su divorcio.
The Crown sigue ese arco de disolución al detalle, pero se otorga permiso a sí misma para desplegar al menos un recurso más libre: muestra todos los divorcios de personas comunes y corrientes que ocurrieron en la misma corte ese día. Es otra de esas veces en que Peter Morgan se propone humanizar a los integrantes de la familia real británica, en medio de una temporada en que además el espectador es testigo de las separaciones del príncipe Andrés y la princesa Ana. Nunca es fácil estar casado, menos si eres parte de los Windsor.
*Un libro y una entrevista
Andrew Morton fue el autor del libro superventas que en 1992 reveló detalles inéditos de la vida de Lady Di junto a los Windsor. Todo lo que se mantuvo en silencio o fue motivo de rumores quedó expuesto en sus más de 400 páginas, gracias a la propia colaboración de la princesa, quien públicamente aseguraba que sólo había dado su venia a que sus amigos brindaran su testimonio.
La serie se hace cargo de esa controversial publicación en el segundo capítulo de la temporada, agregando incluso el serio consejo que Felipe de Edimburgo le habría dado a su nuera.
Más adelante aparece la polémica entrevista que Diana concedió a Panorama, de la BBC. Emitida el 20 de noviembre de 1995, la conversación abordó sus frustradas expectativas con el matrimonio, reveló su depresión posparto y sus trastornos alimenticios, y describió el acoso de los medios. Sobre Carlos y Camila, dijo que “éramos tres en este matrimonio”.
*Altos y bajos del cambio de elenco
Más por las posibilidades que le brinda el guión que por méritos propios, la Isabel II de Imelda Staunton es quizás la menos vistosa en su caracterización. Probablemente también sea la menos generosa en capas. Pero eso no quita que no herede el papel con dignidad. En cambio, gracias en buena medida a que tiene un arco más definido que Tobias Menzies en el cuarto ciclo, Jonathan Pryce enriquece a Felipe de Edimburgo.
Elizabeth Debicki, la tercera actriz en encarnar recientemente a Lady Di (si, además de Emma Corrin, se cuenta a Kristen Stewarts, la protagonista de Spencer, de Pablo Parraín) cumple con creces, aunando en su interpretación la fragilidad y la voluntad de la princesa.
Algo menos afortunado es el caso de Dominic West. En principio, el actor de The wire asume la tarea con solvencia, pero cuesta imaginar que sea el mismo personaje al que dio vida Josh O’Connor en las temporadas tres y cuatro. Además de haber cerca de 20 años de diferencia entre ambos y escasas similitudes físicas, West lo dota de un exceso de seguridad que resulta algo fuera de lugar en el rol. Tal vez el sexto y último ciclo le permita una revancha.
*Menor énfasis en la dimensión global
La guerras de las Malvinas marcó los capítulos de la mitad de la cuarta temporada de The Crown. Un pasaje de la historia que le dio gran preponderancia a la Margaret Thatcher encarnada por Gillian Anderson. Además, el tour por Australia y nueva Zelanda que emprendieron Carlos y Diana en 1983 también le entregó al ciclo una perspectiva más global.
No ocurre así en la quinta tanda de episodios, mucho más centrada en la crisis interna que atraviesa la realeza británica y en su desprestigio ante la sociedad. En esta oportunidad lo más parecido a eso es un acercamiento entre la monarca y el recién elegido presidente ruso, Boris Yeltsin (Anatoly Kotenev), y la perspectiva de la reina en torno a la revolución de ese país.