Fue una videocolumna para el medio digital Cambio lo que desató el huracán. Como suele hacerlo, en 1 hora y 13 minutos, la escritora colombiana Carolina Sanín (49) despachó un speech en el que abordó un tema tan espinudo como contingente: la identidad de género.
En el video, Sanín expresó su apoyo a los derechos de las personas transgénero, a menudo objeto de violencia y discriminación en Latinoamérica. Pero además, comentó: “Si se equipara totalmente la identidad de una mujer trans y una mujer que nace mujer” sería como “borrar” la experiencia histórica de ambos grupos y que el activismo transgénero puede reforzar los estereotipos de género.
Pero también vertió opiniones más duras. Habló de que el “transactivismo” era “fascista”. Además, cuestionó “el reclamo de la población trans a ser reconocidos de un sexo distinto de aquel con el que nacieron”, y añadió: “El nombre de eso es privilegio, no es derecho”. Es una postura similar a la de la autora inglesa J.K. Rowling, a quien se le ha acusado de Feminista radical trans-excluyente (TERF, por sus siglas en inglés).
La videocolumna se publicó el pasado 30 de octubre, y hasta entonces, no pasó gran cosa. Sin embargo, las cosas tomaron otro cariz. El 4 de noviembre, Sarín comentó que la mexicana editorial Almadía decidió cancelar un contrato que tenía ya firmado con ella para publicar dos libros: ¿El motivo? Justamente su columna.
“Quiero contarles que Almadía, después de haber comprado y pagado por los derechos de mis libros Somos luces abismales y Tu cruz en el cielo desierto para México, me hizo saber hoy que no los publicará debido a mis cuestionamientos a la política identitaria +”, escribió la colombiana en su cuenta de Twitter.
A renglón seguido añadió: “(mis interrogantes con respecto al dogma de género y mis pronunciamientos sobre el borrado de las mujeres). Me parece que la decisión de cancelar un contrato ya firmado por unos libros (que, además, no tienen que ver con el tema en cuestión) sienta un precedente tenebroso”.
”No están cuestionado los libros, que ya habían comprado y que nada tienen que ver con el tema. Están cancelando a la persona”, agregó.
En declaraciones al diario mexicano Excélsior, Sanín comentó cómo ocurrieron los hechos: “El 4 de noviembre, mi exagente, Andrea Montejo, me avisó por un mensaje de voz que [Guillermo] Quijas le había confirmado que, tras mucha deliberación y a pesar de apreciar mis libros, no podía publicarlos por mis manifestaciones sobre el tema trans. La editorial desistió, en cumplimiento del contrato, de la devolución del anticipo. Nunca habló conmigo”.
Las reacciones
Pero no todo el mundo literario la apoyó. La poeta mexicana Dahlia de la Cerda opinó: “Almadía, como todas las editoriales, no tiene por qué tomar solo decisiones editoriales. También pueden tomar decisiones políticas, éticas y económicas. Esta fue una decisión política y así hay que entenderla”. Asimismo, la narradora mexicana Gabriela Jáuregui defendió la decisión de la casa editora, y recató que Almadía sea “clara con su misión y cuáles historias y de qué bocas salen”.
Aunque también vinieron apoyos, como el de la argentina Mariana Enriquez. “Creo que es importante discutir y no estar de acuerdo. Es importante inclusive para afirmar la posición propia”, sin embargo, la autora de Nuestra parte de noche debió borrar su tuit ante la lluvia de haters que le llegaron por dar su legítima opinión. Más aún, ante el acoso masivo que sufrió, Enriquez decidió cerrar su cuenta.
Antes de cerrar, Enriquez publicó: “Yo no soy terfa. Estoy feliz de vivir en un país con ley de identidad de género. Pero no me gusta que se decida no publicar a alguien porque piensa de una manera con la que no estoy de acuerdo -sus libros no tratan el tema en cuestión-. Pueden estar en desacuerdo con eso”.
Y agregó: “Ya vi todos los posts con las que cosas que ella dijo. También vi su video donde explica con más tranquilidad. Sus libros no tienen nada que ver con eso. La editorial puede decidir no trabajar con ella? Claro. Y yo puedo pensar que no corresponde”.
También se pronunció Samanta Schweblin, en apoyo a Enriquez y a Sanin. “Tant@s “liberad@s” atrapad@s otra vez en nuevas ataduras. Brindo por todo lo que nos ayude a pensar. Es decir, brindo por ambas”.
El escritor mexicano Guillermo Arriaga también mostró su apoyo a Sanín: “Los desacuerdos deben ser pretexto para el diálogo, no para la cancelación. Me preocupa sobremanera este hecho por venir de una editorial respetada”.
La argentina Claudia Piñeiro también defendió a la colombiana: “No coincido con la posición de Carolina en este punto ni con muchas de las conclusiones a las que llega después de un trabajo de análisis que juzgo profundo y honesto aunque no comparta. Considero que el colectivo trans está dentro del feminismo, que las mujeres trans son mujeres y que no habría ni por qué aclararlo, pero de todos modos escucho sus charlas en YouTube y me resulta interesante conocer su posición. Por otro lado, me gusta mucho como escribe, tengo varios de sus libros, la seguiré leyendo y repudio esta y cualquier otra cancelación”, dijo al sitio Infobae.
Sanín debió salir a rectificar sus dichos y a poner matices. Reconoció que fue “vehemente” en los términos utilizados. “El otro día dije que la imposición del activismo trans era fascista, creo que me pasé al decir eso. Me refería a (...) la imposición por ley de una ideología sumada a la intimidación de la muchedumbre, que es toda propia de los fascismos. Pero he debido decir fanatismo, no fascismo”.
En los últimos días, Sanín se permitió una reflexión en Twitter: “Yo creo que parte de la obsesión con la corrección política procede de la consciencia de que fracasamos al buscar una mejor distribución de la riqueza. Pensamos o sabemos que la única igualdad posible es falsa y está en el forzamiento del lenguaje”.