Si hay un oficio derivado de la industria del rock & roll, es el de fotógrafo de bandas. Más en las décadas de los setentas y ochentas, en pleno apogeo de los colosos de estadios, la irrupción del punk rock y las escenas más alternativas. Uno de sus exponentes es Denis O’Regan, quien comenzó a tomar fotos en shows a mediados de los 70′s.
“Yo estaba en la periferia de todo, pero mis padres no me dejaron ir a la escuela de arte y terminé trabajando para un corredor de seguros en la Ciudad -detalló en charla con el matutino The Guardian-. No era lo que quería hacer. Empecé a ir a ver bandas en Hammersmith Odeon y vi a David Bowie como Ziggy Stardust”.
La persistencia dio sus frutos y una noche llegó el momento decisivo. “Una noche, pasé de contrabando una cámara rusa barata para ver a Paul McCartney y Wings haciendo su prueba de sonido. Queen fueron los teloneros, así que les tomé una foto tocando y logré venderla. Fue mi primera venta de cuadros”.
Luego, O’Regan necesitó de un portafolio para dar a conocer su trajo. La irrupción del punk rock, le dio la chance que buscaba. “El punk llegó en el momento adecuado: de repente tuve acceso a bandas por 75 peniques, y estas eran las imágenes que querían los periódicos musicales. Una vez que mi nombre comenzó a aparecer en NME, pude maniobrar más las cosas”.
Eso le permitió acceder a fotografiar a bandas de mayor calado; salió de gira con Thin Lizzy, los Rolling Stones, Bee Gees, David Bowie, Duran Duran y Neil Diamond. “Bowie fue muy amable, con los pies en la tierra y divertido -cuenta-. Pasé dos años con él prácticamente todos los días. Estar con los Stones fue increíble. ¿Quién no querría que le pagaran por dar la vuelta al mundo con una banda de rock en su jet privado?”.
Pero una de sus imágenes más memorables la tomó en 1986. Fue a Freddie Mercury, durante un show de Queen en el Maine Road de Manchester como parte del Magic Tour, la última gira promocional de la banda (del álbum A Kind of Magic), un año antes de que al cantante se le diagnosticara el VIH que lo llevaría a la sepultura años después. En la imagen, se le ve contornéandose felino y sensual con el atril del micrófono entre sus manos, en una pose que parece estudiada, pero que le salía totalmente natural.
“Freddie era un showman único en la vida -cuenta O’Regan-. Creo que esta es una de las pocas tomas que lo ejemplifican. Esa forma que lanza, nadie más lo hizo. Parece un juguete flexible. También está la forma en que sostiene el micrófono, una de sus marcas registradas. Era tan difícil de fotografiar cuando se movía: habría estado en esa pose durante un microsegundo, porque habría estado dando vueltas”.
El fotógrafo señala que en esos días, cada toma era en extremo valiosa. “Solo tenía 36 imágenes en un rollo, y la película era muy cara, así que no podía tomar una foto tras otra. Cada vez que presionaba el obturador me costaba una libra. Así que me convertí en un francotirador. Seguía a Freddie como si tuviera una cámara de cine, luego, cuando veía la toma en ese nanosegundo, tomaba la foto”.
Es decir, en esos años, el fotógrafo de conciertos debía ser un diesto con la cámara. “Disparé con una vieja Olympus y la película solo podía subir hasta cierta velocidad, por lo que si alguien se mueve rápido, necesitas la luz del día para que funcione. Además, disparar hacia la multitud significa que las personas que lo adoran están en la misma foto”.
Como la banda conocía a O’Regan, el mismo Freddie le tenía un apodo. “Fuera del escenario, Freddie podía ser bastante tímido, pero probablemente era la persona más divertida con la que he ido de gira. Al parecer, siempre se refería a mí como Doris. Brian May, el guitarrista de Queen, dijo: “¿No lo sabías?”. Yo no – Freddie obviamente solía llamarme así cuando no estaba cerca. En el escenario, sin embargo, era tan extravagante”.