Daniel Lanois, productor clave de los últimos 40 años: “La búsqueda de algo único nunca termina”
A sus 71 años, el canadiense, famoso por su trabajo junto a Brian Eno produciendo la trilogía que cambió la historia de U2 (The Unforgettable Fire, The Joshua Tree y Achtung Baby) además de obras magnas de Bob Dylan y Peter Gabriel, se embarca en un álbum solista donde se enfrenta al piano por primera vez. “Los discos que yo hago tienen un sentido de misterio”, dice a Culto.
Player, piano es el retorno en formato solista del afamado productor canadiense Daniel Lanois (71). El álbum, sucesor del radiante Heavy sun (2021), su proyecto confeccionado en plena pandemia, marca un desvío hacia el pasado en rumbo a un tiempo de inocencia, simpleza y curiosidad por el futuro.
Experto nato en utilizar el estudio como una herramienta compositiva, Lanois consigue nutrir 13 aparentemente sencillas composiciones cimentadas en piano de una atmósfera de nostalgia y atemporalidad. Un retrato suyo cuya data es de 1957 -cuando recién tenía apenas 5 años- corona la portada.
“La encontramos en una caja”, cuenta vía Zoom a Culto desde su estudio, ubicado en un otrora templo budista. “Era de la época en que empezábamos todos a tener cámaras fotográficas, todos los parientes tenían y sacaban estas bellas fotos en formato cuadrado y eran baratas. Ahí estoy, sentado en un auto viejo como dentro de una bola de cristal. Puedo ver el entusiasmo ahí. Por entonces la gente comenzaba a tener autos también. Sucede repentinamente el comienzo de un medio, con esa emoción que acarrea tomar una cámara por primera vez, o comprar una guitarra eléctrica y ver el nacimiento del rock and roll. Es como si las fuerzas del futuro estuvieran sentadas en ese auto, o al menos las fuerzas de mi futuro”, ríe con candidez.
Para Lanois, productor estelar de placas que marcaron hitos universales como Birdy, So y Us de Peter Gabriel; The Unforgettable Fire, The Joshua Tree y Achtung Baby de U2; Oh Mercy y Time Out of Mind de Bob Dylan, un álbum clásico no dista mucho de una instantánea. “A todos nos gusta que los discos tengan esa inocencia, que sean fotografías de lo que vivía la gente en un momento emocionalmente o culturalmente. Es la habilidad de poder sacar la cámara en el momento exacto lo que hace a los discos clásicos”, sentencia.
Caminos misteriosos
“Creo que los discos que yo hago tienen un sentido de misterio. Nos gusta que el arte tenga eso. En una pintura, por ejemplo, que tenga sombras que introduzcan un elemento de duda que haga balance a la figura central. Me sentí así cuando trabajé con Bob Dylan en Oh Mercy, un bello disco que hicimos. Quise asegurarme de que el centro fuese potente, así que me senté junto a él, los dos en sillas de cocina, y me aseguré de que sus vocales fuesen claros y llenos de matices; y luego mi trabajo fue introducir la magia de New Orleans, el lugar donde lo grabamos. Bob se sumó a esa idea y me dijo: ‘Daniel, trabajemos por la noche, porque la noche lo ralentiza todo’. Yo tenía la idea de que no importaba la hora y de que podía grabar en cualquier momento del día. Pero él tenía toda la razón porque el metabolismo baja por la noche y el latido del corazón cambia. La noche puede que tenga algo para nosotros, me dije. Y así nos embarcamos juntos a un territorio desconocido. Lo desconocido es un lugar que me agrada, porque es fascinante”.
Lo desconocido e inusual es un aliciente para Lanois. El estudio, para él, es un lugar de creación -no de grabación- y por ello se declara “siempre abierto a aquellas melodías que surgen en el espíritu del momento”.
Así nacieron algunas de las composiciones de Player, piano, que se funden con otras de data anterior en la misma placa, como My all, que fue compuesta para su recientemente fallecido hermano Bob, con quien construyó su primer estudio de grabación en el sótano de su madre en el año 1968.
“Aquella pieza me da la sensación de estar flotando en el aire, como de alguien abandonando este mundo. Tengo letra para ella, pero tal vez aparezca en otro álbum de esa forma. Una composición que surgió en el estudio es Inverness, una improvisación modal que sube y baja, y que va desapareciendo. Cada vez es diferente. Nació de dos horas de grabación que fueron editadas en una canción de tres minutos. Soy un buen editor y puedo tomar esas dos horas de improvisación para dejar algo que pueda tener una historia en base a un material inicial. Como para hacer un bello anillo, ya que alguien tiene que forjarlo y derretir el metal. Siempre hay mucho trabajo para que algo sea hermoso al final”.
Fuego inolvidable
A pesar de que Player, piano está construido completamente en piano, este no es el instrumento primordial de Lanois. Al contrario, comenzó con una steel guitar y uno de los primeros discos que compró fue el corte instrumental Wipe Out de The Surfaris.
“Me encantaba la energía del rock and roll. Crecí como guitarrista y parte de mí quiere hacer música instrumental para mantener vivo ese género. Creo que, aunque todos apreciamos las letras en las canciones, las personas tienen un lugar en sus vidas donde quieren que su propia imaginación llene las partes”.
La inocencia presente en la portada es análoga al encuentro del productor con un instrumento nuevo. “Estaba nervioso al enfrentarme al piano, porque no soy tan bueno ahí como algunos de mis amigos. Me permití emocionarme con las melodías y enamorarme de ellas, porque las melodías no tienen por qué ser complejas, aunque puedan encuadrarse en una forma compleja. Los comienzos de una melodía pueden ser simples, aunque algunos digan que tienes que ser Stravinsky o Debussy, pero admiramos a Eric Satie por su simpleza y puedes tomar algo así para un punto de partida. Confié en ese instinto de enamorarme de algo simple y luego fui capaz de aplicar mi experiencia haciendo discos para poder encuadrar una melodía simple de la forma más efectiva posible”.
-Durante mucho tiempo usted trabajó de la mano con Brian Eno, quien no tenía formación musical académica como fue el caso suyo. ¿Cómo describiría su dinámica juntos?
-Primero que todo, debo decir que Brian Eno es un gran músico y él ha dominado su propio arte. Admiro su perspectiva y todas las herramientas que posee, porque él puede maximizar cualquier situación, y eso es lo que define a un gran músico para mí. Alguien que puede crear algo especial con las herramientas, la gente y la habitación. Respecto a su habilidad, yo creo que Brian estaba más inmerso en el mundo del arte, ya que tuvo la chance de ir a una escuela de arte y rodearse de grandes maestros al comienzo de su carrera. Yo no tuve esa oportunidad. Llegó a mi vida cuando él ya había hecho muchas cosas y cuando ya había comenzado a hacer grabaciones ambient. Entonces, ¿qué podía yo ofrecerle que él no tuviera ya? Y yo aporté con una cierta diligencia para hacer realidad su visión. Esto fue entre los años 1979 y 1983, cuando estábamos en Canadá los dos y fue un tiempo muy productivo, bien esotérico y yo respeté que Brian estuviese dispuesto a dejarlo todo por trabajar en algo que para esa época era bastante oscuro. Cualquier mente más inmersa en los negocios, con mentalidad de mánager, diría: ‘yo solía hacer canciones pop, hagamos dinero y lleguemos a los charts’. Pero nosotros no pensamos en eso. Queríamos servir a esta música instrumental y ambiental. Me encantaba todo eso y no viví para nada más que para eso por tres años trabajando con Brian Eno. Los dos no solo tuvimos un rapport sino que establecimos un método de trabajo. Yo lo apoyé en todo.
Fue precisamente el trabajo ambient junto a Eno (Ambient 4: On land, Apollo y The Pearl, junto a Harold Budd) el que abrió las puertas de las grandes ligas a Lanois, produciendo ambos como equipo placas como la trilogía que cambiaría la historia de U2: The Unforgettable Fire, The Joshua Tree y Achtung Baby.
“Con Eno yo rápidamente podía moverme y sugerir cosas. A mí no me complicaba ensuciarme y tener la paciencia necesaria para repasar todas las pistas vocales una por una para compilar lo mejor. Eso requiere mucho tiempo en el estudio, es trabajoso y yo estaba dispuesto a tomar esas responsabilidades y así él no tenía que inmiscuirse tanto en esas cosas. Yo estaba preparado y él podía llegar con su varita mágica y crear algo especial, así funcionamos. Había que ir paso a paso y yo soy muy estructurado. Puedo armar muy bien los cimientos de un puente para que alguien pueda llegar después y bailar en él”.
Peter Gabriel llegó también buscando a Lanois. “Él no solo quería a alguien que fuera un buen ingeniero o productor, él vino a mí porque necesitaba mi habilidad como innovador. Porque es fácil encontrar cosas conocidas, como lo que aprendes en la escuela, donde solamente te enseñan eso. Lo que no pueden enseñarte ahí es a tener imaginación. Lo que el futuro tenga deparado para tí depende de qué tan aventurero y valiente seas con tus sonidos. En cada minuto en el estudio yo busco lo inusual. No quiero repetir ni hacer lo que mis héroes ya han hecho. Todos entramos en la música admirando a nuestros héroes, porque te emociona que alguien haga algo y entonces te dan ganas de hacer cosas. Esos son tus maestros de arte, pero alguna vez los debes abandonar para poder embarcarte solo. La búsqueda de algo único y que no se haya hecho antes nunca termina”.
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