Scorsese y De Niro: una colaboración formidable en cinco momentos
Desde Calles Peligrosas (1973) hasta la inminente Killers of the Flower Moon (2023), cineasta y estrella han forjado un vínculo inquebrantable que ha originado algunas de las más grandes películas del último medio siglo. A raíz del cumpleaños 80 del director, revisamos la historia junto a su actor favorito a través de un puñado de capítulos.
I. Los inicios peligrosos
No era su primer largometraje, pero sí el primero producido por un gran estudio de Hollywood (Warner Bros.) y nacido de su propio imaginario. Para crearlo se volcó a sus recuerdos en Little Italy, al peligro y al singular encanto del barrio italoamericano de Nueva York al que se mudó junto a sus padres antes de comenzar a asistir al colegio.
Martin Scorsese fichó como protagonista a Harvey Keitel, con quien ya había trabajado en Who’s that knocking at my door (1967), y en el rol de su mejor amigo, Johnny Boy, apostó por Robert De Niro, entonces un joven actor que ya había filmado con colaboradores cercanos como Roger Corman y Brian de Palma.
Errático y osado, Johnny canalizó el arrebato del paisaje compuesto por descendientes italianos, mientras que el papel de Keitel se erigió como una encarnación de las contradicciones del catolicismo y la fe, uno de los temas favoritos del director. Con su vibrante galería de personajes y sus conflictos de ribetes colosales, Calles peligrosas (1973) se convirtió en un fenómeno en el momento de su estreno e inauguró con brillo su colaboración con De Niro.
Unos años después, ahora en alianza con el guionista Paul Schrader, Scorsese se decidió a filmar la historia de un veterano de Vietnam que exorciza sus demonios conduciendo un taxi por las calles de Nueva York. Pensó en que el protagonista de Taxi driver (1976) podría haber sido para Dustin Hoffman, pero el actor contestó con una respuesta negativa. Nunca sabremos si habría sido un gran Travis Bickle. La certeza es que De Niro hizo maravillas con un rol que pasó a la posteridad.
II. El traspié
El fenómeno de Taxi driver envalentonó a Scorsese a filmar el primer musical de su carrera, New York, New York (1977). En la película, un homenaje al género, un saxofonista (De Niro) conoce a una cantante emergente (Liza Minnelli) y protagonizan una tormentosa relación que cambia sus vidas y carreras.
Pese al pedigrí de los involucrados, la cinta no atrajo a los espectadores y provocó una reacción mixta en la crítica. The New York Times la llamó “descarada y presumida”, asegurando que “Robert De Niro es un actor con una inteligencia y un humor demasiado furiosos para ser contenido por mucho tiempo en las presunciones ritualizadas de New York, New York”. Por lejos, el ejercicio más incomprendido que ha despachado el dúo.
III. Pega, LaMotta
Durante un tiempo Scorsese no encontró atractivo en la historia de Jack La Motta. No entendía ni le interesaba el boxeo, entonces ¿por qué molestarse en hacer una película sobre un boxeador? Sin embargo, con el paso del tiempo advirtió la riqueza del personaje y la real naturaleza del filme, un largometraje abocado a convertirse en el retrato de un hombre en autodestrucción más que en una película deportiva.
Quien lo instó a que se comprometiera con el proyecto fue De Niro, enamorado del libro autobiográfico de LaMotta mientras filmaba la segunda parte de El Padrino (1974). Amante de las transformaciones radicales, el actor subió cerca de 30 kilos para grabar la segunda y última parte del rodaje de Toro salvaje (1980), y se terminó quedando con el segundo Oscar de su carrera. Un título inmenso.
IV. Los entresijos de la mafia
Tras realizar El rey de la comedia (1983), uno de los puntos altos de su trabajo como dupla, Scorsese y De Niro se zambulleron en los entresijos de la mafia. Ambas coescritas por Scorsese junto a Nicholas Pileggi, Buenos muchachos (1990) circuló por Nueva York y ciudades aledañas, y Casino (1995) saltó a Las Vegas, formando una especie de díptico indestructible. El juego de lealtades y tradiciones originó una redefinición de ese tipo de historias, y produjo secuencias y líneas de diálogo que perduran en la memoria hasta hoy.
Más por encargo que por pasión, entremedio se volvieron a aliar en Cabo de miedo (1991), una disfrutable inmersión en los códigos del thriller psicológico con De Niro en el papel de un violador de menores convicto que busca venganza.
V. El streaming los junta
Luego de trabajar juntos en los 70, 80 y 90, la pareja se tomó un respiro de más de dos décadas. No fue necesariamente premeditado: la idea de adaptar I heard you paint houses (2004), de Charles Brandt, se remonta a 2007 y si tardó tanto tiempo en ver la luz fue únicamente por complicaciones asociadas a la agenda de los involucrados y a financiamiento.
Quizás llegó a puerto en el momento propicio: con director y estrella acercándose a los 80 años y entendiendo a la perfección las grietas de sus personajes, comenzando por Frank Sheeran, el sicario de la mafia que se convierte en guardaespaldas de Jimmy Hoffa. El fichaje de Joe Pesci como Russell Bufalino y de Al Pacino como Hoffa agigantó la estatura del proyecto, que se volvería una realidad tras el interés de Netflix en financiarlo.
La décima colaboración de director y actor es otra adaptación de un libro y los lleva a asociarse nuevamente con una plataforma de streaming. Con fecha de estreno para el próximo año, Killers of the Flower Moon sigue la investigación del FBI tras la oleada de asesinatos de miembros de la tribu Osage en la década del 20. Traslada a la pantalla la novela de 2017 de David Grann y cuenta con el respaldo de Apple TV+.
Por primera vez en un largometraje, Scorsese logra reunir a De Niro con Leonardo DiCaprio, otro de sus socios más estrechos. Los rumores apuntan a que podría debutar en el Festival de Cannes 2023, la misma cita en la que Taxi driver ganó la Palma de Oro en 1976.
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