Columna de Daniela Lagos: The White Lotus: Vuelta al paraíso y al caos
Con tres episodios ya estrenados de la segunda parte de The White Lotus, se puede apostar a favor del nuevo ciclo, que también se aprovecha de lo que el espectador ya ha visto: aquí no hay un inicio con ilusiones de ver una comedia liviana con paisajes de postal; el público ya vio y aceptó una serie en donde la tensión y la incomodidad son elementos centrales y los nuevos episodios no le bajan ni un segundo a la presión.
A mediados de 2021, HBO estrenó The White Lotus, una mezcla de drama y comedia negra sobre un grupo de millonarios veraneantes en un resort de lujo y el personal encargado de atenderlos. Con seis episodios, personajes llenos de frustraciones y conflictos no resueltos, locaciones de ensueño y un sólido elenco; la serie escrita, dirigida y producida por Mike White (Escuela de rock) se convirtió en una de las revelaciones del año y, por supuesto, el canal decidió volver por más, cambiando de locación y de historias, al mantener sólo un personaje del primer ciclo, el de la muy insegura, muy peculiar y muy adinerada Tanya (Jennifer Coolidge).
En este segundo ciclo la acción pasa de Hawai a Sicilia, donde está ubicado otro de los hoteles de la cadena White Lotus. Hasta aquí llega un nuevo grupo a pasar una semana de lujo y relajo. Por un lado están dos parejas de amigos que parecen no tener lo suficiente en común, un hombre en medio de una crisis matrimonial que viaja con su hijo y su padre, y Tanya, acompañada de su marido y también de su asistente.
Con estos personajes, complementados por otros del staff del hotel y un par de chicas locales, se da inicio a una temporada que tenía mucho que probar, al transitar esa delgada línea de volver a encontrar la magia que encantó en sus episodios originales, pero tampoco repetirse del todo al presentar un nuevo grupo que presente los mismos conflictos que el original.
Y con tres episodios ya estrenados se puede apostar a favor del nuevo ciclo, que también se aprovecha de lo que el espectador ya ha visto: aquí no hay un inicio con ilusiones de ver una comedia liviana con paisajes de postal; el público ya vio y aceptó una serie en donde la tensión y la incomodidad son elementos centrales y los nuevos episodios no le bajan ni un segundo a la presión.
Los personajes son complejos o complejamente vacíos, la tirantez se siente en cada diálogo y de todas formas logra sacar incómodas risas y entretener, gracias también a una mezcla de experimentados y nuevos actores (incluyendo a Michael Imperioli y Aubrey Plaza) que dan vida a estos singulares veraneantes.
En los primeros episodios se extraña, de todas formas, saber más sobre el staff del hotel y la relación con sus viajeros VIP, algo que el primer ciclo mostró de manera magistral. Aquí una vez más se logra que uno de los personajes más interesantes sea la encargada del hotel, que, al menos en el inicio de la temporada, no tiene tanto protagonismo como podría. Un pequeño asterisco en una serie que logra mantener su enorme calidad en un regreso triunfal.
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