“Dos almas, dos cuerpos / Dos hombres que se aman / Van a ser expulsados del paraíso / Que les tocó vivir”, son las primeras líneas que no dejan mucho lugar a dudas. En 1994, Pablo Milanés publicó un álbum llamado Orígenes, que incluía una canción titulada El pecado original.
El tema lo compuso pensando originalmente en un amigo suyo, Lázaro Gómez, a quien solía denominar como “hermano”. Gómez era homosexual, una condición que en la Cuba castrista no era precisamente bien mirada. De hecho, sobre todo durante la década de 1960, se estima que cerca de 30 mil cubanos enviados a campos de trabajos forzosos para ser “reeducados” al comienzo de la Revolución. Los tristemente célebres Unidad Militar de Ayuda a la Producción.
Para Fidel Castro, un homosexual no encajaba dentro del proyecto socialista cubano. “Nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las condiciones y requisitos de conducta que nos permitan considerarlo un verdadero revolucionario. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista”, dijo en 1965. En ese contexto se entiende que en la isla se haya generado campos de “reeducación” y de persecución, siendo quizás el novelista Reinaldo Arenas uno de los casos más emblemáticos.
Es por ello que Milanés decidió escribirle una canción a su amigo, la que no le gustó mucho a Castro. “Se la dediqué con todo mi amor a mi hermano, que trabaja conmigo y es gay. Y consiguió encabezar la lista de éxitos de Cuba hasta que la prohibió el régimen”, comentó el mismo cantautor en una entrevista, en 2000.
Lázaro Gómez no solo era un amigo, sino también su productor musical, por lo que tenía un rol fundamental en su carrera. Aunque el destino le deparó un duro golpe a Milanés, ya que Gómez murió en noviembre de 2012 producto de un cáncer.
En 2010, seis años antes de su muerte, Fidel Castro hizo un mea culpa por la persecución a los homosexuales en declaraciones al periódico mexicano La Jornada. “Sí, fueron momentos de una gran injusticia, ¡una gran injusticia!, la haya hecho quien sea. Si la hicimos nosotros, nosotros...Estoy tratando de delimitar mi responsabilidad en todo eso porque, desde luego, personalmente, yo no tengo ese tipo de prejuicios”.
“Si alguien es responsable, soy yo...En esos momentos no me podía ocupar de ese asunto. Nosotros no lo supimos valorar...Teníamos tantos problemas de vida o muerte que no le prestamos atención... Piensa cómo eran nuestros días en aquellos primeros meses de la Revolución: la guerra con los yanquis, el asunto de las armas, los planes de atentados contra mi persona...”.