En su último concierto en La Habana el pasado 21 de junio, Pablo Milanés abrió la cita con Marginal del álbum Orígenes, publicado en 1994, la primera de 25 canciones en dos horas de concierto. “Vengan todos a mi jardín”, cantó con su voz inconfundible emocionando a 15 mil asistentes, “toquen y deshojen las flores a su gusto/ besen los labios cercanos con ternura / derramen una lágrima por cada uno de nosotros / que incomprendido es …”.
El influyente cantante y compositor cubano muerto a los 79 años en la madrugada de este martes 22 en Madrid, donde residía para tratar el cáncer que le afectaba, eligió aquella pieza como una sutil manera de insistir en su posición crítica con la revolución de su país, que por largo tiempo apoyó.
Tras una ausencia de tres años de la isla, su visita final fue paradigmática de la compleja relación con el régimen. Originalmente actuaría en el teatro Nacional de La Habana, con un aforo de apenas 2000 personas. El recinto dispuso de una sola ventanilla para vender algunos cientos de entradas, mientras el resto sería repartido por el Estado. La alta demanda obligó a trasladar el concierto bajo el recelo de la autoridad, preocupada de que las canciones más críticas de Milanés pudieran envalentonar a la audiencia.
Pero Pablito, como lo llaman en la isla, no iba con el puño en alto sino a entregar su corazón y su música por última vez a sus compatriotas. El artista símbolo de la Nueva Trova Cubana que arrancó en los años 60 junto a Silvio Rodríguez y Noel Nicola entre otros, revolucionando el mapa musical latinamericano por décadas en una combinación de alta factura entre poesía, compromiso, tradición, academia, jazz y rock, declaró su amor por su público coterráneo.
“El mejor de todos”, sentenció.
Aquella noche cada canción contenía múltiples lecturas, mensajes, declaraciones de principios y tirones de oreja para un régimen reacio a la crítica. Cantó, por ejemplo, Los Males del silencio -”El silencio ya no entiende / lo que es bueno y lo que es malo / sólo dice sí firmado / y acatando lo que ordenen”-.
Éxodo no considera dobleces -”¿Dónde están los amigos que tuve ayer? / ¿Qué les pasó? / ¿Qué sucedió? / ¿A dónde fueron? / qué triste estoy…”-, como tampoco El Pecado original -”Dos hombres que se aman / Van a ser expulsados del paraíso / que les tocó vivir…”.
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En la superficie, la añoranza y la melancolía asoman como motores en la obra de Milanés. Nostalgias es representativa:
“Todo se va
Todo tiende a pasar por el tiempo que nos señalan
Para ver que, al final del viaje
Todo vuelve para comenzar”
Sin embargo, la extensa trayectoria de Pablo Milanés alberga distintas fases, entre exploraciones con músicas previas a la revolución que no causaban gracia al régimen -colaboró con Compay Segundo varios años antes del revival de Buena Vista Social Club-, como se la jugó por llevar artistas de rock a Cuba a mediados de los 90, como relata el crítico musical Diego A. Manrique.
Era, por cierto, un romántico, uno de los más grandes de la canción hispanoamericana con clásicos demoledores como El Breve espacio en que no estás, Para vivir y Yolanda. Esta última, dedicada a su segunda esposa Yolanda Benet, la dejó “paralizada” cuando Milanés le mostró el tema.
Silvio Rodríguez contaba que conoció a Pablo Milanés cuando fue desmovilizado del ejército. “Me habían hablado mucho de él, de que cuando le conociera encontraría a mi otra mitad”, contó en 1986, “Y creo que fue verdad”.
La cantante Omara Portuondo los presentó mientras Rodríguez grababa temas para una radio. Cuando se quedaron solos, comenzaron a interpretar sus respectivas canciones.
“Se produjo una especie de enamoramiento mutuo”, sentenció Silvio. “A mí me pareció que acababa de romper la soledad en que me encontraba en todo el tinglado de la música profesional. Descubrí una sensibilidad muy cercana a la mía en la manera de enfocar las cosas”.
Si el arte los unió, la política los distanció. Pablo Milanés no ocultó sus crecientes diferencias con el régimen. En 2015, en una entrevista concedida a El País de España, se manifestó “defraudado por unos dirigentes que prometieron un mañana mejor, con felicidad, con libertades y con una prosperidad que nunca llegó en 50 años”.
En esas mismas declaraciones reveló las duras condiciones que padeció internado en un par de campos de concentración entre 1965 y 1967.
“Yo tenía 23 años”, relató, “me fugué de mi campamento -me siguieron 280 compañeros presos más de mi territorio- y fui a La Habana a denunciar la injusticia que estaban cometiendo”. Milanés fue detenido dos meses para luego ser enviado a otro “campamento de castigo”.
En 2011 Silvio Rodríguez lamentó en su blog Segunda Cita que MIlanés actuara en Miami. Aún cuando dijo coincidir “con Pablo en muchos de sus juicios críticos sobre la realidad cubana”, se manifestó desilusionado por “la forma, que además de burda parece desamorada, sin el más mínimo compromiso afectivo”.
“Otra cosa que duele”, agregó, “es que haya manifestado esas críticas en Miami, a unos días de un concierto que, por más propaganda que hacían, no se llenaba”.
En aquel entonces, ambos no mantenían ninguna clase de relación. “El Pablo que conozco tiene casi un cuarto de siglo de retraso”, aseveró Silvio.
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“Yo pisaré las calles nuevamente
De lo que fue Santiago ensangrentada
Y en una hermosa plaza liberada
Me detendré a llorar por los ausentes”
La relación de Pablo Milanés con Chile se grafica en Yo pisaré las calles nuevamente, compuesta en 1974 tras enterarse de la muerte del líder del MIR Miguel Enríquez. Dos años antes había visitado el país para compenetrarse del proceso del gobierno de Salvador Allende.
“Cuando estuve en Chile el año 72, más que conocer el país, me dediqué a conocer a los partidos que estaban trabajando por la Unidad Popular”, contó en un video por Facebook.
“Con el MIR simpaticé mucho, tanto que mis trabajos posteriores, muchos de ellos fueron dedicados al MIR y al trabajo de su líder Miguel Enríquez”.
“Posteriormente el año 74, cuando ocurre su muerte en combate en las calles de Santiago, escucho la noticia por la radio e hice una canción. Eran tantos los sentimientos que tenía acumulados sobre el MIR y mi simpatía hacia ellos, que hice la canción en 10 minutos (...) dedicada a Miguel Enríquez”.
Pablo Milanés reunió fondos para el MIR en distintos países con discos y giras en apoyo al movimiento revolucionario chileno. “Ya no creo en los políticos, pero sí sigo creyendo en gente revolucionaria como Miguel”.
La impronta de Pablo Milanés en la izquierda chilena se dejó sentir en el proceso constituyente, cuando la ex Presidenta Michelle Bachelet reveló que votaría apruebo, citando la letra de El Breve Espacio en que no estás.
“Me recuerda también una canción de Pablo Milanés que dice ‘no es perfecta, mas se acerca a lo que yo siempre soñé’. Entonces, yo sí estoy por el Apruebo”, declaró la ex mandataria.